Carta de la semana
De la polifacética
actividad de Sarmiento como estadista, político, escritor, periodista, militar,
en el día de su muerte se lo recuerda en su papel de educador por la impronta
que dejó. Luchó toda su vida por la educación y la cultura del pueblo, pues creía
que ellas junto con el trabajo eran los tres pilares que sostendrían la Nación.
Pensaba que no sólo la educación era el remedio más eficaz para combatir el
atraso y la ignorancia, sino también que era necesaria para desarrollar en los
jóvenes los hábitos del orden y la disciplina, además de ser un rol armonizador
para un país que en ese entonces aparecía fragmentado. Mostrando su permanente
preocupación por esa educación, hizo decisivos aportes para ampliar y mejorar
el sistema público de enseñanza, aunque ese ciclópeo afán sólo tuvo
gratificación recién cuatro años antes de su muerte, al aprobarse en 1884 su
viejo proyecto: la ley de educación gratuita, laica y obligatoria.
El escritor y
ensayista Martínez Estrada dijo: "Sarmiento
soñó un gran país y nosotros le creímos". Lastimosamente, desde hace
varias décadas -pero muy en especial en la última- se procuró con énfasis
desvirtuar ese ensueño del prócer. Por ello es que ahora nos corresponde
bregar, rescatando aquel deseo sarmientino, para que nuestra creencia de un
gran país se haga realidad.
María
Salomé Outes Aparicio
DNI 12.086.246
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