SE Nuncio Apostólico
en Argentina
Monseñor EMIL PAUL
TSCHERRIG
Avenida Alvear 1605
(1014) Ciudad de
Buenos Aires
La que suscribe María
Violeta Spaciuk de Rodríguez, mis tres
mis hijas y mi hijo, recibimos de parte
de los políticos, los periodistas y, fundamentalmente, los jueces de este país
un trato discriminatorio, vejatorio e inhumano. Nuestros padecimientos tienen
una sola causa, el constituir el núcleo familiar de un militar perseguido. La
sociedad argentina ha consentido, por omisión u acción, el absurdo de la
estigmatización y destrucción moral de sus Fuerzas Armadas ¡Qué otra cosa cabe
decir de la indiferencia ante del mote de “genocidas”
con el que, impunemente, organizaciones de “derechos
humanos” se refieren a los soldados, gendarmes y policías que enfrentaron a
la subversión armada! Ni el hecho de haber dado su vida en defensa de la patria
los salva de ese ultraje. Haber pertenecido o estar ligado de alguna forma con
integrantes de las bandas terroristas del ERP o Montoneros no es motivo de
vergüenza y arrepentimiento sino de orgullo. Y, así las cosas, porque los “jueces” argentinos niegan que el estado
respondiera legalmente y con las armas al ataque militar contra la sociedad
argentina que perpetraron los subversivos. Por ende, le dan el trato de
víctimas civiles objeto de perversos que de un día para otro se volvieron
locos. De allí, que la sola y mera palabra de los asesinos del capitán Viola y
su hija María Cristina haya sido suficiente para que funcionarios judiciales
procesen y condenen a los captores homicidas.
El Tte. Cnel. Martín
Rodríguez, de 71 años de edad, con diabetes, asma, hipertensión arterial y
dislipidemia, marido y padre ejemplar, de trayectoria pública impecable y preso
político, está en huelga de hambre porque se le ha negado el beneficio de la
prisión domiciliaria que la ley estipula para los mayores de 70 años. Es su
condición de “ciudadano de cuarta” lo
que ha incidido principalmente para que los jueces no hayan hecho lugar a su
solicitud. De haber sido subversivo hubiera sido premiado con una pensión u
ocupando un cargo en la Secretaría de Derechos Humanos.
Así es que nosotros,
su familia, también somos “ciudadanos de
cuarta”. Advertimos con desesperación e impotencia cómo, la indiferencia de
las instituciones y la actitud vengativa de los “derechos humanos”, han llevado a nuestro ser querido a poner en
riesgo su vida para hacer cesar esta condición injusta e indigna a la que lo ha
y nos han sometido. Los políticos y los jueces son los principales responsables
de este calvario que sufren los perseguidos políticos. Ellos serán los
culpables del deterioro físico de mi marido y de la angustiante situación por
la que atraviesa toda su familia. Más, también tienen una gran cuota de
responsabilidad las instituciones no estatales que callan ignominiosamente ante
todas estas injusticias.
¿Así paga esta
sociedad a los que la defendieron…?
Monseñor, los
Rodríguez rezamos por usted.
María
Violeta Spaciuk de Rodríguez
DNI 6. 400. 828
DNI 6. 400. 828
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