07/09/2019 Por Mauricio Ortín
Julio Narciso Flores, salteño
de 61 años, a fines del año 1976 egresó de
la Escuela de Suboficiales de Córdoba como Cabo, especialidad Mecánico de Mantenimiento de Aeronaves.
Para los adolescentes de familias humildes, las escuelas de suboficiales de las
fuerzas armadas constituían una oportunidad para ascender socialmente a través
de la carrera militar como, así también, adquirir instrucción profesional y
desarrollarse espiritualmente. Le tocó en suerte que su primer y único destino fuera la Ira Brigada Aérea (El Palomar –
Buenos Aires), donde se desempeñó hasta 1980, año en que solicitó y se le concedió
la baja. Finalizada su actividad militar, su vida laboral continuó vinculada a
la aviación. Trabajó en el país y en el
exterior hasta el 24 de noviembre de 2014, día en que fue detenido en el
aeropuerto de Ezeiza, a su llegada de Indonesia. El juez federal Daniel Rafecas lo procesó porque su nombre apareció en
el Libro de Guardia de la Brigada Aérea
del Palomar y, dado que dicha Brigada está catalogada como Centro
clandestino de Detención, Rafecas, interpretó
que Julio Flores, de hecho, fue
parte del “grupo de tareas” que
privaba de su libertad a subversivos y que cumplió Guardias en “Mansión Seré”. Además y en virtud del sólo
ejercicio de su imaginación, el juez le atribuyó la “jefatura” de dicho grupo de tareas[1].
No existe en la causa ni una sola
prueba, indicio o testimonio que relacione a Julio Flores con los hechos que se
le imputan.
juez federal Daniel Rafecas |
El
supuesto delito por el que fue procesado es de agosto de 1977. Por entonces,
Flores acababa de cumplir 19 años de edad, revistaba en la Fuerza Aérea como
Cabo y computaba 8 meses de antigüedad en el grado. Es decir, que salvo los
colimbas rasos, Flores, era un perfecto “último
orejón del tarro” del escalafón militar. “Orejón” que jamás tuvo
entidad para desempeñarse como “Jefe de
Guardia” o “Jefe de Patrulla” que
le endilga la acusación.
Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni |
Por
la misma época (1977), el Dr. Eugenio
Raúl Zaffaroni[2],
contaba con 37 años y una cómoda posición socioeconómica fruto de su sueldo de Juez Nacional en lo Criminal de Sentencia
de la Capital Federal. Cargo éste que le confería la suficiente autoridad
para negar habeas corpus a
detenidos-desaparecidos y el tiempo libre necesario para escribir y publicar un
libro que justificara la represión del gobierno militar dada: “La
excepcional necesidad de dar muerte al delincuente” en virtud de la “necesidad
terribilísima”.
Horacio Verbitsky |
En
el mismo 1977, Horacio Verbitsky, de
35 años de edad e hijo de un periodista destacado ya se había hecho de una
sólida trayectoria en los medios de comunicación y en la organización guerrillera Montoneros; en la que revistaba con el
grado de oficial y Subjefe de
Inteligencia; precisamente en su calidad de tal, fue parte central en el atentado terrorista del 1 de julio de 1976
en el comedor de la Superintendencia de la Policía Federal que le costó la vida
a 24 personas.
Roberto Cirilo Perdía |
Roberto Cirilo Perdía, con
36 años cumplidos, en 1977 tenía unos cuantos años de abogado aunque no ejercía.
Lo suyo no era el Derecho. Su vocación, que pronto descubrió y abrazó
precozmente, era otra. Como segundo al mando de la banda a mediados de
los setenta contaba ya en su foja de servicio con una larga lista de homicidios.
Entre otros cientos, en dicha lista están los nombres de José Ignacio Rucci, el comisario
Villar y su señora, la niña Paula
Lambruschini, el dirigente radical
Arturo Mor Roig, el empresario Alberto Bosch y el chofer Juan Carlos Pérez.
Desde
1977 a la fecha han pasado más de 40 años. El
Dr. Zaffaroni, aquel pilar jurídico del gobierno militar (que negaba habeas
corpus a desaparecidos) se ha convertido
en un referente jurídico de los que persiguen a ex militares como Julio Narciso
Flores. Tan es así que, como miembro
de la Corte Suprema de Justicia, no le ha temblado el pulso al firmar el fallo
violatorio de la Carta Magna que habilita la persecución infame contra todo
aquel que sea acusado de lesa humanidad (el excluido, por supuesto). Horacio Vertbitsky, por su parte goza
de un excelente pasar económico y del prestigio nacional e internacional que le
da el hecho de presidir el CELS, la ONG
de DD.HH. subvencionada por el estado más influyente del país (en Argentina, nada mejor que un terrorista ocupándose de los
derechos humanos de sus víctimas). Roberto
Cirilo Perdía, en tanto, disfruta de la renta que le toca por los 60 millones
de dólares del secuestro de los hermanos Born. Aprovecha su tiempo libre para
publicar libros en los cuales describe sus crímenes como hazañas de jóvenes
idealistas aunque equivocados. Suele
declarar como testigo de contexto en los juicios de lesa humanidad (como el
sustanciado a Julio Narciso Flores).
En el juicio por “la contraofensiva de
Montoneros”, con ese narrar cansino de viejo sabio encantó a la audiencia
sacándole palmas. Declaró, entre otras cosas, que él envió a la Argentina a los
jóvenes montoneros (exiliados en Europa y México) con la misión de ajusticiar
(léase, asesinar) a Martínez de Hoz y su equipo del Ministerio de Economía. Los jueces y fiscales que lo escuchaban no
podían disimular su emoción.
