"Menos
mal hacen los delincuentes que un mal juez".
Francisco de
Quevedo
Debo el título de la
nota a Jorge Ossona, catedrático en innumerables universidades, que publicó con
ese mismo nombre y con el sello de Siglo XXI Editores, un indispensable estudio
sobre la ocupación de tierras y los usos políticos de la pobreza en el
conurbano bonaerense; le agradezco haberme inspirado y permitido utilizarlo.
Es que, en estas
horas, han ingresado nuevamente a la pista central del circo argentino varios
de los más tristes personajes de esta tragicomedia en que se ha convertido
nuestra historia reciente. Me refiero, obviamente, a Amado Boudou, Luis D'Elía,
Ariel Lijo, Julio de Vido y Sergio Maldonado y el cadáver de su hermano. Todos
ellos, de un modo u otro, merecen entrar en una de las tres categorías
inventariadas en el título.
El ex Vicepresidente
de la Nación, el famoso Guitarrita, llegó a las tablas semanales por su
sorpresiva detención de la madrugada de ayer. Cuando los efectivos de la
Prefectura Naval, por orden del Juez Lijo, lo despertaron y condujeron a
tribunales, batió un record al transformarse en el primero en ir preso después
de ocupar tan alto cargo. Su privación de libertad fue uno de los reclamos más
fuertes de la sociedad, que veía en él el emblema de la impunidad, y no
soportaba más su sonrisa triunfadora y su impúdica exhibición de lujos después
de tantas denuncias que lo involucraban en hechos delictivos de todo tipo,
desde la falsificación de los papeles de un auto y la permanente mentira sobre
su domicilio, hasta llegar al robo de siete millones de pesos al sufriente
pueblo de Formosa y a actuar como testaferro de la familia Kirchner en la
apropiación de la máquina de imprimir dinero.
Claro que usted sabe,
si ha tenido la paciencia de leer estas notas semanales que escribo hace ya
trece años, que no lamento en absoluto lo sucedido, pero también sabe qué opino
acerca de los indignos inquilinos de Comodoro Py, y la conducta de Lijo no ha
hecho más que darme la razón. Tanto este magistrado cuanto su colega, Daniel
Rafecas, fueron denunciados el lunes pasado ante el Consejo de la Magistratura
por demorar por años los expedientes que involucraban a los grandes malhechores
de la asociación ilícita gobernante; esa iniciativa correspondió al Colegio de
Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y a la agrupación Será Justicia, y se
fundó en los resultados de una auditoría ordenada por el mismo Consejo.
Pues bien; sin
conocer la resolución de Lijo que ordenó la detención de Boudou confieso que me
llamó la atención que hubiera sido dictada contra un individuo que siempre
estuvo a derecho, es decir, que no intentó evadirse y concurrió a los juzgados
cada vez que fue citado y, a mayor abundamiento, se encuentra sometido a varios
procesos orales. Lo extemporáneo de la medida hace que ésta huela a podrido y
resulte atribuible a la necesidad del Juez de lavar su imagen, comprometida por
sus vinculaciones con el suspendido camarista Eduardo Freiler, para intentar
zafar del complicado brete en que se encuentra su carrera y, quizás, hasta su
propia libertad.
De todos modos, sorprende
que tanto Gildo Insfrán, Gobernador vitalicio de Formosa, y Ricardo Echegaray
(ex jefe de AFIP) no hayan sido siquiera llamados a prestar declaración
indagatoria en la causa que tanto complica a Boudou, José María Núñez Carmona y
Alejandro Vanderbroele, es decir, la apropiación de Ciccone Calcográfica. Sin
los dos primeros, el que pagó por un ¿asesoramiento? para que su Provincia
negociara su deuda con el Ministerio de Economía de la Nación y el que otorgó
las facilidades para el pago de impuestos que negó a sus anteriores dueños,
toda la maniobra hubiera resultado imposible y, sin embargo, continúan ajenos
al juicio.
