Con vergüenza,
católicos del mundo entero y, especialmente, de estas latitudes tendremos que
ver cómo la Santa Sede -que debe presidir en la fe y la caridad a la Iglesia-
proclama beato a monseñor Angelelli, en un acto de suyo falible. Causa enorme
tristeza que se proponga como modelo a tan controvertido -por decir lo menos-
personaje. Pues aunque es posible que el
difunto obispo esté en el cielo -misericordioso es Dios-, ciertamente no constituye un ejemplo de
seguimiento de Cristo, el buen pastor. Así como es claro que la muerte del
entonces prelado no fue más que un accidente, también lo es que el personaje no
fue precisamente modelo de virtud. No
obstante ello, se insiste en su beatificación, bajo la premisa de su martirio.
En el orden
prudencial, llama además poderosamente la atención que en tiempos de
disgregación de nuestra Patria en ruinas, desde
Roma se impulsen actos que ahonden grietas entre nosotros. A esta altura
solo queda rezar frente a este acto reñido con la verdad y la justicia, y pedir
especialmente a los verdaderos mártires las fuerzas para sobrellevarlo.
Asimismo, encomendar la conducción de la Iglesia al Señor sabiendo que todos
seremos juzgados por Cristo.
Francisco J. Roggero
DNI 25.647.360
FUENTE:
https://www.lanacion.com.ar/opinion/carta-de-lectores/de-los-lectorescartas-ampmails-nid2242163
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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