sábado, 23 de mayo de 2020

¡HARTO!



por Enrique G. Avogadro

“Cuando los líderes declaran el estado de emergencia y lo convierten
en una situación normal, estamos ante el final de la democracia”.
Byung-Chul Han

Ante la insólita extensión del confinamiento (¿por qué no apelar, como Uruguay, a la responsabilidad personal para cuidarse?), que llegará ahora a los 80 días -el más prolongado del mundo, con sólo el 0,001% de los muertos globales- he resuelto decir ¡Basta! al pisoteo de la Constitución, a la tolerancia del H° Aguantadero frente a la prepotencia de Cristina y a la feria que ha paralizado al Poder Judicial, dejando a la ciudadanía sin defensa frente a los avances del Ejecutivo sobre los derechos individuales. A partir de ahora me declaro en desobediencia civil y, si quieren buscarme, saben dónde hacerlo.

“LA PROLONGACIÓN DE UNA CUARENTENA RUINOSA PARA MILLONES DE PERSONAS PUEDE TERMINAR EN UNA REBELIÓN SOCIAL”



Lo único que nos faltaba... el terrorista Firmenich, uno de los responsables del período más violento del siglo XX en nuestro país, nos viene a dar consejos de economía para recuperar a nuestro país de la crisis económica que como un Tsunami barrerá a la economía, después de haber sufrido el ataque de un virus menos letal –hasta ahora– que la organización que él dirigía[1]. Esos dirigentes, algunos de ellos ocuparon cargos de funcionarios del estado, legislativos y cobraron fortunas en concepto de indemnizaciones de las consecuencias de una guerra declara unilateralmente por las organizaciones políticas-militares y terroristas de esos años. Inclusive hasta figuran en placas conmemorativas en el llamado parque de la memoria.

Nunca los terroristas, ahora llamados jóvenes idealistas, hicieron una autocrítica de su decisión de tomar el poder a través del poder emanado de las bocas de los fusiles, y cuya época más virulenta fue justamente en el período de un gobierno democrático; el que se vio arrinconado hasta ordenar el aniquilamiento del accionar subversivo.

Ahora esos personajes y algunos de sus herederos se encuentran embarcados en una aventura más peligrosa… llegar al poder aprovechando las debilidades de la democracia y de un pueblo que ha caído en una profunda ignorancia. Una vez en el poder intentarán modificar y alterar a las instituciones democráticas y quedarse en el poder eternamente. Tal como lo vemos desde hace más de sesenta años en Cuba, en Venezuela desde que Chávez asumiera el poder el 2 de febrero de 1999, Nicaragua desde 1979 a la fecha y podemos agregar a todos los integrantes del Grupo de Puebla. El Foro de Sao Paulo se está cumpliendo fase por fase y la mayoría de los argentinos lo ignora. Dios se apiade de nuestro querido país, porque este delincuente terroristas, exiliado en España, vaticina o promueve un futuro estallido social.


[1] Dirigía y no conducía al frente de los jóvenes, a quienes les habían dado la pastilla de cianuro para que se suicidaran, mataron y mutilaron a miles de personas (mujeres, niños, empresarios, políticos, militares, policías etc. Mientras los dirigentes vivían en un exilio dorado gracias al dinero obtenido por secuestros, robos, etc. Un conductor está al frente de su tropa y la conduce en las operaciones estando muy cerca de ellos y no a miles de kilómetros de distancia.




El economista y ex integrante de Montoneros, Mario Firmenich, planteó que la continua postergación del “pico de la curva” es un alerta de que algo no está bien previsto y advirtió que sostener el encierro puede tener un alto riesgo

Mario Firmenich
22 de mayo de 2020

El economista advirtió que la continuidad del encierro puede provocar una "rebelión social"

El economista y ex integrante de Montoneros, Mario Firmenich, hizo públicas una serie de consideraciones sobre la continuidad del aislamiento social, preventivo y obligatorio que decretó el presidente Alberto Fernández, y los altos riesgos de su prolongación, la que puede generar una reacción violenta de la sociedad.

Nadie discute que la decisión de la cuarentena total adoptada antes de que el coronavirus se propagara fue una decisión correcta. Pero todos sabemos que sería suicida mantener la cuarentena durante un tiempo indeterminado, paralizando todas las actividades sociales y económicas”, advirtió Firmenich.
En este sentido, el economista coincide con la afirmación de que “una caída económica se recupera pero una vida perdida no”. Sin embargo, alertó sobre el alto riesgo cuando se trata de pequeñas pymes, de trabajadores autónomos, de comercios familiares y microempresas que permiten la subsistencia día a día de millones de personas. “En estos casos es la ruina familiar y personal, incluyendo la muerte por múltiples motivos de muchos miembros de estas familias desamparadas. Es ingenuo creer que con un subsidio temporal de 10.000 pesos se evitan esos dramas”, afirmó.
En su documento, publicado en la Agencia Paco Urondo, el ex integrante de Montoneros, advierte sobre la existencia de un riesgo evidente en caso de continuar con el aislamiento: “La prolongación indefinida de una cuarentena ruinosa para millones de personas para ‘mantener achatada la curva’ puede terminar en una rebelión social contra la cuarentena por el estado de necesidad. El resultado sería un contagio masivo con millares de muertes, perdiéndose el logro de minimizar los fallecidos y con una debacle socioeconómica”.

