(La
guerra cruel – Legionarios en Argelia)
Fragmentos del Libro
de Jean Pouget y Paul Bonnecarrere.
“Has
aceptado el oficio de las armas y tu sacerdocio es practicarlo lo mejor
posible.
No
has buscado ni querido esta guerra sucia, pero tu deber es ganarla por
cualquier medio.
Esta
es una guerra cruel. Tu deber es simple:
ganar o irte.
Humanizar
la paz me parece más lógico que tratar de humanizar la guerra.
Hasta
ahora la guerra ha sido una de las soluciones en la búsqueda de la Paz.
¡Sí!, elegí el
Ejército. ¡Sí!, visto uniforme. Eso no me impide ser un hombre tan sensible
como otro cualquiera.
No creo ser un sádico
ni un enfermo y odio la guerra más que los que otros la odiaran jamás... a
menos que un día se decidan a hacerla.
Desde mi más tierna
infancia se me llenó la cabeza con relatos de gloriosas epopeyas, en la escuela
se me enseñó la grandeza de mi país a través de sus combates, sus caballeros,
sus héroes. Inocentemente creí que mi
país necesitaba de hombres como yo para mantener su integridad. Aún lo creo y sin embargo; mi país me
defrauda...
Rechazo toda forma de
acusación concerniente a los procedimientos que me vi obligado a adoptar en el
terreno. No siento vergüenza y no
buscaré justificarme. ¡No! ¿Pero por
quién nos toman?
¿Y dónde va el
Ejército si aceptamos ser tratados como delincuentes comunes? Hay que gritar en la cara de la opinión
pública lo que somos, lo que se nos obligó a hacer y por qué aceptamos hacerlo.
Si no, a breve plazo
el solo hecho de preparar el ingreso a un Instituto Militar, radiará a los
jóvenes del seno de la sociedad
La opinión pública
desconocerá totalmente nuestra vocación, nos avergonzaremos del uniforme que
vestimos. El hecho de que un hombre
elija ser soldado, dejará entrever que descubrió en sí mismo una naturaleza de
asesino, de sádico...
¡No!, la injusticia
es demasiado grande... ...Si dejamos, sin reaccionar, que nos vomiten encima,
asimilaremos al Ejército entero con el rol del verdugo...
En la guerra, decidir
es siempre elegir la muerte para alguien, a veces, para uno mismo... Soy un Oficial francés como ustedes y, como
tal, me atengo a las leyes escritas y a tradiciones de honor... Hice la guerra como un soldado.
Soy un profesional,
no un mercenario, elegí la disciplina porque limita la violencia.
Respeté el código de
honor de los Oficiales, un código que aprendí en mi hogar, en la escuela y en
el Ejército...
Si estamos acusados
de ser criminales de guerra que cometieron atrocidades es porque fuimos
vencidos.
Nadie pide cuentas a
los vencedores ¡Jamás! Lo primero es ser
el vencedor[1].
Ese es el principio
moral de la guerra.
La única
justificación para ella y sus horrores... ¡Es la victoria!... Nosotros, los
combatientes, no tenemos los medios para saber si la causa es justa o no...
servimos a nuestro país y la Patria que siempre es buena...
La victoria no le
pertenece al soldado, tampoco la derrota.
Ambas son el resultado de la política de la Nación”.
UN
OFICIAL DE LA LEGIÓN EXTRANJERA EN LA GUERRA DE ARGELIA.
[1] Estos conceptos contienen un
error: “Nadie pide cuentas a los
vencedores”- En la Argentina, sí.
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