Por Nicolás Márquez
Una deliberada
mentira disparada en los años 80´ y luego potenciada por la propaganda obrante
durante el prolongado latrocinio
kirchnerista, consistió en tomar como referencia el ficcionario filme
popularmente conocido como “La Noche de los Lápices”, aquel
bodrio maniqueo y falaz obligatoriamente impuesto en la enseñanza escolar
oficial, como si dicha película encarnase una verdad revelada en vez ser lo que
verdaderamente es: una historieta audiovisual plagada de caricaturizaciones
ideológicas y manifiestas patrañas historiográficas.
Resulta que el
promocionado filme nos cuenta una historia (que los farsantes que la apañan
pretenden hacer pasar por verídica) en la cual un simpático grupete de amigotes
bregaban por una enternecedora rebaja en el boleto estudiantil, y las máximas
picardías de estos inquietos jovenzuelos no eran otras que tararear las
melodías del dúo hippie “Sui Géneris”,
jugar de vez en cuando al “ring-raje”
y soñar con un “mundo más igualitario
para todos y todas”.
Acto seguido,
aparecen en escena unos militares malos que se enojaron porque sí, “secuestraron” a los inquietos
estudiantes por el simple hecho de “pensar
distinto” y los mataron por mero morbo y placer. Punto final del
largometraje.
Graffiti arquetípico para consumo masivo de incautos e idiotas útiles |
La película tiene
como basamento el libro “La Noche de los Lápices” escrito
por la inefable María Seoane (ex
integrante de la organización homicida ERP)
y Héctor Nuñez, quienes a su vez se basan en el relato de Pablo Díaz, quien presumía ser el único sobreviviente del grupo de seis
estudiantes involucrados.
El libro citado fue
terminado el 7 de junio de 1986, es decir 9 años y 10 meses después de los
presuntos hechos. Lo allí narrado fue la base que se tomó para producir la
difundidísima película homónima.
No nos detendremos
aquí a analizar la mala calidad del rodaje puesto que no es el propósito de
esta notícula, sino que una vez más, cometeremos el sacrilegio de cuestionar la
veracidad de la versión dada en la película, atendiendo, entre otras cosas, al
lastimoso perfil del personaje central del filme en la vida real, el mencionado
Pablo Díaz.
En efecto, ni el
filantrópico Pablo Díaz era un
ingenuo muchacho de barrio, ni fue el único sobreviviente, ni tampoco luchaban
por el boleto estudiantil (esto fue tan sólo la excusa oficial), sino que el
accionar de Díaz y sus secuaces
desde siempre estuvo dirigido a promover no la militancia boletera sino la
criminalidad terrorista de la que fueron parte.
Efectivamente, el
propio Díaz en sus años mozos
(cuando protagonizó los hechos que le dieron cárcel primero y celebridad
después), él ya integraba con destaqué la tristemente célebre JG (Juventud
Guevarista), brazo estudiantil de la organización infanticida ERP, la cual se
encargaba de promover su actividad criminal en los institutos educativos de los
cuales se extrajeron renovadas camadas terroristas. Y fue en esa militancia
castro-guevarista confesada por el propio interesado y documentada en el
mismísimo libro “Los Últimos Guevaristas”[1]
(escrito por el delincuente Julio
Santucho, hermano de Mario Santucho,
ex Comandante en Jefe del ERP), que el casi veinteañero Díaz (un poco grande para estudiante secundario) resultó detenido
entre 1976 y 1980.
Pero Díaz no se quedó solamente en los años
70´ en su malsana pretensión subversiva: ya en 1989, siendo ya no tan joven e irreflexivo, Pablo Alejandro Díaz hizo conocer su filiación al grupo terrorista MTP (Movimiento Todos por la Patria), prolongación
del ERP comandada por el homicida confeso Enrique
Gorriarán Merlo, el cual en enero de
ese año asesinara a diez soldados y mutilara a otros sesenta durante el
histórico y aberrante ataque terrorista al Regimiento de La Tablada durante el
gobierno de Raúl Alfonsín.
Pablo Díaz: de boletero a terrorista |
Pero obviamente Díaz
no fue el único bonachón que participó de los sucesos “inofensivamente” retratados en la película. El 15 de septiembre de
1998, en el órgano de prensa de la
guerrilla derrotada, es decir en el pasquín Página 12 (diario fundado con
dinero ilegal proveído por el propio Gorriarán
Merlo según confesión de su propio fundador, es decir de Jorge Lanata), se efectuó una nota
reporteando a la dama Emilce Moler,
otra de las protagonistas y que fuera detenida en La Plata el 17 de septiembre
no por clamar por el cacareado boleto estudiantil sino por militar en la
organización terrorista Montoneros. Allí se informa que ella y Gustavo Calloti (otro elemento subversivo que también vive y
que está radicado en Francia), conjuntamente con otra joven radicada en La
Plata (y van cuatro los aparecidos) conformaban una célula con los siguientes
objetivos:
EM:
“Teníamos un proyecto político, en
relación con los desaparecidos de los secundarios de La Plata. No fue
exclusivamente la lucha por el boleto, eso era un objetivo superfluo que fue
utilizado buscando reivindicar la militancia (…) No creo que a mí me detuvieran
por el boleto. La lucha fue en el año 75, además no secuestraron a miles de
estudiantes que participaban en ella. Detuvieron a un grupo que participaba en
una agrupación política. Todos los chicos que están desaparecidos pertenecían a
la UES (brazo estudiantil de Montoneros), es decir que había a un proyecto
político al fin”.
