En la antigua sede del Senado chileno aclaman a su invitado especial, el juez español Baltasar Garzón, y enloquecen con la presencia inesperada de unos visitantes de excepción; los jóvenes del frente de lucha: encapuchados, clandestinos, enarbolando sus emblemas, que incluyen banderas mapuches y cruces negras con estrellas blancas, se suman a las consignas y los gritos. Uno de sus líderes despacha un discurso crispado, altisonante, cargado de rabia y de odio contra “el tirano” (Sebastián Piñera), contra los ricos, contra los poderes capitalistas y la burguesía. Luego vuelven a la Plaza Italia, en donde son secundados por un grupo de la sociedad homosexual que clama por sus derechos: las mujeres quieres ser hombres y los hombres quieren ser mujeres; es el epicentro de las protestas. Son los mismos muchachos que no saben que el difunto presidente Salvador Allende tenía una agenda en donde incluía la eliminación física de los homosexuales.
Garzón, quien se aprovecha de cobrar cada dólar para defenderlos ante los tribunales imperiales, se escabulle cuando escucha la sirena del primer carro antimotines, pero alcanza a sacarse una foto antes de retirarse de la barricada, con los jóvenes combatientes, encapuchados todos menos él, quien está muy ocupado en tratar de lavar los 60 millones de dólares pagados por la defensa del colombiano Alex Nain Saab, quien se encuentra detenido en Cabo Verde en espera de ser enviado a los Estados Unidos de Norteamérica para ser juzgado por lavado de más de 350 millones de dólares originados por la corrupción de Nicolas Maduro de quien es su testaferro. Siempre hay una manera de no pagarle nada al fisco español aun cuando se trata de dinero sucio.
Garzón escapa, rumbo al aeropuerto y los jóvenes vuelven a lo suyo, aquello que vienen haciendo durante los últimos 18 meses: destruir estaciones del metro, quemar edificios públicos, saquear locales comerciales, acabar con todo lo que signifique ley y orden, trabajo, respeto a la propiedad, estudio, ciencia o tecnología que en forma gratuita (creen) les inyectará el próximo gobierno.
Mucho más hábil que Garzón es Gustavo Petro, aspirante a la Presidencia de Colombia, representando a los narcos guerrilleros de las FARC, quien recientemente publicó un video en el que expresó su desacuerdo con las manifestaciones violentas (“para eso finalizamos una guerra”, dice) pero tampoco pudo evitar la tentación de romantizarlas: describió esa misma violencia que rechaza como el fruto de una “Juventud que se aferra a defender el territorio donde vive, su pobreza, donde está su familia, sus amores, sus sueños extinguidos”. Como si la fabricación en serie de armas artesanales, el entrenamiento y la aplicación de estrategias militares (que en su discurso es como si no existieran) fueran la respuesta espontánea de una juventud amorosa y soñadora.
Definitivamente, nadie razona en cabeza ajena; más de seis millones de venezolano se han visto obligados a huir de su país y en Colombia hay más de millón y medio de refugiados de esa nacionalidad por culpa de un sistema al cual votaron hace 22 años y los colombianos desean estar allí; probar, morirse de hambre o en manos de la narcoguerrilla que les gobernará con un Gustavo Petro, quien les quitará sus bienes a la oligarquía para dárselos a ellos: la juventud soñadora que al despertarse dentro de esa pesadilla se encontrarán que los cupos están llenos; no hay más espacio no tendrán hacia donde huir.
Mientras, el pasado 21 de junio de 2021, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, habló de México, Colombia, Rusia, China y Etiopía, en su discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, al abrir su 47ª sesión tratando de ignorar a Cuba, Venezuela y Nicaragua en donde la violación a los derechos humanos es parte de la rutina diaria. Particularmente en Venezuela en donde un Holocausto, que se está llevando a cabo desde hace 22 años, ha causado más de UN MILLON DE VICTIMAS (+1.000.000).
Pero no crean que hay algo de inocente en la romantización de las acciones vandálicas de esos malandros, pues se trata del reclutamiento y entrenamiento deliberado, por parte del Foro de Sao Paulo y/o Grupo de Puebla, quienes conscientemente invierten muchos recursos en la utilización de los servicios de ese selecto grupo de jóvenes a quienes entrenan, gradúan y financian para viajar a donde se requieran sus servicios
No podemos continuar subestimando el poder del narcotráfico, mucho menos si cuenta con la estructura del Estado y una “Academia de Terrorismo” venezolano con decanato iraní, en donde los capos se dan el lujo de anunciar con anticipación en que territorio del hemisferio occidental actuarán. Venezuela, 25 de junio de 2021. rdbustillos@gmail.com, @rdbustillos
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