Me llama mucho la
atención el nuevo escándalo desatado por los dichos de Gómez Centurión, ya que
los informes, públicos y oficiales, del Estado nacional argentino acerca de
este tema ya fueron tres: 1) Informe de la Conadep (1984), más conocido como "Nunca Más". Registra 8961 "personas desaparecidas". 2)
Informe de la Secretaría de Derechos Humanos 2006, conocido como "Informe Kirchner-Duhalde", el
que "revisa, corrige, amplía y
actualiza" el anterior. Este informe registra: a) 1969-24/3/76; 642
desapariciones forzadas y 525 ejecuciones sumarias, es decir, un subtotal de
1167 durante ese período de dictaduras militares y gobiernos democráticos; b)
24/3/76-10/12/83; 6447 desapariciones forzadas y 754 ejecuciones sumarias, es
decir, 7201 durante la última dictadura militar. Total general: 8368 víctimas
entre 1969 y 1983. 3) Informe de la Secretaría de DD.HH. de noviembre de 2015.
Éste perfecciona el anterior y establece 7018 víctimas de desaparición forzada
y 1613 de asesinato. Total, 8631 víctimas. Más elementos: 1) de las 30.000
placas que recuerdan a las víctimas en el Parque de la Memoria de la Costanera
Norte, monumento nacional y público, sólo unas 9000 tienen nombres inscriptos,
entre ellos algunos queridos amigos del rugby, como José Jasminoy, del CUBA; entrañables
rivales como Marcos Cirio, del SIC; conocidos como Pablo Van Lierde y nuestra
querida tía Elena Holmberg. 2) Cifras extraoficiales estiman que se pagaron
unas 7500 indemnizaciones y, como aproximación razonable, se calcula que se
destinaron unos 1800/2000 millones de dólares a razón de US$ 250.000 por
víctima, mercado secundario de descuento de bonos incluido.
La simbólica cifra de
30.000, aunque ése no haya sido el propósito de sus declarados impulsores
iniciales, ha servido para crear "Derechos humanos SA",
marca registrada y muy próspera sociedad cuyos accionistas son el CELS de
Verbitsky, las Madres de Plaza de Mayo de Bonafini y las Abuelas de Plaza de
Mayo de Carlotto.
Mientras tanto, las
víctimas del terrorismo a secas, al tiempo que gozan de la paz de los justos y
el reconocimiento silencioso de sus deudos, claman también por verdad, memoria
y justicia. ¿Por qué no comenzamos por inscribir sus nombres en nuestros
corazones y en algunas de las más de 20.000 placas anónimas del extraordinario
monumento frente al río, tal como la inmensa mayoría de los argentinos ha hecho
con los 30.000 y cómo antídoto a un pasado trágico y fratricida... Pero no
conocemos ni su cantidad, ni su sufrimiento, ni sus nombres. Ellos son los
ignorados por casi todos.
Pedro
José Güiraldes
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