Un nuevo gobierno, al que se vislumbra como respetuoso del
sistema republicano, ha comenzado a andar, y con él renace la esperanza de
vivir en un país que valore, actualice y utilice adecuadamente a sus
instituciones, y entre ellas, como último recurso para la supervivencia del
Estado, a sus Fuerzas Armadas. La política llevada a cabo por el anterior
gobierno tuvo como finalidad “civilizar”
a las FF.AA., imponiéndole normas e instrumentos propios de la sociedad civil
que terminaron aniquilando su función principal (la defensa del país), minando
su disciplina, la formación del carácter, el adecuado entrenamiento, el orgullo
de pertenecer (ya no se ven soldados de uniforme), etc.
Urge tomar medidas para que se reafirme la especificidad de
la función militar. La degradación de nuestras FF.AA. se ha llevado también al
plano material, y eso surge con la simple comparación con otros funcionarios
civiles cuyas remuneraciones aumentaron mucho más que la del militar, en quien
la sujeción profesional es mayor. Solo tres empleos del Estado requieren
aprobación del Senado, los oficiales superiores, los jueces y los embajadores,
y sin embargo, las diferencias salariales de los últimos con los primeros son abismales.
Jorge Augusto Cardoso
DNI 7.784.561
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