lunes, 19 de noviembre de 2012

Estado de Sitio

19-Nov-12 - Política Nacional

por Gabriela Pousa

Cristina Kirchner está sitiada, no paralizada. Son situaciones distintas, tiene tres años por delante y su capacidad de hacer daño no sólo no se agotó sino incluso puede potenciarse. Es hábil para las huidas y ha dado pruebas fehacientes de resurgir de las cenizas.

Eso no implica que pueda resucitar el cadáver de la re reelección, pero si volver a golpear donde más duele.

Por otra parte, la volatilidad de la sociedad es un flanco débil, se distrae fácil. Su multitudinaria manifestación fue contundente, pero en lo que resta de mandato puede haber tentaciones a las que, históricamente, no ha podido ser indiferente.


En la oposición todavía las identidades no están definidas. Dan un paso al frente, trastabillan, retroceden, y esos vaivenes confunden y alejan a la gente. Será difícil zanjar la crisis de representatividad. Lo cierto es que el cuadro no se ha completado y de ningún lado pueden cantar victoria.

El "no descarte" de la estatización del subte que confesara Augusto Rodriguez Larreta, es un ejemplo de la inestabilidad que no logra superarse.

Por su parte, el socialismo parece haber retomado vínculos con el gobierno. El pasado viernes, la Presidente prometió ayudar financieramente a Santa Fe. Cristina no hace esos guiños sin antes haberse garantizado algún beneficio a cambio. La asistencia oficial se resume en la fórmula: "primero dame vos, y después veo si yo te doy".

El Movimiento Sur de Pino Solanas está complicado. Un sector del mismo consideran haber sido funcionales al kirchnerismo.


Elisa Carrió sigue lastimada tras la última elección, y es entendible que así sea. La gente desdeña la mentira oficialista pero deja de lado las verdades que - cuando se dicen en TV-, aplauden. Convengamos que el pueblo argentino no es fácil, y en ocasiones puede ser masoquista, contradictorio y auto-boicotearse.


En síntesis, el camino a transitar es sinuoso, el cansancio acecha, la realidad lastima, y a las rosas no se le han quitado aún todas las espinas. Lo que viene no es fácil.

Así como el kirchnerismo puede sacar un as de la manga cuando nadie lo espera, también es real que los imponderables en política suceden, y te alteran el paisaje sustancialmente. En Octubre de 2011, Cristina Fernández no ganó por sí misma.

Paradójicamente o no, la repentina muerte de su cónyuge, colaboró al rutilante triunfo de la elección. A la semana del fallecimiento, la imagen de la Presidente aumentaba 20 puntos mágicamente. En consecuencia, puede decirse que el comicio lo ganó la viuda de Néstor Kirchner.

Tras el deceso de Carlos Menem Junior, a su padre se le facilito considerablemente la reelección. Los argentinos tenemos un concepto muy peculiar de la compasión.

Que el gobierno esté hoy en situación de jaque no implica tampoco una derrota definitiva. Todavía tiene alternativas para remontar la partida. A su estilo claro, en consecuencia conviene protegerse de los golpes bajos. Dormirse en los laureles del 8N es un peligro latente. No juegan limpio, el ataque puede venir por retaguardia, en un descuido te apuñalan por la espalda.

La jefe de Estado tiene habilidad para marcar la agenda pero falla a la hora de responsabilizarse de sus actos. No poder admitir un error es un problema con el que su entorno debe lidiar a diario. Hay ministros y funcionarios, que en voz baja, reclaman que se hunden por culpa de la testarudez de la dama. Si el país es el Titanic, su carácter es el iceberg.


Por esa razón, en Balcarce 50 buscan afanosamente un chivo expiatorio para cuando quede en total evidencia el fracaso de expropiar Repsol. Duró más la puja por la distribución de despachos que la "patriada" vendida como gesta magna. ¿De qué manera entregar la cabeza de Axel Kicillof sin quedar expuesto el gobierno todo, a un fracaso estrepitoso?

Parte de la ciudadanía alimentó al chancho. Recuérdese el día siguiente de anunciarse la medida: banderas argentinas aparecieron flameando por todos lados, como si se tratara de un acontecimiento capaz de torcer el rumbo hacia la salvación. Y es que cada anuncio de la Presidente adquiere la fisonomía de una epopeya magnánima. El gobierno nacional tiene escenógrafos dignos de admirar.

