Para no olvidar: 1 de diciembre de 1974
Los últimos asesinados por el terrorismo en el año 1974 fueron el Capitán Humberto Viola y su hijita de 3 años María Cristina; en la cobarde acción guerrillera también hirieron (con un disparo en la cabeza) a su otra hija de 5 años, María Fernanda. Cabe recordar que primaba desde el 12 de septiembre de 1974 la orden del ERP, de ejecutar a mansalva a cualquier oficial del Ejército, estuviese donde estuviese, como represalia por la muerte de los 16 guerrilleros que habían tomado parte en el ataque al RI 17 de Catamarca
Fue así como ese 1 diciembre de 1974 once
guerrilleros dejaron sus campamentos en la espesura y se dirigieron a la ciudad
de San Miguel de Tucumán con el objeto de cumplir una orden llegada de Buenos
Aires: ejecutar al capitán Viola, como parte de la serie de fusilamientos que
el alto mando terrorista había dispuesto en el marco de su siniestro plan de
acción.
Los comandaba Hugo Irurzún a quien
secundaban Pilín Gutiérrez, Federico Coutra Siles y el “sargento” Lin (boliviano), quienes, previo trabajo de inteligencia,
se encaminaron en varios automotores al domicilio del padre de Viola, sabiendo
que ese domingo, la familia se reuniría a almorzar.
El ERP distribuyó a sus combatientes a lo
largo del recorrido, en espera del vehículo de Viola. Éste llegó con su esposa,
María Cristina Picón, sentada a su lado y sus dos pequeñas hijas de 5 y 3 años
en el asiento posterior. Una vez frente a la casa de su padre, Viola detuvo el
auto y permaneció en el interior mientras María Cristina, embarazada de cinco
meses, descendía para abrir el garaje.
Fue en ese preciso instante que uno de los
vehículos en los que se desplazaba la guerrilla, se le puso a la par y desde su
interior le dispararon a quemarropa, tan mal, que habiendo impactado los
proyectiles en el parante delantero izquierdo, dieron de lleno en la pequeña
María Cristina, de tres años, que falleció en el acto. Habiendo fallado en su
primer intento, otro guerrillero (al parecer el boliviano Lin), descendió con
su ametralladora para disparar una corta ráfaga que dio a Viola en la espalda,
a la altura de la base del pulmón izquierdo.
Pese a las heridas, Viola alcanzó a
descender de su vehículo y comenzó a correr en dirección a la calle San
Lorenzo, pasando cerca del automóvil con el que los guerrilleros bloqueaban el
camino. Su intención era alejar el peligro de su familia y atraerlo sobre sí,
objetivo que logró en parte ya que, detrás suyo, corría Lin, pistola en mano
(su ametralladora se había trabado), disparando constantemente. Viola cayó en
plena calle, alcanzado nuevamente en la espalda, en momentos que de un segundo
automóvil descendía otro sujeto para descargar sobre él una nueva ráfaga y
pegarle el tiro de gracia. Lo increíble fue que un tercer subversivo también se
le acercó para disparar sobre su cuerpo inerte, algo totalmente innecesario a
esa altura.
En momentos en que Viola corría hacia la
calle San Lorenzo con los terroristas disparándole detrás, su otra hija, María
Fernanda, de 5 años, se lanzó tras él, pasando frente a otro grupo guerrillero
que, desde su automóvil, observaba la escena atónita. La niña recibió heridas
de balas cuando algunos de los disparos a quemarropa que le efectuaron a su
padre rebotaron sobre el asfalto y quedó tendida sobre la acera, gravemente
herida.
Finalizado el operativo, los terroristas
abandonaron el lugar liberando a dos taxistas que habían secuestrado para
sustraerles sus automotores y regresaron al monte, dejando atrás un cuadro
estremecedor.
Los integrantes del pelotón que
participaron en el hecho fueron: Hugo Irurzun, el jefe del ataque, que
terminaría muerto en acción en la denominada “Operación Reptil”: el asesinato del expresidente nicaragüense
Anastasio Somoza, en Asunción del Paraguay en 1980. Lo secundaban Francisco
Antonio Carrizo, José Martín Paz, Rubén Jesús Emperador, Fermín Ángel Núñez,
Miguel Norberto Vivanco y Svante Grande, un sueco-chileno que luego sería
abatido en el monte tucumano. Todos los integrantes del comando que atentó
contra la familia Viola fueron detenidos entre febrero y abril del año 1975, a
excepción de Pilín Gutiérrez, Federico Coutra Siles y el “sargento” Lin (boliviano), y encarcelados a disposición del Poder
Ejecutivo Nacional. La investigación judicial identificó a los autores
materiales de los homicidios del capitán Viola y de María Cristina, y de la
tentativa de homicidio contra María Fernanda, y fueron condenados y más tarde
amnistiados.
Esto ocurrió en San Miguel de Tucumán el 1
de diciembre de 1974, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón.
Cabe señalar que el ERP felicitó a los integrantes de ese grupo terrorista por “la valiente acción”. Asimismo, se
recuerda que algunos integrantes de ese asesinato participaron como testigos en
el juicio realizado en Tucumán por la “Operación
Independencia” en los años 2016 y 2017. También, en este año vimos aparecer
en programas de televisión, a tres de ellos disfrazados con uniformes y
usurpando el grado de coronel, haciendo apología del terrorismo.
PARA NO OLVIDAR
Salta, 30 de noviembre de 2020
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