jueves, 22 de septiembre de 2016

ALGUIEN DEBÍA PAGAR

Si fuera profesor en la Facultad de Derecho les preguntaría a mis alumnos: qué pasa si un joven uniformado es enviado a un control vehicular y durante el mismo recibe dos disparos desde una motocicleta que lo dejan al borde de la muerte. Qué pasa si los médicos del hospital donde ingresa testifican que lo hace vestido de uniforme y gravemente herido. Qué pasa si a quince cuadras de ahí, ese mismo día, se produce un enfrentamiento entre dos grupos armados, ambos vestidos de civil según testigos de la época. Qué pasa si al día siguiente, un comunicado de la institución a la que pertenece el joven uniformado lo condecora por haber sido herido en el cumplimiento de su deber, sin agregar nada más. Qué pasa si 40 años más tarde, los familiares de las víctimas de uno de los grupos enfrentados aquel día, al no hallar otros responsables con vida, acusan al joven del asesinato de uno de ellos, y del secuestro seguido de muerte del otro. Qué pasa si sólo presentan como prueba la condecoración que coincide en fecha y localidad. ¿Y si les dijera que ese joven uniformado era militar, y aquella la década del 70? Entonces un alumno respondió: si quienes buscan justicia la encuentran en un inocente, no sólo nunca la tendrán sino que nunca estarán en paz. Me dio esperanzas... sobre todo porque no soy profesor en la Facultad de Derecho, y nunca conocí a ese alumno. Sólo soy el hijo de aquel joven uniformado, en busca de justicia desde hace ocho años.


Eduardo Alfonso (h.)



NOTA: La imagen no corresponde a la nota original.

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