jueves, 23 de octubre de 2014

LLAMAR A LAS COSAS POR SU VERDADERO NOMBRE


El poder de turno tiene la “manía” de cambiar todo o muchas de las cosas que se han construido en la historia del país, es así que a Julio Argentino Roca lo bajan de su lugar en Río Gallegos para subir al extinto presidente Néstor Kirchner, remueven la estatua de Colón para –en el futuro– colocar una estatua a Juana Azurduy. Se cambian nombres a calles, un puente, un paso bajo nivel, un club, un albergue estudiantil, una plaza, una terminal de ómnibus, un estadio olímpico municipal, una rotonda, una delegación de Anses, un centro genético, un aeropuerto, una granja para chicos, un parque industrial, una facultad de periodismo, una casa, un distribuidor de tránsito, etc... a todo lo rebautizan “Néstor Kirchner”.


La Galería de los Patriotas Latinoamericanos del Bicentenario, es un salón ubicado dentro de la Casa Rosada, dedicada a homenajear a patriotas de América Latina destacados en distintas disciplinas… el Ché Guevara tiene un lugar de inmerecido homenaje junto a los Padres de la Patria y otros próceres que dieron todo por nuestra Patria, este personero solo importó la violencia en un frustrado intento de su autoría de iniciar la guerra foquista en el norte argentino.

Y así son todas las cortinas de humo que nos tienden para hacernos creer que la Patria la hicieron ellos, nada más idiota que cambiar las verdades históricas.

Sinceramente,

Pacificación Nacional Argentina
Por una Nueva Década en Paz y para Siempre


DIRCURSO PRONUNCIADO EN EL COLEGIO “SEDES SAPIENTIAE” CON MOTIVO DEL SUPRIMIDO “DÍA DE LA RAZA”

El presidente Hipólito Yrigoyen estableció el “Día de la Raza”, mediante un decreto del cual cabe citar algunos párrafos. Entre otras cosas se dice allí:

“El descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya realizado la humanidad a través de los tiempos (…) Se debió al genio hispano intensificado con la visión suprema de Colón. (…) La España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana”.


Eso es lo que escribió don Hipólito, máximo referente del partido radical. Pero también tocó el tema Juan Domingo Perón, fundador y líder del justicialismo, cuando, en una conferencia  pronunciada el 12 de octubre de 1947 en la Academia Argentina de Letras, señaló que:

“Para nosotros la raza no es un concepto biológico. Es algo puramente espiritual. Para nosotros, los latinos, la raza es un estilo. Un estilo de vida que nos enseña a saber vivir practicando el bien y a saber morir con dignidad. Nuestro homenaje a la madre España constituye también una adhesión a la cultura occidental. Su obra civilizadora cumplida en tierras de América no tiene parangón en la Historia. Es única en el mundo. (…) Su empresa tuvo el sino de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel de “atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios”.


Los párrafos citados son suficientemente elocuentes para demostrar qué pensaban las máximas figuras de los dos partidos que canalizan la amplia  mayoría del electorado nacional.

Sin embargo, nuestro actual gobierno, además de abatir la estatua de Cristóbal Colón, emplazada cerca de la Casa Rosada, ha suprimido el Día de la Raza, reemplazándolo por el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, o sea del respeto a las elementales manifestaciones culturales de los hoy llamados pueblos originarios.


Y digo elementales manifestaciones culturales pues mal se puede considerar cultura a las costumbres practicadas por los pueblos indígenas cuando llegaron los españoles a América. En tal sentido conviene recordar que la mayoría de ellos apenas habían superado el período neolítico, carecían de escritura, desconocían la rueda y el uso de la moneda. Amén de ofrecer a sus feroces deidades sacrificios humanos, cuyas víctimas eran obtenidas mediante sangrientas cacerías de adolescentes destinados a la inmolación.  Cosa que ocurría mientras en España se vivía ese apogeo artístico que fue el Siglo de Oro.


¿Significa esto que haya que detestar a los indios? Todo lo contrario. Lo que significa es que, tal como lo hizo en su momento España y luego la Nación Argentina, de lo que se trata es de elevarlos culturalmente, de evitar discriminarlos, asimilándolos por completo al resto de la población y facilitándoles así  que sean tan argentinos como los mejores argentinos.

¿Por qué, entonces, suprimir el Día de la Raza y reemplazarlo por el del respeto a una cultura estancada en el neolítico? El mismo Perón, en la conferencia ya citada, nos daba una pista sobre el particular al decir:

“Algunas corrientes ideológicas de signo progresista pretenden imponer una visión deformada de la Conquista de América, preconizando un indigenismo anacrónico, tergiversador y deformante de la Historia. Los peronistas no podemos caer en el juego de aquellos que en nombre de “los pueblos originarios” aborrecen nuestra identidad hispanoamericana”.


Y puedo traer también a colación al aguerrido fraile Francisco de Paula Castañeda quien, de manera rotunda y sintética, afirmó: “Por Castilla somos gente”.

Para despejar un eventual equívoco, antes de concluir quiero aclarar algo que, quizá, no requiera aclaración. Me refiero a la posibilidad de que a alguien se le ocurra asimilar la hispanidad a la nacionalidad española. Concepto  desde luego equivocado pues la hispanidad constituye un conjunto de ideales, un puñado de valores, que aparecen desligados de nacionalidades y ascendencias.  Sirvan algunas menciones para ilustrar lo que digo:


Cristóbal Colón, descubridor del Nuevo Mundo para la corona castellana, era genovés. Carlos I de España y V de Alemania, el gran emperador, teutón. Griego, Doménico Teotocópuli, aquel genio que pintó el alma hispana.  Ambrosio de Spínola y Grimaldi, representado por Velázquez en su célebre cuadro “Las Lanzas”, Capitán General del Ejército de Flandes, genovés como Colón. Francisco de Paula Bucarelli, gobernador del Río de la Plata que dispuso la expulsión de los ingleses de las Malvinas, en 1770, descendía de italianos. Washington Irving, escritor enamorado de la alhambra granadina, era norteamericano. Y la más conocida de las Carmen, seguramente hablaría con acento francés, como Bizet,  autor de la ópera que le está dedicada.


¿Y qué es la Hispanidad? Diría que es profesar la fe en Jesucristo y el amor a María Santísima, poseer el sentido del honor, respetar a la familia bien constituida, amén de practicar el coraje,  la hospitalidad y la galantería. Sin olvidar que es a través de España que estamos insertos en la Civilización Cristiana, como legítimos herederos de Grecia y de Roma.

Celebremos entonces el Día de la Raza, con regocijo y sin recato, dejando de lado el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, su mezquino sucedáneo.

Esto es todo. Nada más.

Juan Luis Gallardo
Octubre del 2014

NOTA: Las imágenes no corresponden a la nota original.

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