domingo, 7 de julio de 2019

UNA FARSA PARA CONVERTIR A LAS ISLAS MALVINAS EN SUCURSAL DEL NEGOCIO CON LOS DERECHOS HUMANOS


Mentiras que agravian la historia y el heroísmo de nuestros soldados durante la gesta.

José D’Angelo[1]

Quienes rodean al ya muerto General Mabragaña, todos soldados conscriptos, dan testimonio del reconocimiento a su liderazgo de quienes sirvieron a la Argentina en Puerto Yapeyú. FOTO: (CEDOC)
En un artículo publicado en este medio, el Dr. Jerónimo Guerrero Iraola relata supuestas torturas y otros crímenes durante la Guerra del Atlántico Sur de 1982. El abogado del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) de La Plata no ahorra mentiras y ataques a personas e instituciones que llegan al sarcasmo cuando se refiere a héroes argentinos caídos en la Isla Gran Malvina, en diversas acciones bélicas localizadas alrededor de la posición argentina del Regimiento de Infantería 5 (RI 5)en Puerto Yapeyú (Puerto Howard). Esta unidad se sostuvo, en total aislamiento, durante toda la guerra, por acción de las fuerzas británicas, lo que hizo casi imposible las acciones de reabastecimiento intentadas.


El RI 5 es un Regimiento de gloriosa trayectoria histórica incluyendo la Gesta de Malvinas, no obstante lo cual, sus entonces oficiales y suboficiales han soportado, durante 12 años, acusaciones sin asidero alguno, tergiversando la historia, intentando mancillar a nuestros héroes y deshonrando la causa universal de los DDHH.

La primera mentira es asegurar que, desde hace cuatro décadas, 120 soldados vienen denunciando torturas y vejaciones. Las primeras denuncias tuvieron lugar en el año 2007, 25 años después de finalizada la guerra. Fue recién entonces cuando el Secretario de DDHH de la Provincia de Corrientes, Pablo Vassel, con la ayuda de Ernesto Alonso, Secretario de DDHH del CECIM La Plata, sonsacaron declaraciones a un reducido grupo de ex soldados conscriptos en contra de oficiales y suboficiales del RI5 por su actuación en Puerto Yapeyú, prometiéndoles indemnizaciones millonarias. Existen pruebas abrumadoras, entre ellas grabaciones, videos y declaraciones por escrito de algunos de estos soldados tentados pero que no se sumaron a esta felonía y otros que, arrepentidos de haberlo hecho, se rectificaron y pidieron perdón. Los restantes fueron llevados en micro hasta Rio Grande, con todos los gastos pagos y radicaron la denuncia en el Juzgado Federal de dicha ciudad, iniciando un interminable expediente judicial, que es el que ya lleva doce años.

En esta causa no se llegó a procesar a nadie. Por otra parte ya hubo una sentencia en el año 2009 de la Cámara de Casación Penal que determinó que los supuestos delitos denunciados (y jamás probados), se encontraban prescriptos por no encuadrarse como delitos de lesa humanidad. Este fallo de casación, que ya tiene diez años, quedó firme por decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en 2015. La entonces Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, en su último discurso ante la Asamblea Legislativa, también en 2015, dio por agotadas las instancias legales en la Argentina y sugirió hacer un planteo ante la CIDH.

Desconociendo el carácter de cosa juzgada los armadores de la causa, a quienes no parece interesarles la justicia sino las indemnizaciones, forzaron la continuidad de una causa fenecida con la complicidad del Fiscal de Rio Grande Marcelo Rapoport, quien pidió la indagatoria y detención de 26 oficiales y suboficiales del Regimiento 5.

Como no podían justificar el cuarto de siglo de silencio inventaron otra historia inverosímil: que las Fuerzas Armadas concibieron e instrumentaron un plan para silenciar denuncias. Esta conspiración debería haberse llevado a cabo durante los 24 años de los gobiernos de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Este disparate sería desopilante si no fuera deleznable.

Pero la mentira central la constituye la lista de delitos enunciada: estaqueamientos, enterramientos de soldados hasta la cabeza, inmersión en agua helada, golpes, disparos, picana con teléfonos de campaña y homicidios. Durante el heroico desempeño del RI 5 en Puerto Yapeyú jamás existieron tales hechos. ¿Es posible enterrar personas desnudas en la turba malvinense en noches de otoño e invierno y que sobrevivan? ¿Quiénes fueron los asesinados? ¿A quiénes se les disparó? ¿Es posible siquiera clavar una estaca en la turba malvinera?

Quien escribió esas barbaridades ni se ha hecho esas preguntas y oculta deliberadamente la situación que vivió el RI 5 en Puerto Yapeyú: los oficiales, suboficiales y soldados conscriptos compartieron sufrimientos inenarrables, codo a codo, como hermanos, sin distinción de rango ni jerarquías.

Las mentiras de Guerrero Iraola hacen hervir la sangre cuando, burlonamente, se refiere a quienes perdieron la vida en los intentos de abastecer al RI5. No se puede agraviar así a los marinos que, en la noche del 10 de mayo de 1982, como tripulantes del buque Isla de los Estados, hundido en el Estrecho de San Carlos por la fragata británica HMS Alacraty, entregaron sus vidas frente a los integrantes del RI 5 intentando reabastecerlos. Fueron 22 mártires argentinos, entre ellos 17 civiles marinos mercantes.

Pero su falta de escrúpulos no termina allí y se extiende a otro héroe fallecido: el entonces Coronel Juan Ramón Mabragaña, un Jefe ejemplar y clave para superar las carencias de todo tipo que sufrió la Unidad argentina más aislada del conflicto


¿Encuadrará como “victimización” la historia del entonces Subteniente José Alberto Miñones Carrión? Uno de sus camaradas, indignado, me contó: “Yo estuve esa noche del 27 de mayo de 1982 ante el cuerpo destrozado de mi amigo. Su pierna era literalmente una masa de carne y huesos rotos y su pecho sangraba. Un soldado de mi sección llamado Clemente Barrientos se ofreció a donar su sangre”. Ese bravo oficial tuvo suerte y su soldado no lo abandonó.

No tuvo la misma fortuna el Subteniente Juan Domingo Baldini del Regimiento de Infantería 7 aquien, luego de morir en combate integrando el Batallón de Infantería de Marina 5, hubo que arrancarle el fusil de sus manos todavía en posición de tiro. El citado Ernesto Alonso no podrá olvidar a este héroe, ya que era su jefe, como tampoco olvidará a otros valientes mártires argentinos, como el soldado Elbio Eduardo Araujo.

El CECIM de la Plata es una de las 220 agrupaciones de Veteranos de la Guerra de las Islas Malvinas y la única empecinada en perseguir a oficiales y suboficiales que entonces combatieron en Puerto Yapeyú.

En una cosa tiene razón el Dr. Jerónimo Guerrero Iraola: hemos llegado a un punto de inflexión, pero no para dirimir un nuevo encuadramiento legal al amparo del Derecho Humanitario Internacional, sino para terminar de una buena vez por todas con este intento de lucrar con esta farsa, intentando vanamente mancillar a nuestros héroes de Malvinas.


[1] Periodista e investigador

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