Escuché ayer a María O'Donnell, en su programa radial, hacer
un comentario sobre la foto de tapa del diario Página 12, que muestra al
ministro de Trabajo, Jorge Triaca, mientras asiste "a una misa en memoria del represor Miguel Ángel Egea, imputado
por ser una pieza clave en la estructura de los grupos de tareas de la
ESMA". La periodista, después de aclarar que evidentemente se trataba
de una relación de amistad entre las familias, considera que fue una actitud
nada favorable mostrarse allí cuando cumple una función dentro del Gobierno "rindiendo honores a un represor."
A mi entender, es una muy buena oportunidad para comprender,
aun sin practicar la fe católica, lo que el papa Francisco trata de explicarnos
desde el 8 de diciembre de 2015 sobre la importancia de vivir el Jubileo de la
Misericordia. Darnos cuenta de lo que es capaz Dios y de lo que somos llamados
también nosotros a ser: misericordiosos. Una de las obras de misericordia
espiritual es precisamente rezar por los difuntos. Nada se dice que haya que
abstenerse de aquellos muertos que cometieron graves delitos, porque en verdad
pedimos por su alma para que luego de purgar su falta, por la misericordia de
Dios, alcancen el perdón y la gloria eterna. Esto no es rendir honor.
María Araceli Pittaro
DNI 12.109.218
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