A continuación, los principales conceptos de su artículo:
La cuarentena exitosa… ¿hasta cuándo?
Nadie discute que la decisión de la cuarentena total adoptada antes de que el coronavirus se propagara fue una decisión correcta. Pero todos sabemos que sería suicida mantener la cuarentena durante un tiempo indeterminado, paralizando todas las actividades sociales y económicas.
Si bien es cierta la afirmación de que una caída económica se recupera pero una vida perdida no, la afirmación deja de ser cierta cuando no se refiere a la macroeconomía sino a la pequeña actividad de trabajadores autónomos, comercios familiares y microempresas que permiten la subsistencia día a día de millones de personas, porque en estos casos es la ruina familiar y personal, incluyendo la muerte por múltiples motivos de muchos miembros de estas familias desamparadas.

Es ingenuo creer que con un subsidio temporal de 10.000 pesos se evitan esos dramas.
Una Nación de 3 millones de Km cuadrados y un pueblo de 45 millones de personas en medio de una crisis nacional y global no puede ser conducido como una sala de terapia intensiva.


El presidente Alberto Fernández durante una de las conferencia de prensa en la que anunció la continuidad de la cuarentena

La continua postergación del “pico de la curva” es un alerta de que algo no está bien previsto. Se ha comentado que la predicción “científica” es que en Argentina se contagiarán con el coronavirus 250.000 personas. Pero, si después de casi dos meses de cuarentena no se han contagiado ni 8.500, ¿tendremos semiparalizado al país durante 56 meses más esperando el contagio de otros 241.500 argentinos? Hay algo absurdo en estas predicciones “científicas”.


Existe un riesgo evidente: la prolongación indefinida de una cuarentena ruinosa para millones de personas para “mantener achatada la curva” puede terminar en una rebelión social contra la cuarentena por el estado de necesidad. El resultado sería un contagio masivo con millares de muertes, perdiéndose el logro de minimizar los fallecidos y con una debacle socioeconómica.

Si después de casi dos meses de cuarentena no se han contagiado ni 8.500, ¿tendremos semiparalizado al país durante 56 meses más esperando el contagio de otros 241.500 argentinos?

Es imperioso modificar la estrategia para aprender a convivir con el coronavirus manteniendo una baja tasa de contagios. Parece de sentido común que si el virus penetra por los ojos, la nariz y la boca, el problema se soluciona cubriéndose los ojos, la nariz y la boca. Para decirlo con cierta ironía, si se fuera obligatorio para todos andar en la vía pública con un casco de moto, podríamos estar todos trabajando normalmente con un casco de moto en la cabeza.
Aun cuando se impusiera ya mismo una salida de la cuarentena con todos los medios apropiados de control sanitario, el gobierno debería enfrentar una situación socioeconómica que ya es ruinosa. Se impone como urgente necesidad un programa económico de reconstrucción y reactivación económica que no puede limitarse a imprimir cantidades ilimitadas de billetes.

La reactivación económica

Si la gestión de la pandemia finaliza exitosamente, la realidad postpandemia será una desolación económica y social, con más del 50% de la población en estado de pobreza, incluyendo probablemente un incremento de la población excluida del sistema, con inexistencia de los puestos de trabajo tanto formales como informales que permitían a millones de argentinos sostener su nivel de vida, con inexistencia de capital privado para la creación de nuevos emprendimientos, sin financiación internacional para suplir la falta de capital privado nacional, con un déficit fiscal mayúsculo y una inflación real muy superior a la previa a la pandemia.




Vale la pena acotar que es erróneo y engañoso calcular el índice general de precios al consumo promediando precios de productos cuyas ventas estuvieron prohibidas. Si la producción automotriz del mes de abril fue ¡CERO!, carece de sentido promediar un “aumento cero” del precio de los automotores. La inflación real durante la cuarentena es la del alza de los precios de los productos esenciales, siendo lo relevante el alza de precios de alimentos y productos básicos.



Es una obviedad decir que el gobierno deberá desarrollar múltiples políticas públicas destinadas a reconstruir (más que reactivar) un tejido económico-social que ha sido destruido.
En este sentido, debería ser obvio también que no se saldrá de la depresión económica regalándole un pobre plato de comida a la mitad de los argentinos. Lo necesario es invertir para generar emprendimientos económicos que regeneren los millares de empleos que han desaparecido.
Sólo así se podrá recomponer también las finanzas públicas y controlar la inflación.

Plan de Reactivación

¿Reactivando las deformaciones estructurales preexistentes?
Todos sabemos que la crisis social, laboral y económica de Argentina no nació con el coronavirus. El aparato productivo que se ha destruido durante la cuarentena no era precisamente un ejemplo virtuoso de productividad y sostenibilidad, ni de justicia social, ni de vanguardia tecnológica, ni de eficiencia.
A la hora de “reactivar la economía”, ¿se reactivará el sistema ineficiente, injusto, insostenible, dependiente, excluyente y atrasado que existía antes? No debería ser así.
Un plan de emergencia nacional debería ser pactado en el Consejo Económico y Social.
Como suele decirse, las crisis presentan oportunidades de transformación para mejorar la realidad preexistente. No deberíamos desperdiciar esta oportunidad.

 "No existe un movimiento popular políticamente organizado capaz de ser un motor político generador de propuestas estratégicas e impulsor de las transformaciones estructurales necesarias"

Los planes de emergencia socioeconómica para el corto plazo deben ser concebidos como los primeros pasos de un proyecto largo plazo. Para ello, es necesario primero definir los rasgos estructurales del Proyecto Nacional y a partir del mismo adoptar un conjunto de medidas aptas para salir de la emergencia pero que estarían comprendidas en la maqueta del proyecto de largo plazo.
La necesidad de superar la actual impotencia del movimiento popular para impulsar un nuevo Pacto Constituyente para el desarrollo de un Proyecto Nacional
Hace algunas décadas hablar de movimiento popular en Argentina era sinónimo de hablar del Movimiento Peronista.


Sin embargo lo que existe hoy como “peronismo” no es un movimiento políticamente organizado. Basta con mencionar algunas evidencias básicas que definían al peronismo: “El Peronismo es un movimiento de masas y el Partido Justicialista es sólo una herramienta electoral”
“La Doctrina Justicialista es humanista y cristiana”.
“La columna vertebral del peronismo es el movimiento obrero organizado”.
“El Movimiento Peronista es la organización nacional de masas que se estructura en cuatro ramas: política, sindical, femenina y de la juventud”.
“Primero la Patria, después el Movimiento y por último los hombres”.
“En la Nueva Argentina justicialista hay una sola clase de hombres, que son los que trabajan”.

No creo necesario alargar este texto demostrando que la realidad social, económica y política actual de nuestra Patria y de nuestro Movimiento, consecuencia no sólo de la depredación de la dictadura sino también de 37 años de democracia, lo que incluye 22 años de gobiernos democráticos peronistas, es incompatible con estas realidades representativas de lo que fue el Movimiento Peronista.

Hoy, en cambio, el movimiento popular incluye a millones de compatriotas excluidos del sistema, desocupados crónicos en un país desindustrializado, cuyas organizaciones sociales de carácter gremial carecen de pertenencia política a un Movimiento Nacional como era el peronismo y cuyos referentes militantes son de una muy variada pertenencia político-organizativa.

Por otra parte, la organización de los militantes políticos del peronismo tiene una lógica básicamente electoralista que, además, suelen operar fuera del Partido Justicialista.

La clase trabajadora sindicalmente organizada en la CGT se ha reducido cuantitativa y cualitativamente, se ha dividido en varias centrales sindicales, sus obras sociales están en crisis y las 62 Organizaciones no tiene ninguna presencia política.

En suma, el movimiento popular hoy en día no es sinónimo del movimiento de las masas peronistas políticamente organizadas. No existe un movimiento popular políticamente organizado capaz de ser un motor político generador de propuestas estratégicas e impulsor de las transformaciones estructurales necesarias.

Esto plantea la necesidad y la obligación moral y política de construir una unidad programática transversal del movimiento popular entre dirigentes de diversos sectores, abarcando los espacios sociales y políticos que representan, por ejemplo, el Movimiento Evita, la Cámpora, los sindicatos, los intendentes del Gran Buenos Aires, los gobernadores, las organizaciones sociales o los pequeños empresarios.

Para acceder el artículo completo publicado por la Agencia Paco Urondo hacer clic aquí .



lunes, 18 de mayo de 2020

EL ASESINATO DEL PADRE MUGICA: BALAZOS DESPUÉS DE MISA, AMENAZAS DE MONTONEROS Y UN MISTERIO PARA SIEMPRE


En mayo de 1974, un hombre con bigotes se bajó de un auto y le disparó con una pistola automática. Su historia como el “cura de los pobres”, sus días en Cuba, la relación con Mario Firmenich, la crítica a la organización guerrillera, su inclusión en la “cárcel del pueblo” como traidor, sus miedos, la aparición de López Rega y el papel de la Triple A

17 de mayo de 2020



El padre Mugica fue asesinado el 11 de mayo de 1974, cuando un hombre flaco y con bigotes se bajó de un Chevy y le disparó con una pistola automática después de misa

El sacerdote Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe nació el 7 de octubre de 1930, al mes del derrocamiento del presidente constitucional Hipólito Yrigoyen. En su casa paterna se respiraba y hablaba de la política, era hijo del dirigente conservador Adolfo Mugica y de Carmen Echagüe.
Tras el golpe su padre comenzó a transitar un cursus honorem nada despreciable: ya era Ingeniero civil, abogado, miembro del Consejo Deliberante porteño y, tras algunos cargos jerárquicos en la Municipalidad, en 1931 sería nombrado Intendente interino. Entre 1938 y 1942 fue diputado nacional por el Partido Demócrata Nacional, hasta que la revolución de 1943 lo sumergió en la penumbra.
En 1961, durante una de sus tantas crisis de gabinete, Arturo Frondizi lo designó Ministro de Relaciones Exteriores el 28 de abril de 1961. En la designación de Mugica tuvo mucho que ver la opinión de Samuel Schmukler, secretario de la Presidencia en el área Administración, según me contó su hijo Adolfo. Pero se debe tener en cuenta que, tras la gestión del conservador Diógenes Taboada, las fuerzas armadas consideraban necesario seguir con “una línea conservadora y católica” y Mugica calzaba bien, por cuanto su segundo hijo, Carlos, era sacerdote desde el 21 de diciembre de 1959. Su gestión en el Palacio San Martín duró hasta fines de agosto de ese año y su desplazamiento tuvo que ver con la crisis militar que se desató tras el encuentro secreto de Ernesto “Che” Guevara con Frondizi, el 18 de agosto, en la residencia de Olivos. Encuentro que el canciller ignoraba.
En la reunión en Olivos, Frondizi y Guevara intentaron hablar de los problemas de América Latina. Por supuesto, Guevara no dijo que en esos momentos el régimen castrista inauguraba el centro de entrenamiento de guerrilleros de Punto Cero y que el primer alumno era el argentino Jorge Ricardo Masetti. Tampoco que Cuba terminaba de firmar un importante acuerdo de provisión de armas con la Unión Soviética.
Mientras tanto el padre Carlos Mugica, entre 1960 y 1963, trabajo al lado del cardenal Antonio Caggiano y luego como vicario cooperador en la parroquia de Nuestra Señora del Socorro y asesor de la Juventud Católica en el Colegio Nacional Buenos Aires, donde años antes había estudiado. Luego vino su paso por el colegio Paulina de Mallinkrodt y su presencia en la villa de emergencia de Retiro.
Trabajador incansable, siempre estaba cerca de los más vulnerables
Carlos era un trabajador incansable. Por ese tiempo también se va a desempeñar como profesor en la Universidad de El Salvador. Su acercamiento a los jóvenes de esa época fue relevante, en especial a los de la Juventud Estudiantil Católica (JEC), en donde conoció a Jorge Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Firmenich -más tarde fundadores de Montoneros tras el secuestro y asesinato del ex presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu- con quienes realizó una misión rural en 1966. En esos viajes, también participaba Graciela Beatriz Daleo que llegaría a oficial montonera y pareja de Horacio Mendizabal, alias “Mendicrim” o “Hernán”, años más tarde jefe del Estado Mayor de la organización terrorista.
Las semblanzas sobre su persona cuentan que Mugica era crítico del gobierno de Arturo Illia y que en 1967 viajó a Bolivia, en nombre del obispo de Avellaneda, Jerónimo Podestá, a reclamar el cadáver de Ernesto Guevara e interesarse por los detenidos del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Podestá, renunciaría a su investidura en 1967, suspendido “a divinis” por la Santa Sede. El exreligioso, tras casarse con su secretaria Clelia Luro de Izasmendi Sola, fundó la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados. Su boda vino con un regalo envenenado: el novio de una de las hijas era “Mario” la mano derecha del “cabezón” Norberto Habberger, involucrado con los asesinatos de los dirigentes sindicales Augusto Vandor José Ignacio Rucci, entre otros hechos. En este mar de contradicciones, Jerónimo era hermano de Raymundo, más tarde Secretario de Desarrollo Industrial del ministro José Alfredo Martínez de Hoz.
En la biografía del dirigente peronista Jorge Rulli se puede encontrar la siguiente anécdota: cuando trascendió la muerte de Guevara en Bolivia, Rulli comentó la noticia sobre el jefe guerrillero con su compañera “Bechi” y ésta le dijo: “Y pensar que nosotros lo conocimos al Che… Acordate, Jorge… ¡Lo conocimos! ¡Sí! Nos lo presentó Mugica ¿Te acordás? Ese día, cuando Mugica vino a visitarnos y llegó junto a otro sacerdote… ¡Ese cura era el Che!... Era el disfraz que usaba él… Sí, estaba camuflado. Nos lo presentó Carlos, Carlos Mugica”.
“Bechi” hacía referencia a un encuentro que habían tenido con el cura cuando los visitó en la unidad básica de la calle Dorrego. En esa misma dirección el dirigente peronista Julio Bárbaro, me contó que un día, después de jugar al fútbol, conversando con Carlos Mugica sobre lo que se vivía en la Argentina, él religioso le dijo: “Julio, la revolución viene en serio, el Che Guevara está en la Argentina”. ¿Cómo lo sabía Carlos Mugica?
El escritor Juan Mendoza dice que Mugica llegó a Cuba en 1968, tras los acontecimientos del Mayo francés. 
Fue “un viaje fugaz, porque lo hacía a espaldas del obispo, para la jerarquía de la Iglesia [argentina], Mugica nunca se movió de Francia” (Archivo Télam)
En medio de este vendaval argentino y latinoamericano, en 1968 el cura Mugica es enviado a estudiar a París. Desde su residencia en Rue Madame profundizó su amistad con sacerdotes argentinos que más tarde militarían en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Fue testigo del Mayo francés, viajó a Madrid para conocer a Juan Domingo Perón y luego a Cuba.
Salvo alguno que otro relato aislado, ningún argentino ha escrito nada de su experiencia e instrucción militar en Cuba. Contrariamente, el chileno Max Marambio relata en sus memorias su paso por ese país (1966-1968), su retorno a Chile y la jefatura de la custodia del presidente Salvador Allende. Marambio, cuyo nombre de guerra era “Aurelio Roca” o “Ariel”, describe cómo conoció en La Habana a dirigentes guerrilleros de todo el continente: “Era fascinante vincularse con aquel universo de revolucionarios latinoamericanos, donde se mezclaban probados combatientes, intelectuales de izquierda, diletantes circunstanciales y aprendices de revolucionarios”.
En el centro de instrucción guerrillero había entre 30 y 40 “combatientes de diferentes nacionalidades… y sobre todo argentinos de diversos grupos políticos. Con los argentinos no me llevaba muy bien, debido al nacionalismo de sus posiciones políticas. Provenían del peronismo y su formación era distinta a la mía, su catolicismo chocaba con mi ateísmo, entonces tan intolerante como la devoción de ellos por los santos. A uno lo reconocí años después en una foto donde la prensa daba cuenta de su muerte en una emboscada en Buenos Aires. Se trataba de Fernando Abal Medina, fundador y dirigente de los Montoneros”.
En el campamento “recibíamos clases de tiro, explosivos, artillería artesanal, lucha urbana, topografía y otras artes de la guerra irregular”. Luego cuenta que, con el paso de los días, muchos defeccionaron. No así los argentinos “de diversas tendencias, cuyo contingente mayor lo formaba un grupo de católicos dirigidos por un cura. Era el padre Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, y su presencia en Cuba es sugerida por el chileno Max Marambio en su libro Las armas de ayer. Además, un ex miembro del Ejército de Liberación Nacional argentino perteneciente al Sector 8, entrenado en Cuba en 1968, en la misma época que el sacerdote, me dio su explícito testimonio. Pocos años más tarde, tras publicarse la biografía de Jorge Rulli, se confirma su presencia en La Habana.
Carlos Mugica habla, lo observa -entre otros- Julio Cortázar


El escritor Juan Mendoza dice que Mugica llegó a Cuba en 1968, tras los acontecimientos del Mayo francés. Fue “un viaje fugaz, porque lo hacía a espaldas del obispo, para la jerarquía de la Iglesia [argentina], Mugica nunca se movió de Francia”, donde realizaba unos cursos de Teología. En La Habana vivió en una casa de “protocolo” junto con Rulli, a quien conocía muy bien. El sacerdote, durante su estadía de un mes, tuvo un ritmo de salidas abrumador. Todas las noches cenaba con alguien distinto. Comandantes y subcomandantes, con sus familias incluidas, querían conocer al cura obrero, al precursor del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Una suerte de Camilo Torres argentino, el cura guerrillero colombiano.

La noche anterior a su partida tuvo una cena con oficiales cubanos. A la vuelta, pasada la medianoche, Rulli observó en Mugica “una profunda tristeza”. Ante una pregunta del porqué de su estado a ánimo, el cura le contó: “Esta noche me reuní con el representante de América Latina (Comandante Manuel Piñeiro Lozada) y él me pidió, no me lo dijo abiertamente, pero me lo dio a entender, que yo sería muy útil como agente de los cubanos”.


Dijo Mugica: "Yo debería estar en Montoneros, porque me siento responsable del camino que tomaron estos chicos, ¿te das cuenta? Yo los forme en aquellas excursiones de scoutismo católico, yo los lleve a la villa de Retiro, para que vean de cerca cómo vivían sus hermanos...", relata Bonasso en su libro Diario de un clandestino

Hacia 1968 muchos de los jóvenes que lo frecuentaban se acercaron a la CGT del dirigente Raimundo Ongaro. En mi caso personal, en 1969, el año del Cordobazo, Carlos Mugica me invitó a acercarme a esa CGT y fue la primera y última vez que conversamos.
El año 1970 es cuando nacen las organizaciones armadas Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionarias (en 1973 se funden con Montoneros) y PRT-ERP. Es el año del asesinato de Pedro Eugenio Aramburu y la muerte de Abal Medina y Ramus en cuya misa de cuerpo presente estuvieron Mugica, Hernán Benitez (confesor de Eva Perón) y Jorge Adur (más tarde capellán de Montoneros). Por su homilía fue detenido por una semana, el 14 de septiembre de 1970. En ese tiempo solía dormir en el edificio de sus padres de la calle Gelly y Obes 2230, en un cuarto de servicio en la azotea.

Documento que refiere a la preocupación por las actividades de los curas del Tercer Mundo


En una minuta preparada el 28 de julio de 1970 para el presidente de facto Roberto M. Levington, con motivo de su próxima entrevista con la jerarquía eclesiástica, se puede observar la preocupación militar por las conductas de los sacerdotes enrolados en el MSTM.

Nada estaba claro para Mugica en ese tiempo. Sabía lo que había hecho y tenía reparos que todavía no confesaba públicamente. Miguel Bonasso en su libro Diario de un clandestino relata:
“Caminábamos ayer por la afrancesada calle Copérnico en las cercanías de la casa de su padre, conservador ex canciller de Frondizi, y de pronto el cura detuvo abruptamente la marcha, invirtió la lógica sacerdotal y me soltó una inesperada confesión:
-Yo debería estar en Montoneros, porque me siento responsable del camino que tomaron estos chicos, ¿te das cuenta? Yo los forme en aquellas excursiones de scoutismo católico, yo los lleve a la villa de Retiro, para que vean de cerca cómo vivían sus hermanos...
Se detuvo en la esquina y me dijo muy serio:
-Pero no puedo estar ahí y por eso me separe de ellos hace tiempo, porque estoy dispuesto a que me maten pero no estoy dispuesto a matar.”
En 1972 integró la delegación que va a acompañar a Juan Domingo Perón en su primer retorno a la Argentina del 17 de noviembre. En 1973 se le ofreció a Mugica ser candidato a diputado nacional por el peronismo de la Capital Federal, pero no acepto. Sin embargo, en ese tiempo, entre otras actividades, Mugica fue miembro del directorio editorial de Liberación, órgano del ERP-22 en abril de 1973, junto con monseñor Jerónimo Podestá, Gustavo Roca (amigo íntimo del Che Guevara), Rodolfo Walsh (jefe de Inteligencia de Montoneros), Rodolfo Ortega Peña Eduardo Luis Duhalde (abogados del PRT-ERP y editores de la revista Militancia) y el escritor Julio Cortázar.
Amenaza contra Carlos Mugica aparecida en la revista Militancia.

Tras el retorno definitivo de Perón, el 20 de junio de 1973, Mugica produce un cambio radical en su pensamiento y sus posiciones. Entre varias razones, se encuentra el asesinato de José Ignacio Rucci, el 25 de septiembre de 1973, dos días más tarde de la victoria electoral de Perón, al que consideró “un gravísimo error” y acusó a Montoneros de “jugar con el pueblo”.
En una fuerte discusión con miembros de la organización armada llegó a decirles: “Con Perón en el gobierno, la democracia funcionado, las armas ustedes se la meten en el culo” (testimonio de Jorge Rulli). También dijo: “Como dice la Biblia hay que dejar las armas para empuñar los arados”.
Para la revista de la derecha peronista El Caudillo “el deterioro -de la JP- es tan notable que ya alcanza a sus niveles dirigentes. La renuncia de Jorge Obeid (jefe de la Regional II de Montoneros) es un largo proceso de desinteligencias que involucra también a un sector extenso de cuadros altos, medios y de base de éste grupo.”
Algo parecido sucedió con el sacerdote tercermundista Carlos Mugica quien públicamente hizo profesión de fe peronista y admitió sus errores del pasado, incluyendo sus devaneos con el marxismo disfrazado de nacional y popular. Casi simultáneamente se conocieron dos noticias: 1) Los montoneros habían condenado a muerte al cura; 2) La revista Militancia, que dirigía Ortega Peña (quien en febrero de 1974 me dijo que Perón “es un traidor”), incluía al presbítero en su “cárcel del pueblo", lugar donde ubica a los supuestos "traidores”, y habría que agregar: algunos de los que salieron fotografiados en esa supuesta cárcel del pueblo días más tarde fueron asesinados.
Pero el distanciamiento, primero, y el rompimiento, después, de la “orga” con Perón en la Plaza de Mayo marcó un punto de inflexión que lo llevó a entrevistarse con “el Brujo” José López Rega en el Ministerio de Bienestar Social y a responderle al periodismo congregado a la salida. Dijo haberle reconocido al ministro que él siempre había sido peronista, como había creído que lo eran los Montoneros pero que él no aceptaba el marxismo y actuaría siempre en bien de sus hermanos villeros… Y en ese tiempo el cura Mugica se integra como asesor del Ministerio de Bienestar Social, pero más tarde renuncia sin explicar muy bien por qué. Contemporáneamente oficia de inspirador de Lealtad, una disidencia de Montoneros. En esos meses es amenazado de muerte por Montoneros.
Luego de su reunión con López Rega, Mugica dijo ante el periodismo haberle reconocido al ministro que él siempre había sido peronista, como había creído que lo eran los Montoneros pero que él no aceptaba el marxismo y actuaría siempre en bien de sus hermanos villeros

Mugica fue asesinado el 11 de mayo de 1974, diez días más tarde de la expulsión de Montoneros, por Juan Perón, de la Plaza de Mayo. Había terminado de celebrar misa en la iglesia de San Francisco Solano, Zelada 4771, de Capital Federal, en la iglesia de San Francisco Solano, en el barrio de Mataderos, la parroquia del padre Jorge Vernazza.
Caminaba junto a su gran amigo Ricardo Capelli y María del Carmen Artecos hacia su auto, un Renault 4L azul que estaba estacionado cerca. Pero antes de que pudiera subir, un hombre delgado y de bigote se bajó de un Chevy color verde y le disparó varias veces con una pistola automática.
Muchos años más tarde Capelli revelo un secreto que ocultaba, cuando confesó reconocer a Rodolfo Almirón, custodio de López Rega, como el hombre que tiro sobre Mugica.
El martes 14 de mayo, Jacobo Timerman firmó un artículo en la tapa de La Opinión, en el que relató su último encuentro con Mugica, el 7 de mayo. En uno de sus párrafos escribió: “Me dijo también que recibía constantes amenazas de muerte, que estaba convencido que esas amenazas procedían de Montoneros y que no eran desconocidas para Roberto Quieto y Mario Firmenich”. Antonio Cafiero apuntó en la misma dirección al afirmar que unos días antes Mugica le había confesado sus temores.
Jacobo Timerman escribió sobre su encuentro con Mugica: “Me dijo también que recibía constantes amenazas de muerte, que estaba convencido que esas amenazas procedían de Montoneros y que no eran desconocidas para Roberto Quieto y Mario Firmenich”

Durante su multitudinario entierro, la hermana de Mugica le dijo a Mario Firmenich: “Señor, le voy a pedir que se retire. Yo soy la hermana de Carlos Mugica y usted nos está ofendiendo con su presencia. ¡Váyase de aquí! Usted hizo mucho daño al país”. Aparte de unos 50 sacerdotes tercermundistas que concelebraron una misa de cuerpo presente, se hicieron presentes el cardenal primado Antonio Caggiano y su arzobispo coadjutor Juan Carlos Aramburu.
Pero hay algo más. Los asesinatos de Mugica, el sindicalista José Ignacio Rucci y el comisario general Alberto Villar, jefe de la Policía Federal, nombrado por el presidente Juan Domingo Perón, fueron temas de conversación en un encuentro casual entre Rodolfo Galimberti y José López Rega, el ex secretario privado y ministro de Bienestar Social de Perón y de su esposa, la presidenta María Estela Martínez de Perón. Según María Elena Cisneros Rueda, la pareja de López Rega, habían ido a almorzar al restaurante Bavaria, ubicado a un costado de la Place du Marché, en el pueblo suizo de Montreux. En realidad, no vivían ahí, sino a pocos kilómetros, en la calle Byron 7 del pueblito de Villeneuve. López Rega permanecía clandestino, porque era requerido por las autoridades militares que habían derrocado a la viuda de Perón y tenía varias causas en la Justicia.
Cuando salieron del restaurante, la pareja caminó unos metros y se topó con el dirigente montonero Rodolfo Galimberti, que se encontraba acompañado de una mujer. Se saludaron ceremoniosamente, sin ninguna calidez. López Rega le dirigió una fría mirada. Solo atinó a preguntarle por qué habían matado a Mugica, Rucci y Villar. Las dos mujeres presentes observaban en silencio.
Galimberti intentó una explicación y aseguró que él no había sido el que “apretó el gatillo” contra Mugica, respuesta que molestó aún más a López Rega, que, exaltado, le dijo: “¿Cómo pudieron hacer eso?”.
María Elena tiene presente en su memoria que Galimberti afirmó en voz alta: “No te entendimos”. Luego, él contó que vivía en Londres, donde le ofreció refugio, pasaporte y custodia. La compañera de López Rega también recuerda que el ex jefe montonero se sacó la boina como demostración de respeto y “pidió perdón”. Se despidieron con un abrazo y no se volvieron a ver.

DEL FOCO AL POPULISMO Y EL CARTEL: SOCIALISMO DEL SIGLO XXI


Por Héctor Schamis
17 de Mayo de 2020
@hectorschamis






Hugo Chávez y Fidel CAstro (Credit: Jorge Rey/MediaPunch)

Históricamente, la izquierda marxista y el populismo de América Latina se daban la espalda. Por un lado competían por la misma base social, los asalariados y el movimiento sindical. Por el otro, el marxismo veía al populismo como una versión tardía y periférica de Bonapartismo, un fenómeno esencialmente burgués. Que lo era, en tanto no se propusiera modificar de raíz las relaciones de propiedad.

También se diferenciaban en sus herramientas organizativas. En la tradición de izquierda primaba la idea leninista de partido de elites, cuadros de revolucionarios profesionales. El populismo se definía como un movimiento de masas, a su vez, una gran alianza social de ideología nacionalista. Ello era incongruente con el objetivo marxista de “agudizar las contradicciones de clase”.

Este marco intelectual tendría modificaciones una vez que, en los años sesenta, la revolución cubana se instaló como modelo regional. La sierra, la selva, el monte, los revolucionarios profesionales ahora abrazaban la guerra de guerrillas. Foco insurreccional rural -mezcla de Mao, Ho Chí Minh y Guevara- la vanguardia armada se constituiría en liderazgo revolucionario y el campesinado sería su base social.

La Habana exportó el foquismo por el continente, estrategia fracasada en América Central, en Colombia, Bolivia y en Tucumán, Argentina. Y por supuesto también con la guerrilla urbana en Argentina, Chile y Uruguay. Al final de tanta muerte, pues no hubo Sierra Maestra en el resto de América Latina. Ni mucho menos varios Vietnam; la hipótesis guevariana operaba con un solo valor de la variable dependiente, el de menor frecuencia.


Con las transiciones de los ochenta se profundizó aquel desprecio mutuo. Bonapartismo y falsa conciencia, acusaban de un lado. Elitismo de iluminados y desconexión con el pueblo, insultaban del otro. El fin de la Guerra Fría lo acentuó aún más. Castro quedó aislado -y Cuba fuera- de una América Latina democrática. Nótese que los demás países del hemisferio, todos, firmaron la Carta Democrática en 2001.

Al disolverse la Unión Soviética terminaron los subsidios, produciéndose una fuerte contracción en la economía en la Isla. Así fue el “Periodo Especial”, una década de penurias. Del socialismo de Estado solo quedaban ruinas, económicas, desde luego, pero sobre todo éticas e intelectuales. Habiendo colapsado en Europa su caída era inevitable en Cuba, pensaban muchos.


Equivocadamente. El fallido golpe de 2002 en Venezuela le dio a Castro la oportunidad de cooptar a Chávez y los recursos petroleros. Y con un timing inmejorable: el precio del crudo comenzó a crecer aceleradamente a partir de ese momento y por la siguiente década. Inverosímil pero real, Cuba se hizo exportador de petróleo revendiendo a precios internacionales lo que recibía de PDVSA con subsidio. El eterno encantador de serpientes lo logró a cambio de inteligencia y espionaje.


Vía Chávez Cuba se reinventó como “país latinoamericano”, ello se expresa por su política exterior. ALBA se fundó en 2004 en La Habana, Petrocaribe en 2005, CELAC en 2010 y Unasur se concretó en 2011. Es la breve historia del multilateralismo de inspiración y diseño castro-chavista. El llamado “Grupo de Puebla” de hoy recicla la estrategia ante la desaparición de Unasur y el descrédito de las demás siglas.

Todo esto significó un giro de 180 grados en la relación de La Habana con el populismo para beneficio del régimen cubano y desgracia de la democracia latinoamericana. Si durante la Guerra Fría cultivaba el apoyo de estudiantes utópicos dispuestos a tomar las armas, pues ahora cultiva movimientos con raigambre popular y líderes con carisma. Si antes promovía la formación de organizaciones militares irregulares, ahora promueve supuestas misiones médicas humanitarias.


Ello por la captura del populismo latinoamericano. Es decir, para cooptarlo, infiltrarlo intelectualmente y finalmente fagocitarlo. Con ello ha redefinido su identidad, permeado por el stalinismo cubano y operando con una lógica de partido único. Nunca muy amigo de la democracia liberal, sin embargo el populismo también se situaba originalmente en las antípodas de una concepción leninista del poder.

Esto hasta la relación Castro-Chávez. Nótese, las tres experiencias populistas históricas más relevantes de América Latina fueron capaces de entregarle el poder a otro. El varguismo en su transformación en el tiempo, el peronismo y el PRI concibieron la alternancia.

Ya no más, llegó la era de la perpetuación en el poder. Es decir, alcanzar el poder con el método y las instituciones de la democracia, para destruirlas una vez allí.

El Cártel de los Soles ha estado a la sombra del presidente de Venezuela

Perpetuación financiada con los recursos del superciclo de precios de la primera década de este siglo y la corrupción, ahora transformada en sistema de dominación. Es decir, un régimen político en el cual el narcotráfico hace unas veces de partido político -selecciona candidatos, financia campañas- y otras veces de Estado, controla el territorio, impone tributos y detenta los medios de la coerción. La suma de las dos funciones hace que la suma del poder público quede en manos de los carteles.

Todo ello producto de la transnacionalización de los ilícitos que irradia en la región. Excepto en Cuba, desde luego, donde el partido-Estado encontró la fórmula ideal. Vive del crimen organizado, pero este ocurre fronteras afuera. Lo ha tercerizado -lo maquila, dirían en México- pues en la Isla el régimen totalitario no tiene rivales; posee un sólido control social y territorial.


Bienvenido, amable lector, al socialismo del siglo XXI. Tenga presente que en esta nueva versión cubana ya no se trata de “obreros y campesinos al poder”, como en el siglo XX. Desnudamente, ahora el poder es para los narcos.


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.