César Santos Gerardo del Corazón de Jesús
Milani
Cada uno puede elegir como
abogado defensor a quien quiera. Que Ud. haya escogido para este menester a la
“madre” Bonafini no agrega, más bien quita lo que de bueno pudo haber habido en
su foja de servicios.
No sería fútil suponer que su
elección se ha basado en la cerrada defensa que durante años la “madre” hizo de
un estafador y parricida más que en otros méritos de lo que hace gala “mamà”
Hebe, o quizás porque cree que este sello de goma llamado “Madres”, manejado
con un puño de hierro por una geronte psicópata puede servirle de algo en su
afán de poder.
A diferencia de otros que hoy se rasgarán las
vestiduras porque lo han visto arrimado a la “madre” Bonafini, no le echaré en
cara el poner su uniforme en plan de comparsa al lado de una mujer que no ha
escatimado esfuerzos en sembrar entre los argentinos el odio y el resentimiento
y construir, a partir de estos, una
división entre argentinos de la que la República, a la cual Ud.
veladamente amenaza con acompañar el “vamos por más”, le costará años
reponerse. Todo eso, es cosa suya. Más aún, es algo que con el correr del
tiempo estará en su columna de debe.
En verdad, para cualquiera que
haya leído algo de historia, su actitud frente al poder de turno no es ni una
sorpresa ni, siquiera, una actitud arrebatada. La historia está llena de
hombres que rifaron su uniforme y su dignidad por una pequeña, muy pequeña,
cuota de poder que ni siquiera se les daba en propiedad sino en préstamo. Es
cierto que los tiempos han cambiado; antes quienes no tenían esa actitud
obsecuente podían terminar en un “gulag” o en un “konzentrationslager”, hoy
solo son expulsados de un ejército que -por lo que he leído en la entrevista
que le otorgó a la “madre” Bonafini- Ud. no conoce pese a los denodados
esfuerzos que hace para arrastrarlo por el barro.
No vale la pena discutir sus
dichos ni tomar en serio sus respuestas. La puerilidad de la entrevista y su
escaso nivel intelectual me eximen de ello. Solo ha servido para que Ud. haga
la fantochada de presentarse como alguien que, educado en las peores artes del
“autoritarismo y la soberbia”, tuvo un relámpago de luz y su “conciencia” se
abrió a todo lo bello y bueno del mundo. Esto, en tanto y cuanto que lo bello y
bueno se adscriba a la manera de pensar de la “madre” Bonafini, o de la patrona
de ambos.
Es cierto que no me consta que Ud. haya
torturado o matado. Quizás el soldado Ledo, su asistente en 1976, sólo haya
sido un desertor más. A Ud. le cabe el derecho de ser considerado inocente
hasta que se pruebe lo contrario. Derecho que a muchos de sus camaradas que no
torturaron, pero que sí tuvieron que combatir -en el real y exacto significado
de la palabra- en defensa de la Patria
se les ha negado reiteradamente.
Yo sostengo que Ud. tiene el
mismo derecho a ser creído -obviamente hasta que se demuestre lo
contrario- por todos aquellos que hoy
piden su cabeza pero que, por oportunismo político, le creyeron a Martín Balza
su pedido de perdón aunque sostuviera que él,
pese a ser el oficial de mayor graduación en Paso de los Libres, jamás
supo que era “La polaca” o que le perdonaron a Roberto Bendini sus arrebatos antisubversivos
a cambio de subirse a un banquito; y, aunque hable Ud. con seguridad
apabullante de un Ejército que cree que le pertenece, no se haga ilusiones, Ud.
no lo conoce porque un jefe de una Fuerza Armada sólo la puede conocer por la
vivencia diaria y no por los informes que un transitorio grupo de alcahuetes le
pasa diariamente.
JOSE LUIS MILIA
josemilia_686@hotmail.com
josemilia_686@hotmail.com
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