Pues
bien, el ministerio público Fiscal,
integrado por los fiscales Ángeles Ramos y Leonardo Filippini junto a la
auxiliar fiscal Nuria Piñol Sala, en su alegato (a partir de la sola
mención en un libro de Guardia) consideró
probada la responsabilidad de Julio Narciso Flores en 31 privaciones ilegales
de la libertad, etc., etcétera.
Los
jueces Alfredo Justo Ruiz Paz y Marcelo
Gonzalo Díaz Cabral y la jueza María Claudia Morgese Martín, integrantes
del Tribunal Nº 5, sin siquiera sonrojarse, condenaron Julio Narciso Flores a la pena de 25 años de reclusión
perpetua. Todos los diarios celebran que se haya hecho “justicia”. El “genocida”
recibió su merecido. Zaffaronni,
Verbitsky y Perdía alzan sus copas…
Julio Narciso Flores se
pudrirá en una cárcel el resto de su vida. Ni
juan José Campanella, ni Luis Brandoni, ni Santiago Kovadloff, ni José Luis
Espert, ni Alfredo Leuco[3]
(y estoy hablando de los mejores de nosotros, los que a menudo no callan y
denuncian las injusticias) dicen o dirán
nada de Flores o de los miles de perseguidos por la “política de derechos humanos”. Este y no otro es el retrato de
Dorian Grey.
NOTA: Las imágenes,
referencias y destacados no corresponden a la nota original.
[1] El personal subalterno de las FFAA y menos los del primer grado (Cabo)
podrían haber ocupado el cargo de jefatura de ninguna especie.
[2] Parte del discurso pronunciado por el
senador opositor Dr. Rodolfo Terragno a la designación del Dr. Zaffaroni como
juez de la corte, extraído del diario de sesiones del senado del 15 de octubre
del 2003:
“Por otra parte, quiero decir que en el
sitio de Internet de las Madres de Plaza de Mayo -www.madres.org- se puede observar la denuncia contra los jueces que juraron por los objetivos básicos del
Proceso de Reorganización Nacional entre 1976 y 1980. Es una denuncia
criminal contra 437 jueces, a quienes las Madres llaman represores del Poder
Judicial. Entre esos jueces está Eugenio
Raúl Zaffaroni. La acción que promueve Madres de Plaza de Mayo dice que
todos quienes juraron por el Estatuto fueron
partícipes necesarios en términos del artículo 45 del (15 y 16 de octubre
de 2003 Sesión ordinaria Pág. 86) Código Penal, de los delitos de privación ilegítima de la libertad, apremios ilegales
y otros…
…
El doctor Zaffaroni nos ha dicho:
"Obviamente, sabíamos que se estaba secuestrando gente. Ahora, cuál era su
destino o qué pasaba con la gente secuestrada fue lo que en líneas generales me
enteré en el extranjero en 1978". Ante esto creo que caben varias
reflexiones. En primer lugar, cuesta
entender que el juez no sabía, no encontraba, no podía establecer correlaciones
entre filiación, no recibía información oficiosa alguna y que hasta 1978 no
había siquiera conjeturado…
…quiero
señalar respecto de la actuación del doctor
Zaffaroni durante el Proceso que el hecho de que haya publicado en 1980 un
libro realmente equívoco, donde se
justificaban de hecho -aunque no haya hoy en día en la interpretación del
jurista esa intención- sucesos
extraordinarios, en definitiva, de represión y donde se aludía a derecho penal
militar de excepción, a circunstancias especiales, necesidad terrible,
necesidad terribilísima, bando militar como ley material, bando militar como
tipificador de delitos, excepcionalidad de dar muerte al delincuente, muerte
por legítima defensa cuando el delincuente haga armas contra la autoridad…
…Cuando
uní todos estos elementos, comprendí que no podía responder a mi impulso
inicial, que había sido aprobar la designación del doctor Zaffaroni. El
análisis de toda su evolución como juez me mostró una peligrosa inestabilidad de su parte, una dificultad para actuar
independientemente del poder de turno -civil o militar- y que fue connivente o
funcional con (15 y 16 de octubre de 2003 Sesión ordinaria Pág. 87) un régimen inconstitucional. Eso me
llevó a concluir que el doctor Zaffaroni
no puede ser intérprete vitalicio de la Constitución Nacional, que es en
definitiva la función de un juez de la Corte Suprema de Justicia. Por eso,
sin perjuicio de solicitar que se me permita oportunamente insertar una
exposición más completa sobre este tema en el Diario de Sesiones a fin de no
emplear ahora un tiempo excesivo, por los mínimos fundamentos expuestos dejo sentada mi posición contraria a la
aprobación del pliego propuesto por el Poder Ejecutivo."
[3] El
hoy importante comunicador social Alfredo Leuco figura en (https://es.wikipedia.org/wiki/Alfredo_Leuco)
y otros sitios de Internet, donde se dice: “Durante el final de los años 1980 integró
la organización guerrillera Movimiento Todos por la Patria como Secretario de
Actas de su líder Gorriaran Merlo. Participó del ataque al cuartel del
Regimiento de Infantería 3 ubicado en la Tablada, Provincia de Buenos Aires, el
23 de enero de 1989”. El periodista Eduardo Feinmann se refirió sobre
estos sucesos (https://www.youtube.com/watch?v=eAFSekbUAm8).
No compartimos con el autor de esta nota
que Alfredo Leuco, sea considerado entre “los mejores de nosotros”, por lo
menos hasta que Leuco Versión
desmienta o dé explicaciones satisfactorias a su audiencia, la que hoy lo cree
un paladín de la democracia y a menudo lo felicita por sus columnas de opinión.
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