Hay muertos
privilegiados. Tales son los tripulantes del ARA San Juan, a quienes con
justicia el país entero honra. Es
posible que el submarino haya sido otra víctima del pésimo mantenimiento que
tuvieron todas las unidades militares durante el kirchnerismo, a pesar de
que la señora le aseguró 30 años de vida. Otros
son los ancianos jefes y oficiales que derrotaron al inmundo trapo rojo en
combate y se siguen muriendo en prisión. Algunos de ellos participaron del
glorioso intento de reconquista de las Malvinas. Todos obedecieron órdenes superiores, como corresponde. Finalmente, los
muertos por la represión militar, cuyos familiares recibieron suculentos
premios y cargos públicos. Estamos ante un caso
flagrante de desigualdad ante la ley, que contradice las garantías expresadas
en la Constitución nacional.
Señor
Presidente: cierre esta grieta de odios. Sabe cómo hacerlo.
Carlos
Llambías
DNI 4.143.811
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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