Por Iván Velázquez
Un ex agente de
inteligencia que trabajó dentro del aparato paralelo de César Milani rompió el silencio con Adelanto 24. Reveló cómo
funcionaba la estructura de espionaje ilegal K, quiénes la comandaban y por qué
Cristina pasó a retiro a su general.
Con el progresivo
debilitamiento del kirchnerismo y su posterior salida del poder, tras la
inesperada derrota a manos de Mauricio
Macri, uno de los temas que emergió desde los sótanos del Estado fue la
existencia de un aparato de inteligencia ilegal dedicado a nutrir de preciada
información al gobierno anterior, la cual era empleada para perseguir a
opositores y vigilar a la propia tropa.
Mucho de mito y
tergiversación rodeó el asunto, que hace apenas semanas la Justicia pidió
investigar, luego de una entrevista que el ex espía Antonio Stiuso brindó al diario La Nación. En ella, “Jaime”
apuntó por este servicio secreto K contra el ex jefe del Ejército, César Milani. Sin embargo, que tanto de
mito y verdad hay aquí es la pregunta.
“Todos
hablan, pero pocos saben”, sintetizó un ex agente civil de
Inteligencia del Ejército (PCI) que, arrepentido, decidió contar su verdad en
Adelanto 24. Por razones de “seguridad”,
el entrevistado pidió que su identidad permaneciera bajo secreto. Ya que,
posiblemente, termine aportando información ante la Justicia.
-
¿Qué
puede contarnos sobre el aparato de inteligencia K? ¿Realmente existió?
-
Gran parte de lo que se dice es
cierto. Pasa que nadie sabe realmente cómo funcionaba. Todos hablan de la
tecnología, a la cual no hay que quitarle mérito, pero llevo más de 25 años en
la Inteligencia Militar y nosotros trabajábamos muy distinto. El secreto que
encerraba el éxito de Milani era su
red de informantes extendidos a lo largo y ancho del país, y en el exterior con
el personal agregado en las embajadas.
-
¿Y
cómo funcionaba esa red?
-
Milani,
a través del coronel Marcelo Granitto,
el suboficial Joaquín Conrado Pereyra,
el coronel Víctor Hugo Pérez, el PCI
Jorge Barreiro y el actual Director
General de Inteligencial del Ejército, José
Arce, tenía repartido el país en zonas. Y en cada una de ellas reclutaban a
sus informantes. Había mucho dinero destinado a esto. Llegamos a tener el
presupuesto más grande del país: 600 millones de pesos para tareas de
inteligencia, ¡más que la SIDE y el Ministerio de Seguridad!
-
¿Y
qué hombres llegaban a ser parte de la red de informantes?
–
De todo tipo. Policías provinciales,
federales, gendarmes… el nexo ahí era Pereyra,
por su amistad con el entonces jefe de Gendarmería. Se tenía todo controlado. Además,
obviamente, había gente infiltrada en organizaciones sociales, la oposición y
en los ministerios de todas las provincias. Todos estos informantes,
semanalmente, pasaban un parte vía mail a su jefe de Grupo. Y después estaban
las Operaciones Especiales, donde si se tenía que alquilar una propiedad o
comprar voluntades para espiar a alguien, se hacía. Eran operaciones que ni la
SIDE ya hacía. A mí me toco viajar al Norte, por ejemplo, y alquilar una casa
que estaba frente a la de un fiscal que acusaba a Milani en el caso Ledo .
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¿Cómo
fue eso?
-
Se alquiló la casa y después un equipo
técnico se instaló bajo la cobertura de una familia pero, en definitiva, de
allí se operaban los scanner de interceptación de telefonía y se tenía vista de
los movimientos de ese blanco. Como eso no le alcanzaba a los jefes, incluso,
dieron la orden de ponerle un rastreador vehicular. ¿Por qué cree que a Milani nunca lo metieron preso?…
-
¿Qué
lo lleva a contar esto?
-
Que esta gente es una basura, que se
enriqueció con plata del Estado, a costa del desprestigio de la Institución
Militar. Y porque la verdad se tiene que saber.
-
¿Por
qué se rompe la relación entre Milani y Cristina?
-
Mire, la Señora será lo que será pero
de tonta no tiene nada. Los K tenían tres “inteligencias”:
la de la SIDE, en la cual después de la muerte de Néstor dejaron de confiar por completo, en especial en la figura de
Stiuso; la del Ejercito; y una que
actuaba en tunder con servicios extranjeros Venezuela. Acá había gente de Chávez, militares de Inteligencia,
operando y entrenando a los chicos de La Cámpora en contraespionaje y guerra
cibernética. Y créame, trabajaban muy bien. A la Señora le llegaba información
de todos lados.
Cuando
matan a Nisman (sic) Milani se había transformado en un
peligro latente para el Gobierno, porque si fallaba la “operación desvío” podían llegar a la Señora. Pero eso no fue todo:
Milani comenzó a tener relaciones
profundas con el sciolismo, ofreciéndole sus servicios y blindaje para perdurar
en el próximo mandato. Esta maniobra fue advertida por el riñón más leal de
informaciones y comprobada; es ahí cuando la Señora montó en cólera y decidió
pasarlo a retiro.
-
¿Qué
es de la vida de Milani hoy?
-
Y muy mal no le fue. Y no lo digo por
la pancheria (NdR: Tío Tola, la cual abrió en sociedad con Guillermo Moreno). Como buen hombre de Inteligencia, supo
reciclarse y ofrecer sus servicios al mejor postor. Por un lado, llegó al
Ministerio de Seguridad de la Nación a través de Nilda Garré. Aunque Patricia
Bulrrich lo oculte o niegue, conoce a Garré
de los dorados ’70, cuando ambas eran jóvenes idealistas y luchaban por un
mundo mejor. Además, solapadamente, su consultora consiguió unos contratos y
mantiene cobertura con ese Ministerio. Y como si fuera poco, logró sostener a
su delfín, José Arce, que sigue
controlando gran parte de esa estructura de Informantes, en la Dirección
General de Inteligencia del Ejército. Lo que no sabe el Gobierno es que Milani es Lucifer, y tarde o temprano
los va a extorsionar. También sigue trabajando para la reconstrucción del PJ.
Se junta seguido con los intendentes Alejandro
Granados y Mario Ishi; y come asados con Guillermo
Moreno, que terminan con una ronda de whisky y truco, en el que apuestan
por la caída de Macri en 2017.
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