El
13 de septiembre de 1806, y a raíz de la experiencia obtenida durante la Primer
Invasión Inglesa, se crean batallones de infantería de milicias, que tuvieron
su bautismo de fuego en la Segunda Invasión Inglesa.
Estas
mismas unidades fueron las que sustentaron el pronunciamiento de la Revolución
de Mayo de 1810 y por decreto del 29 de mayo y resolución del 31 de octubre de
1810 estos batallones fueron transformados en regimientos regulares.
Desde
entonces, los infantes dejaron su huella en todos los campos de batalla. Allí
donde se jugó la libertad americana, aún más allá de nuestro territorio,
nuestras armas estuvieron presentes.
La
Infantería conoció victorias y sufrió derrotas, pero siempre ofreció su cuota
de coraje y sacrificio, de lealtad y vocación de servicio, conductas ejemplares
que se reiteran desde Suipacha hasta Malvinas definiendo una estirpe militar
guerrera.
La
Infantería es parte esencial del combate. El infante es quien mira cara a cara
al enemigo. Es la punta que penetra que choca y que se estrella… combatiendo en
la llanura, el monte o la montaña, en operaciones comando, bajo cualquier
condición meteorológica, saltando desde aviones, desembarcando de helicópteros
o de vehículos de combate mecanizados.
El
despliegue del Arma abarca toda la inmensidad territorial Nacional, desde el
Regimiento de Infantería de Montaña 20 en la puna Jujeña, hasta el Regimiento
de Infantería Mecanizado 35 en la estepa santacruceña, dominando cada uno de
los ambientes geográficos con su presencia y trabajo permanentes, incluyendo el
confín helado de la Patria en el continente antártico y misiones de paz en el
exterior.
La
Infantería permanecerá siempre vigente porque su esencia es el hombre, y es por
eso que el infante debe ser el núcleo básico de nuestros desvelos. Para ello el
Arma necesita hombres y mujeres rigurosamente seleccionados y altamente
capacitados, hábiles para comprender y emplear modernas tecnologías y fuertes
para soportar las condiciones extremas del combate.
Como
siempre, con la sencillez y humildad del que conoce su trascendencia y la de la
misión que cumple.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!