Pero la confesión más
despampanante de todas, probablemente la haya dado Jorge Falcone (oficial Montonero y hombre de confianza del asesino Mario Firmenich), es decir el hermano de María Claudia Falcone (la otra protagonista de la película en donde
la susodicha es mostrada como mártir), ya que en nota concedida y transcripta
para el libro “Montoneros, Soldados de Menem?, Soldados de Duhalde?” de Viviana
Gorbatto, éste expresa:
“–
Mi hermana no era una chica ingenua que peleaba por el boleto estudiantil. Ella
era toda una militante convencida. Ni mi hermana ni yo militábamos por moda.
Nuestra casa fue una escuela de lucha”.
–
¿Tu
hermana y vos eran montoneros convencidos?
–
(Falcone)
“Sí. Nadie nos usó ni nadie nos pagó. No
fuimos perejiles como dice la película de Héctor
Olivera (…) fuimos a la conquista de
la vida o la muerte (…). En el departamento donde cayó mi hermana se guardaba
el arsenal de la UES de La Plata. Mi hermana no cayó por el boleto secundario,
sino por una patria justa, libre y soberana. La gente que tenía la conducción
de un colegio secundario no se chupaba el dedo. Tenía práctica política y
militar”
Jorge Falcone, el ex Montonero que obró de sepulturero de la bochornosa estafa fílmica “la noche de los lápices” |
Y como si tamaña
confesión de fuese insuficiente, el ex
oficial Montonero Falcone añade: “Cuando
se dio la película, yo fui llevado en andas con Pablo Díaz, el sobreviviente,
del cine al obelisco. Allí dije que mi hermana estaba en la clandestinidad con
documento trucho, que respondía a una orgánica revolucionaria. Eso puso a todos
nerviosos. No querían escuchar esas cosas. Mi
hermana no era una Caperucita Roja a la que se tragó el lobo (…) era una
militante revolucionaria”
-
¿Qué
cargo tenía tu hermana dentro de la organización?
-
“Era
miliciana (…) La gente que tenía conducción en un colegio secundario no se
chupaba el dedo. Tenía práctica política y militar (…) participamos en una
serie de actos relámpagos que sirvieron de cerco en agosto del 75´ para el
hundimiento de la Fragata Misilística Santísima Trinidad”[2]
remata Jorge Falcone, quien además
por entonces era esposo de Susana Estela
Carlotto, es decir de la ex guerrillera e hija de la mentirosa compulsiva Estela Carlotto, actual CEO de la firma
empresarial Abuelas de Plaza de Mayo.
Estela Carlotto: como nonna fue una excelente empresaria y como madre fue un fracaso: sus hijos salieron o delincuentes montoneros o ñoquis estatalizados |
Visto y considerando
que la mentira de la “Noche de los lápices” es refutada
por los propios protagonistas, vale complementar lo expuestos con las
posteriores declaraciones del ex
Montonero Martín Caparrós, quien sobre el particular sostuvo: “Creo que hubo una construcción inicial que
fue esta idea de las víctimas impolutas. El desaparecido como víctima angelical
que es la idea que sintetiza La noche de los lápices. La noche de los lápices
es la mayor falacia que se ha producido en la historia argentina contemporánea.
Falacia que se va a reproducir cuándo, ¿mañana, pasado?, ¿cuándo es el día de
la noche de los lápices?…Pero La noche de los lápices es un mamarracho, quiero
decir es como la quintaesencia de esta idea de ¡ay!, esos pobres chicos
estudiantes secundarios que querían el boleto estudiantil, los agarraron los
militares que eran tan malos y los mataron a todos. Esos chicos que querían el
boleto estudiantil, además de querer el boleto estudiantil, eran militantes de
unas organizaciones, unas agrupaciones que apoyaban a unas organizaciones que
estaban a favor de la lucha armada y de todo eso” y haciendo un análisis
global de la guerra revolucionaria en la que él participó en calidad de
protagonista Montonero se pregunta: “¿Si ganábamos nosotros, las cosas hubieran
sido mejores?” “¿nos hubiera
gustado vivir en un país donde hubiéramos ganado” y concluye “Yo dudo de que hubiese durado mucho tiempo
en un país gobernador por Montoneros”[3].
El ex montonero Martín Caparrós: de vez en cuando incurre en la buena costumbre de contar la verdad. |
¿Hace falta agregar
más datos y testimonios para proseguir demostrando y confirmando tanto en este
como en otros episodios de la historia reciente cómo la mentira oficial se ha
impuesto por la fuerza de la repetición propagandística y no como consecuencia
de los hechos historiográficos objetivamente
comprobados?.
Desde hace años que
el que suscribe ha tomado un intransigente compromiso con la verdad, pero no
porque nos consideremos los dueños de la verdad sino porque somos esclavos de
la verdad. Y a ella nos remitimos y es a ella a quien nos subordinamos, le
guste o no al endemoniado catecismo oficial, que esperamos comience a
revertirse en estos nuevos tiempos que soplan en la República Argentina.
FUENTE:
http://prensarepublicana.com/la-mentira-de-la-noche-de-los-lapices-por-nicolas-marquez/?mkt_hm=3
[1]
LOS ULTIMOS GUEVARISTASLA GUERRILLA MARXISTA EN LAARGENTINA. Autor: Santucho
Julio. Editorial: JAVIER VERGARA.
[2]
Montoneros. Soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde? Por Viviana Gorbatto. Ed. Sudamericana. 1999. Pág. 96, 97, 98.
[3]
Montoneros. Soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde?. Por Viviana
Gorbatto. Ed. Sudamericana. 1999. Pág.
327.
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