(El nacimiento de
un nuevo País)
Se puede afirmar que la honestidad, constituye entre otros
muchos aspectos, la piedra basal de un exitoso liderazgo de cualquier gestión
que implique conducción de una entidad.
Y muy especialmente si esa
conducción es una entidad tan compleja, dificultosa y de una dimensión tan vasta
y grande como lo es un país.
Los intereses sectoriales, la
ideología, los anhelos individuales son tan diversos, muchas veces
contrapuestos, que liderar una Nación con éxito pareciera una misión casi
imposible.
Por ello la honestidad
constituye un elemento esencial en la dirigencia para permitir avizorar un fin
exitoso en la gestión.
La corrupción es por ello
un elemento absolutamente negativo y contrapuesto a lo mencionado
precedentemente.
No obstante en el mundo, en todos
los países, en mayor o menor medida, existe la corrupción. Dicen los
especialistas que la diferencia en los países centrales, los más desarrollados
y avanzados con respecto al resto, radica en dos aspectos esenciales.
El primer aspecto, es que en
los países centrales, la corrupción es fuertemente combatida y cuando es
descubierta, es duramente sancionada. El funcionario corrupto pasa a
ser repudiado por la sociedad y seguramente no tendrá una nueva oportunidad en
tener acceso a un cargo público. Consideran que la honestidad es un factor esencial en cualquier dirigencia.
Inclusive en algunos países, la corrupción estatal se considera como un delito
de tal gravedad, que el infractor es pasible de ser sancionado con la pena de muerte.
En cambio en otros países, si
bien se considera como un grave delito, es
tolerada por la sociedad que se acostumbra casi con naturalidad y laxitud, a
los excesos de sus dirigentes. Son pocos los condenados por estos hechos y
muchos de los delitos investigados,
prescriben por el tiempo transcurrido por la demora en su diligenciamiento o
por fallas de una Justicia cómplice o incompetente.
El segundo aspecto a
considerar, es que en los países más desarrollados el monto de la corrupción o
retorno oscila entre
un 3 y 5% de promedio de los casos
investigados, mientras que en algunos del resto de los países, en oportunidades
supera holgadamente
el 100%.
Es fácil imaginar que en una
institución u organismo que pierde un 5% de su presupuesto, mal que mal, puede
seguir funcionando con su misión específica, mientras que en el segundo caso, en
la cual la pérdida es de un porcentaje tan elevado, simplemente no podrá lograr
ni remotamente el objetivo que tiene asignado.
En nuestro país, por lo que
informan la mayoría de los medios, no se
recuerda en nuestra Historia, una corrupción estatal tan escandalosa, de tal
magnitud, tan descarada y tan insultantemente evidente para la opinión
pública.
No se entrará al detalle, ni
siguiera a la enumeración de los numerosísimos hechos o sospechas de corrupción
de la cual están incursos miembros del gobierno, inclusive el matrimonio
Kirchner, desde el mismo momento de su asunción a la primera magistratura en el
año 2003, ya que estos fueron tratados y actualmente son tratados
exhaustivamente por los medios.
Lo que se quiere destacar es que
si realmente se confirman estas informaciones y noticias, estaríamos casi en un
estado mafioso. Si los Kirchner tal
como parece, están involucrados en esta mega corrupción, se explica
por sí solo el porque nunca permitieron o impulsaron que la Justicia avance
sobre los numerosos casos de corrupción en sus gobiernos, como por ejemplo, lo
hizo la presidente de Brasil en los casos de corruptela sospechados de sus
propios funcionarios.
La presidente Cristina Kirchner y su difunto esposo serían los principales
responsables de toda esta situación de corrupción estatal generalizada.
Llama la atención que de
todos los analistas políticos, los informadores públicos, los periodistas
especializados, los formadores de opinión, solamente unos pocos, que casi se
pueden contar con los dedos de una mano, se atrevan a señalar como responsable
primaria a al mandataria. Asimismo que solo un puñado de jueces y
fiscales hayan tomado la decisión de investigar a fondo las numerosas sospechas
de corrupción y corruptela.
Pareciera que el temor es tan
fuerte que condiciona a la Justicia y a los medios.
Solamente una dirigente política,
la Sra. Nelita Carrió, devaluada
pitonisa política, con todo su egocentrismo
y entre sus auto ponderaciones,
expresó en sus destellos de lucidez con toda claridad, la
responsabilidad no solo de la mandataria,
sino también de todos los dirigentes del
oficialismo y de la oposición. Todos los nombrados tienen conocimiento de
la escandalosa corrupción que está devorando al país y que es conducida desde
lo más alto del poder desde ya diez años.
Expresó entre otros conceptos, “Cristina Kirchner es Nerón incendiando Roma.”; “…“Acá hubo y hay una complicidad
de todo el sistema. No hablan porque el sistema ya sabía todo esto, se escondía
todo...”; “no hay un político de la oposición que no forme
parte de los que robaron al país”;
“Si la alternativa son los mismos que formaron parte de ese sistema, el sistema
siente que se siente avalado para seguir robando.”; “Empresarios y
sindicalistas formaron parte de estos negocios…”.
Obviamente
son exageraciones y generalizaciones de las que Carrió ya nos tiene acostumbrado. No obstante sus expresiones, son
las que en esta ocasión están más cerca de la verdad.
¿Por
qué esperar hasta octubre si hay mecanismos institucionales en nuestra
Constitución para someter a juicio política a esta mujer enferma y de manifiesta y probada incapacidad?
Después
de este largo introito pasaremos al meollo de este artículo.
Cuando
existe corrupción en un país significa, ni más ni menos, que una o más
instituciones o parte de estas, no existen, están anuladas o no
funcionan adecuadamente.
De
confirmarse fehacientemente lo que se sospecha o lo que difunden los medios,
todo indica que la corrupción se
entronizó en el país con todas sus nefastas y perniciosas consecuencias. Y además que está extendida y
ramificada desde lo más alto del poder.
Del
análisis de la política comparada surge que cuando se realiza la entrega de un gobierno
que padece el flagelo de la corrupción a
una nueva gestión de gobierno, sin haberse investigado adecuadamente los hechos
sospechados de la gestión anterior, la
corrupción se contagia como una grave enfermedad a la nueva administración.
Es
absolutamente indispensable si se pretende fundar un nuevo país, tal como lo
establece nuestra sabia Constitución, y como es el anhelo de la mayoría de los argentinos,
con un nuevo gobierno a partir del 2015, es imperioso que aquellos funcionarios
que hayan delinquido o estén sospechados de ello, pasen por los tribunales a
efectos de clarificar su situación.
En
otras palabras, que se termine con la
impunidad de los funcionarios que tantas veces hemos visto en nuestro país.
Sin más, que se cumpla con “…sino que
Dios y la Patria me lo demanden” párrafo final del juramento de los
funcionarios públicos. Solo así podremos refundar
la República que todos queremos.
16-May-13
Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL