…Y hoy que no vale mi vida
ni ese pucho del cigarro
recién sé que son de barro
el desprecio y el rencor…
“De barro” (Tango – fragmento)
Sebastián Piana y Homero Manzi.
Desde el fondo de la historia la figura de la abuela fue
símbolo de amor, de protección, de experiencia, de sabiduría, de solidaridad.
Todo aquél que haya disfrutado de las caricias y la sonrisa de una abuela bien
sabe a qué me refiero.
Fue así que los argentinos hemos visto con absoluta
comprensión, e inclusive adherimos – independientemente de cualquier ideología
política o religiosa – a la cruzada de
las “Abuelas” que luchaban por sus
nietos desparecidos durante los años de la lucha contra el terrorismo.
Sin embargo, a partir del gobierno Kirchnerista se produjo
un cambio de paradigmas y la institución de “Las
Abuelas”, así como la de las “Madres”,
fue utilizada con fines diametralmente opuestos a los que inicialmente le
dieran origen. La política, las adhesiones y las indemnizaciones millonarias
desvirtuaron aquella noble génesis desinteresada inicialmente de compensaciones
económicas de ninguna especie.
Este virus desnaturalizó su lucha y así vimos, por ejemplo,
aquella implacable e ilegítima persecución a dos jóvenes por el simple hecho de
haber sido adoptados por un matrimonio de ideología opuesta al gobierno. Los
hijos de Ernestina Herrera de Noble sufrieron vergonzosas vejaciones y cuando
finalmente se comprobó en forma concluyente que no eran hijos de desaparecidos
no se escuchó ni una palabra de disculpas, ni un reconocimiento del error, sólo
la voz de Estela de Carlotto quien sin demostrar arrepentimiento ni vergüenza
expresó:
Marcela y Felipe Noble Herrera |
“Es lamentable que no
fueran nuestros nietos porque les esperaba amor y saber de dónde venían, ahora
seguirán ellos en la incógnita de tener hijos cuya identidad no es clara
tampoco, porque eso se hereda”.
Esta aberrante muestra del desprecio y rencor de Carlotto
está dirigida, aparentemente, a todos los hijos adoptivos, dado que es usual
para ellos el desconocimiento de sus orígenes. El nuevo Código Civil si bien
otorga el personalísimo derecho de llegar a conocer sus lazos sanguíneos a
quienes hubieran sido adoptados, son exclusivamente los propios interesados
quienes podrán o no ejercer tal derecho conforme fuera su voluntad, pero en
modo alguno es una arbitraria facultad de las Abuelas ni las Madres de Plaza de
Mayo.
Me gustaría conocer la opinión de la propia Carlotto
respecto de su pensamiento de hace apenas tres años: “Bergoglio pertenece a la Iglesia que oscureció al país”, o “No hay que prejuzgar a Milani, no tiene
antecedentes que lo incriminen”.
Es por tales antecedentes que ya ni siquiera llama la
atención el vergonzoso episodio generado por doña Estela B. de Carlotto
respecto a la posibilidad de que los integrantes de la banda “Callejeros” sean condenados con pena de
prisión, lo que efectivamente sucedió a raíz de la confirmación que hiciera la
Sala IV de la Cámara de Casación.
A su respecto expresó: “No
sé qué voy a hacer. No me voy a quedar quieta. Los voy a acompañar siempre y
espero que algo suceda. Un milagro. Le pediría a Francisco por la vida de estos
músicos, que los quieren matar igual aunque no hayan muerto en la tragedia. Si
estuvieran muertos, nadie diría nada”.
Y finaliza esta serie de hipócritas manifestaciones acusando
a los familiares de las víctimas!!! “¿Les
da tranquilidad que lleven a los músicos a la cárcel? ¿Buscan Justicia o
venganza? Yo lo lamento, porque nosotros con todo el dolor que llevamos nunca
buscamos venganza, odio o revancha”.
Realmente resulta imposible comprender cómo se puede ser tan
ambivalente conforme la vereda en que se encuentre o respecto de quién esté
hablando.
……el desprecio y el rencor……
Juan Manuel Otero
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