Lo que sucedió ayer
con Boudou me recordó al General César Milani, huésped del Hospital
Penitenciario Central de Ezeiza, ahora procesado por enriquecimiento ilícito;
como le dije a él mismo, está mal preso por los delitos que se le atribuyen y
que se relacionan con los hechos ocurridos en La Rioja y Tucumán en los 70's,
pero está bien preso por ladrón y, sobre todo, por haber manchado el uniforme
de la Patria al haber intentado poner al Ejército al servicio del proyecto
clepto-político de Cristina Kirchner.
También reingresó a
la pista central el payaso Luis D'Elía, el mamarracho que prestó apoyo
solidario a Boudou en sus recientes desventuras, muy preocupado por su propia
libertad, tan en juego por estos días. El piquetero enriquecido -¡uno más!- se
lamentó públicamente por la soledad en que su jefa espiritual dejó a su antes
ponderado funcionario; es más, con un fuerte exabrupto, exigió que Cristina
encabezara un "comando" que
saliera a combatir contra la embestida judicial que ha mandado a tantos de sus
más conspicuos laderos a la sombra tumbera. ¿Qué tipo de resistencia imagina
que podrá ejercer, si ella misma ya debiera estar presa? ¿No sabe, acaso, que
hoy la única preocupación de la ex Presidente es conservar su libertad y la de
sus hijos, y gozar de la incalculable fortuna que tienen en el exterior?
Por su parte, De Vido
adquirió el derecho a participar del show con la carta que envió a los medios,
en la que muy veladamente amenazó con empezar a contar lo mucho que sabe, y
quiénes fueron los beneficiarios finales de todas las maniobras que, bajo su
comando directo, se realizaron para vaciar todas y cada una de las cajas de
dinero público posibles: gasoductos, redes de alta tensión, importaciones de
energía, empresas vendidas o expropiadas, trenes y colectivos, rutas, caminos,
puentes, represas, minas y hasta películas que nunca fueron exhibidas. Es que
la soledad en que se encuentra este colombófilo, abandonado por todos, debe
pesarle en exceso, después de haber sido el más eficiente saqueador para sus
jefes. Si don Julio comienza a hablar, muchas cabezas públicas y privadas, tal
vez algunas cercanas al poder actual, rodarán por el polvo, y será muy bueno
para la República que así suceda, caiga quien deba caer.
Sergio Maldonado
volvió a sufrir un revés en su patético intento de ofrecer el cadáver de su
hermano en el altar de los falsos derechos humanos, cuando las pericias
determinaron que no sólo el tatuador no había sufrido agresión alguna, sino que
su cuerpo estuvo sumergido en el lugar en que fue encontrado durante todo el
tiempo. Así, cayeron sucesivamente las imputaciones a la Gendarmería y al
Ministerio de Defensa por la "desaparición
forzosa" y hasta la teoría del "plantado"
del cuerpo. Anhelo, sin ninguna esperanza, que pida públicas disculpas por su
triste actuación, exprimida al máximo por delincuentes como Hebe Bonafini,
Estela Carlotto, Horacio Verbitsky y Eugenio Zaffaroni; de estos cuatro nada,
porque los conozco demasiado.
El Presidente de la
Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, que siente en la nuca el
peligroso aliento de Elisa Lilita Carrió, fue apurado por el Presidente de la
República y por el Ministro de Justicia, Germán Garavano, por la morosidad del
accionar del Poder Judicial y por el desprestigio social que lo acompaña.
Reaccionó con furia, y atribuyó justificadamente esos males a la enorme
cantidad de vacantes de jueces y a la falta de equipamiento acorde con la
época; me pregunto por qué nadie dijera que el enorme presupuesto que maneja
diariamente y que, seguramente, le permitiría adquirir los medios necesarios
para dotar a los tribunales al menos de computadoras modernas.
Bs.As., 4 Nov 17
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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