El
poder de turno tiene la “manía” de
cambiar todo o muchas de las cosas que se han construido en la historia del
país, es así que a Julio Argentino Roca lo bajan de su lugar en Río Gallegos
para subir al extinto presidente Néstor Kirchner, remueven la estatua de Colón
para –en el futuro– colocar una estatua a Juana Azurduy. Se cambian nombres a
calles, un puente, un paso bajo nivel, un club, un albergue estudiantil, una
plaza, una terminal de ómnibus, un estadio olímpico municipal, una rotonda, una
delegación de Anses, un centro genético, un aeropuerto, una granja para chicos,
un parque industrial, una facultad de periodismo, una casa, un distribuidor de
tránsito, etc... a todo lo rebautizan “Néstor Kirchner”.
La
Galería de los Patriotas Latinoamericanos del Bicentenario, es un salón ubicado
dentro de la Casa Rosada, dedicada a homenajear a patriotas de América Latina
destacados en distintas disciplinas… el Ché Guevara tiene un lugar de inmerecido homenaje
junto a los Padres de la Patria y otros próceres que dieron todo por nuestra
Patria, este personero solo importó la violencia en un frustrado intento de su
autoría de iniciar la guerra foquista en el norte argentino.
Y
así son todas las cortinas de humo que nos tienden para hacernos creer que la
Patria la hicieron ellos, nada más idiota que cambiar las verdades históricas.
Sinceramente,
Pacificación Nacional Argentina
Por una Nueva Década en Paz y
para Siempre
DIRCURSO PRONUNCIADO EN EL
COLEGIO “SEDES SAPIENTIAE” CON MOTIVO DEL SUPRIMIDO “DÍA DE LA RAZA”
El
presidente Hipólito Yrigoyen estableció el “Día de la Raza”, mediante un
decreto del cual cabe citar algunos párrafos. Entre otras cosas se dice allí:
“El descubrimiento de América es
el acontecimiento más trascendental que haya realizado la humanidad a través de
los tiempos (…) Se debió al genio hispano intensificado con la visión suprema
de Colón. (…) La España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente
enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores,
la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus
menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la
nación americana”.
Eso
es lo que escribió don Hipólito, máximo referente del partido radical. Pero
también tocó el tema Juan Domingo Perón, fundador y líder del justicialismo,
cuando, en una conferencia pronunciada
el 12 de octubre de 1947 en la Academia Argentina de Letras, señaló que:
“Para nosotros la raza no es un
concepto biológico. Es algo puramente espiritual. Para nosotros, los latinos,
la raza es un estilo. Un estilo de vida que nos enseña a saber vivir
practicando el bien y a saber morir con dignidad. Nuestro homenaje a la madre
España constituye también una adhesión a la cultura occidental. Su obra
civilizadora cumplida en tierras de América no tiene parangón en la Historia.
Es única en el mundo. (…) Su empresa tuvo el sino de una auténtica misión. Ella
no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y
marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera
cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel de “atraer a
los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios”.
Los
párrafos citados son suficientemente elocuentes para demostrar qué pensaban las
máximas figuras de los dos partidos que canalizan la amplia mayoría del electorado nacional.
Sin
embargo, nuestro actual gobierno, además de abatir la estatua de Cristóbal
Colón, emplazada cerca de la Casa Rosada, ha suprimido el Día de la Raza,
reemplazándolo por el Día del Respeto a la Diversidad Cultural,
o sea del respeto a las elementales manifestaciones culturales de los hoy
llamados pueblos originarios.
Y
digo elementales manifestaciones culturales pues mal se puede considerar
cultura a las costumbres practicadas por los pueblos indígenas cuando llegaron
los españoles a América. En tal sentido conviene recordar que la mayoría de
ellos apenas habían superado el período neolítico, carecían de escritura,
desconocían la rueda y el uso de la moneda. Amén de ofrecer a sus feroces
deidades sacrificios humanos, cuyas víctimas eran obtenidas mediante
sangrientas cacerías de adolescentes destinados a la inmolación. Cosa que ocurría mientras en España se vivía
ese apogeo artístico que fue el Siglo de Oro.
¿Significa
esto que haya que detestar a los indios? Todo lo contrario. Lo que significa es
que, tal como lo hizo en su momento España y luego la Nación Argentina, de lo
que se trata es de elevarlos culturalmente, de evitar discriminarlos,
asimilándolos por completo al resto de la población y facilitándoles así que sean tan argentinos como los mejores
argentinos.
¿Por
qué, entonces, suprimir el Día de la Raza y reemplazarlo por el
del respeto a una cultura estancada en el neolítico? El mismo Perón, en la
conferencia ya citada, nos daba una pista sobre el particular al decir:
“Algunas corrientes ideológicas
de signo progresista pretenden imponer una visión deformada de la Conquista de
América, preconizando un indigenismo anacrónico, tergiversador y deformante de
la Historia. Los peronistas no podemos caer en el juego de aquellos que en
nombre de “los pueblos originarios” aborrecen nuestra identidad
hispanoamericana”.
Y
puedo traer también a colación al aguerrido fraile Francisco de Paula Castañeda
quien, de manera rotunda y sintética, afirmó: “Por Castilla somos gente”.
Para
despejar un eventual equívoco, antes de concluir quiero aclarar algo que,
quizá, no requiera aclaración. Me refiero a la posibilidad de que a alguien se
le ocurra asimilar la hispanidad a la nacionalidad española. Concepto desde luego equivocado pues la hispanidad
constituye un conjunto de ideales, un puñado de valores, que aparecen
desligados de nacionalidades y ascendencias.
Sirvan algunas menciones para ilustrar lo que digo:
Cristóbal
Colón, descubridor del Nuevo Mundo para la corona castellana, era genovés.
Carlos I de España y V de Alemania, el gran emperador, teutón. Griego, Doménico
Teotocópuli, aquel genio que pintó el alma hispana. Ambrosio de Spínola y Grimaldi, representado
por Velázquez en su célebre cuadro “Las
Lanzas”, Capitán General del Ejército de Flandes, genovés como Colón. Francisco
de Paula Bucarelli, gobernador del Río de la Plata que dispuso la expulsión de
los ingleses de las Malvinas, en 1770, descendía de italianos. Washington
Irving, escritor enamorado de la alhambra granadina, era norteamericano. Y la
más conocida de las Carmen, seguramente hablaría con acento francés, como Bizet,
autor de la ópera que le está dedicada.
¿Y
qué es la Hispanidad? Diría que es profesar la fe en Jesucristo y el amor a
María Santísima, poseer el sentido del honor, respetar a la familia bien
constituida, amén de practicar el coraje,
la hospitalidad y la galantería. Sin olvidar que es a través de España
que estamos insertos en la Civilización Cristiana, como legítimos herederos de
Grecia y de Roma.
Celebremos
entonces el Día de la Raza, con regocijo y sin recato, dejando de lado el Día
del Respeto a la Diversidad Cultural, su mezquino sucedáneo.
Esto
es todo. Nada más.
Juan
Luis Gallardo
Octubre
del 2014
NOTA:
Las imágenes no corresponden a la nota original.
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