sábado, 15 de septiembre de 2012

VISIÓN DE TÚNEL

Uno de nuestros acostumbrados columnistas, nos hizo llegar su editorial del día de la fecha, su aguda pluma no tiene empacho alguno en comparar la realidad cotidiana con una antigua comarca donde reina una mujer maligna, perversa, infame, estafadora, mentirosa, corrupta y que ahora sufre una rara enfermedad oftalmológica.


15 sept 2012

Definitivamente son, además de ladrones…  una recua de infames… Una banda de perversos… como las hordas de visigodos de Alarico, entrando en Corinto, violando, asesinando… y arrasándolo todo.

Son bárbaros descerebrados… que tomaron mi  República.

Una comarca espléndida.


Allí, la reina … al principio parecía Catalina Montenegro de Irfan, que había nacido sin ojos… Sin cuencas oculares… lisa y llanamente.

Pero no…     


Supe después… que padecía la llamada “visión de túnel”…  que es la pérdida de la visión periférica… con conservación de la del centro… de modo que el campo visual,  queda restringido casi a un punto fijo.

Ese punto fijo… le deja ver sólo la riqueza, el poder y la vanidad.
No hay nada fuera de tales imágenes.  No hay ni siquiera una mínima conciencia de la noción de prójimo.

Ahora lo tengo un poco más claro … 


Una multitud, le golpeó suavemente la barbacana del castillo…

Gente silenciosa… sin maquinarias de asedio…

…sin arietes de rueda… y sin prisa para darle caza… le pintó con una cruz, la torre de homenaje de su palacio…. y mojando sus pies en el agua sucia de su fosa… le avisó que vuelve pronto.

Ella está decidida a disimular todo. 

Su visión de túnel la inclina a profundizar su aferramiento al lenguaje visual de símbolos que parece tomar del sarcófago de Keops.

Cada vez son menos las cosas que le deja ver su túnel… Cada vez… se abandona más a su bajas pulsiones.


No ve.

Ni su condición de titular de un consenso muy dudoso, ni su calidad de inquilina de un poder ectópico, ni su enorme omnipotencia en el mensaje autorreferencial.

Tampoco su intolerancia a cualquier matiz que contradiga la letra fría de la verdad en un discurso de retórica vacía … que enarbola.

Operaria absoluta de una política que manipula como mercadería en subasta…  lo que no puede comprar…  lo dinamita.

Es tan degenerada, tan rechifladamente inmoral que ahora impulsa una guerra civil. Organiza una provocación absolutamente pirada…

Un zafarrancho de ensayo ambulatorio que jamás podrá lograrse sin arrastrar lacayos con dinero, con micros y con amenazas.
Los lanzaría en ataque contra sus compatriotas si por ella fuera.


Provocaría un caos de sangre… no se dude.

Esa es… y no otra… su terrible y retorcida mente de caníbal social.
Una chorra, hoy cuasi cercada, que… al ver el escenario complejo que empieza a prefigurarse… toma rehenes.   

Su dominio, inspirado en el poder adquisitivo que ejerce sobre un territorio plagado de venales… acumula con la compra y estigmatiza con la enemistad abierta.

Y sus enemigos… entiéndase muy bien esto… siguen siendo los que piensan diferente, los que no la votaron, los que osaron abrir la boca para desviarse un milímetro del dogma que decidió implantar… los que escribieron algún cuestionamiento político… fuese leve o profundo… los que no quisieron ingresar a ser peronistas del nuevo seudo peronismo…  Ese que  fue expulsado de la Plaza, precisamente por no serlo… Y además… los que ideológicamente se hayan ubicado a su derecha, siquiera por media pulgada.

Pero desde los visillos de palacio… vieron cosas… y para salvar su visión de túnel… le fueron a informar:

“Sin arietes de rueda… y sin prisa para darle caza… pintaron con una cruz, la torre de homenaje del castillo….  y mojando sus pies en el agua de su fosa… nos avisaron que vuelven pronto”.

La nueva técnica de esta monarca ambliope consiste en una especie de ironía bizarra y sin estilo alguno, que bascula entre la diatriba indirecta y la parábola amenazadora.


Hábil hacedora de “magia de lejos”… despliega su arte de punguear glorias ajenas… de apalear a cualquier tullido, de humillar a los pusilánimes, de arrear a los borregos y de hacer mucha leña… de los árboles caídos.

Son riesgos que se anima a seguir tomando esta farsante.

…sin arietes de rueda… y sin prisa para darle caza… pintaron con una cruz, la torre de homenaje del castillo….  y mojando sus pies en el agua sucia de su fosa… le avisaron que vuelven pronto.

La proclama estrepitosa de algún exterminio, que es hecha a los gritos,  resulta ser un escenario que ella busca repetir una y mil veces para consolidar, ante la impavidez social, el falso perfil de la heroína ultramontana cuyo rigor y cuya autoridad, sólo admiten una de dos respuestas :

  1.  El temor o la veneración… 
  2. Cuando no, la abnegación… que es la hija putativa de ambos y  que es… además… “virtud” vergonzosa de los siervos.

Escarmentadora temible de cualquier contrapoder, taita de todas las taitas, implacable y muy severa admonitora de quienes se atrevan a oponérsele, siquiera expresando una disidencia de menor cuantía.


Con total objetividad, cuesta entender, la poca o nula dignidad de una dirigencia empresaria y política temerosa de estos gambitos de compadrona a la violeta que nos han hecho revivir intensamente a todos, las páginas más notables de los tangos de Cadícamo.

Esos empresarios, forman parte del paisaje inmediato cuando ella los  convoca al atril. Y de allí deviene su miserable dignidad, entregada oblicuamente a esta monarca sin ningún nivel… a la que conocen muy bien como  secreta comensal de la farsa.

A esos empresarios, cuyo mutismo tan paradójicamente sonoro pasará a la historia de esta época de sojuzgamiento… les importa un rábano la herencia malsana de esa infamia, superior a todo freno ético y sin el menor resuello de grandeza.

Convertidos en alfombras, vuelven a sus casas a ver a sus hijos sin que se les mueva un músculo de la cara.

Inmoral por vocación, ella ha elegido el ropaje de la simulación y la hipocresía para abrevar un poco de valor desde algún aplauso y enmascarar mejor el enorme susto del que vive transida en su soledad.

Una cáfila encorbatada de bandoleros, en derredor suyo, después de haber cambiado el matagato por el teléfono celular,  escuchan sus hazañas de los años 70 y hacen esfuerzos por contener su asombro ante esta avezada narradora de cicatrices que nunca muestra.

Son la hipertrofia pérfida de este peligroso clima de guerra civil en el gran desierto político que ella ha repujado.

Un desierto en el que hoy germina lo que enfoca su visión de túnel: la más grave fractura social de toda nuestra historia.

Lic Gustavo Adolfo Bunse

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