jueves, 17 de enero de 2019

POR QUE NO LO VOY A VOTAR



Los argentinos empezamos a respirar el tufo eleccionario y en breve seremos testigos de agachadas, mentiras y bajezas del calibre que queramos. El peronismo de los mil nombres -ese de los hombres escasos de votos pero al que también pertenece la dueña de los votos que le quedan- ya nos ha extasiado con su consuetudinaria capacidad para urdir indecentes picardías y reiteradas puñaladas traperas asestadas por traidores expertos.

Lo que mueve a compasión, sobre todo en las redes sociales, es la desesperada insistencias de seguidores de Macri intentando saber por quién votarán los quías que componen sus “seguidores” de la web. Es mentira que estos que preguntan: “¿Qué vas a hacer en las elecciones?” o, ¿para quién será tu voto?, sean trolls mandados por Marcos Peña para armar encuestas al voleo que levanten la alicaída moral de los cambiemitas; no, estoy seguro que son hombres y mujeres comunes del Pro y de Cambiemos que ven como el segundo mandato puede irse como agua entre los dedos y quieren exorcizar el raje mediante preguntas, preguntas que si son contestadas como a ellos les gusta les renueva la fe en una ilusión que hace ya bastante tiempo se viene desinflando como globo después de la fiesta. También, consecuencia directa de este forro pinchado, es la puteada que te comés si la respuesta es contraria a sus esperanzas.


Para evitar errores de interpretación, informo que yo no voy a votar al okupa de la Rosada, pero menos aún a la desquiciada. Me embola este ring de cloaca inventado para ver como dos impresentables se pelean; impresentables que, una de ellos, debería estar presa por chorra y no por haberse robado el “mercadito de la feria” precisamente, y donde el otro debería pasar a la historia como uno de los mejores mentirosos, y es poco decir, que ha parido la política argentina, al extremo que, si Nicolás del Caño no fuera un zapallo con pelos, hasta le arrimaría el voto si tuviera que elegir entre ellos tres.


Porque yo voté en 2015 al mentiroso y, aunque poco convencido, volví a la urna de la misma forma en 2017; pero 2018, ese 2018 pleno de ineptitudes, trampas, falacias y artimañas que comenzó con la “habilitación” del debate del aborto disfrazado de acto de conciencia democrática, que siguió con el crédito de 200 MM de USD tomado para ejecutar el “Programa de apoyo a políticas de igualdad de género” y con la autorización de la venta en farmacias del misoprostol, convirtieron a la náusea en mi límite.


Quizás debiera haber tomado esa decisión cuando vi que el mentiroso que se había desgañitado diciendo que “iba a terminar con el curro de los derechos humanos” tiraba flores al río por unos asesinos que, para bien de la Argentina, habían desaparecido de mala manera y permitía que la Nación fuera querellante en los circos de “lesa humanidad”; quizás debiera haberme desengañado cuando el mismo quía que decía que tenía el mejor equipo de los últimos cincuenta años, no daba pie con bola, aumentaba los impuestos y ponía retenciones o, cuando la decepción de ver que el “cambio” era una sanata más de esas a las que los políticos le echan mano cuando no saben que decir y prefieren usar nuestros impuestos para mantener vagos de la misma y exacta manera que la desquiciada lo hacía.

Ya no me pueden correr más con el cuento de: “peronismo nunca más” porque en tres años y medio el mentiroso y su banda de mediocres han hecho lo suficiente como para que el peronismo vuelva a paso redoblado. No lo voy a votar y no tendré ningún cargo de conciencia. ¿Qué es mi voto?, solo un voto entre la masa de frustrados que sienten lo mismo que yo, que creímos -que quisimos creer, mejor dicho- que estábamos frente a un nuevo Roca y solo nos ganamos a un timorato al que nunca le explicaron que para hacer un cambio hace falta coraje.


Con todo, es probable que el mentiroso gane. Aún frente a esta probabilidad tampoco lo votaré, no quiero ser cómplice de algo que se ha demostrado contrario a mis convicciones. Hoy, de lo que estoy seguro es que si alguien no va a ganar será la República!

Jose Luis Milia

Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini tuo da gloriam.



NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

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