¿Cómo olvidar el anuncio del "pago cash" al Club de París? Corría el año 2008 y sorpresivamente, cadena nacional. En pleno acto por el Día de la Industria, Cristina expresó: "He firmado un decreto por el que instruyo al ministro de Economía (Carlos Fernández) a que utilice las reservas del BCRA para cancelar la deuda del Club de París".


Automáticamente logró que los empresarios citados en el Salón Blanco se levantaran y aplaudieran. Ovacionaron.

Hay complicidades incomprensibles después del sinfín de pruebas de las mentiras acuñadas en cada diatriba. Lo grave es que esto no sucedió solo una vez. En dos ocasiones se repitió el sainete. Desde luego, la institución aún espera que la deuda se salde.

"Mucho ruido y pocas nueces". Cristina clama por protagonismo, y convirtió el ejercicio del poder en una demostración de histrionismo permanente. Ella actúa, el séquito asiente con la cabeza, sonríe, hace palmas y suma al clima de júbilo circense. De un tiempo a esta parte, la escena se reforzó con los jóvenes militantes entonando alguna oda acorde a la ocasión.

En ese contexto, de aquí al 7D, la mandataria reiterará anuncios, se esmerará en el recitado de números, y enfatizará el relato de la Argentina émula de Suiza. Su apuesta es a mantener el status quo. La dialéctica de la Presidente es básica: si las clases medias piden blanco, ella se mantendrá en el negro, aún cuando comparta que otro matiz pudiera beneficiarla.

Sucedió cada vez que algún funcionario cometía un error generando malestar en la sociedad. En privado recibían castigo y ante cámaras la re-confirmación. Se trata de no complacer o hacer algo que sea del gusto del adversario. Y éste hoy, es la franja social oficialmente conocida como "golpistas y destituyentes" del 8N. De hecho, Cristina Kirchner está que trina con Nilda Garré, pero la mantiene pues quienes marcharon la quisieran fuera del gabinete.



Utiliza la metodología del ajedrez. Está en jaque, y salir de ese estado puede lograrse interponiendo una pieza entre la figura agredida y la agresora. Así fue como apareció Sergio Berni repentinamente.

Respecto al jaque que le hiciera la calle, su táctica es utilizar otra de las posibilidades para liberar al rey. Su estilo individualista no contempla la opción de interponer a un tercero, pero si ve con agrado la posibilidad de mover la ficha agredida a un escaque fuera de la acción del adversario. Está pues en ese trance.

Este modo de ser y hacer de la jefe de Estado quedó claramente demostrado con la figura de Roberto Bendini. Mientras se insistió que sea alejado de la jefatura del Ejército y se apilaban causas en su contra, se lo retuvo aunque sólo cumplirse funciones de peón o de paje. Recién cuando amainaron las críticas, se produjo el relevo.

Cristina es el prototipo de la contradicción. Una versión femenina de aquel personaje que interpretara Juan Carlos Calabró. Es "la contra" en persona.

Nadie se atreve a decirle, por ejemplo, que por cada mención contra el grupo Clarín, el matutino aumenta sus ventas y TN su audiencia. Tampoco hubo coraje para advertirle que la munición gruesa disparada contra José Manuel De La Sota, no hace sino cooperar con la carrera proselitista del cordobés. Si ella afirmara que el gobernador de Córdoba no canta bien, un amplio sector ciudadano lo consideraría Gardel.

El hartazgo y la mentira sistemática, ha llevado a la sociedad a reaccionar de esa manera. Posiblemente no sea racional, y es que la razón no puede inmiscuirse en un ámbito de caprichos y barbarie.

Por otra parte, el enigma de la sucesión es una piedra en el Louboutin que calza la mandataria. Sabe que debe elegir un delfín, pero no puede digerir que sea Daniel Scioli. Por otro lado, debe aceptar una realidad insoslayable: no ha forjado amigos sino socios o cómplices. Y su conducta para muchos de ellos fue deplorable (Esquenazi, Ulloa, Nicolás Fernández..., la lista es vasta)

El fantasma de Daniel Peralta encima es determinante. Le dieron la gobernación de Santa Cruz porque era tropa propia, pero el divorcio no se demoró. Lo mismo puede sucederle con quien sea que elija para la transición. Cristina ya se ha condenado a sí misma.

De no asegurarse una continuidad en el poder, su futuro será muy oscuro. Despreciando y ninguneando a sus hombres, y apretando jueces con amenazas y extorsiones, perdió toda posibilidad de llegar al 2015, y retirarse con alguna garantía de impunidad que le evite lo inevitable: una mudanza directa desde Olivos a la cárcel.

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