“Una verdad
a medias no es la mitad de la verdad, sino una mentira.
José M. Estrada
José M. Estrada
Me pregunto si
Joaquín Sabina obtuvo alguna respuesta. Por mi parte, tengo claro que ha sido
el Gobierno el responsable de esta irreparable pérdida que, seguramente, se
extenderá también a mayo.
Con lo que
ignoro sobre las pandemias se puede hacer una enciclopedia, pero recuerdo que
el 6 de abril, desde cuando ya se ha duplicado el plazo de incubación de la
enfermedad, miles de jubilados se juntaron con otros tantos receptores de la
AUH sin respetar distancia social alguna; pero no se produjo el estallido de
contagios que las autoridades y los médicos esperaban con terror. Sin embargo,
aquí seguimos, encerrados en nuestras casas y, mientras tanto, la economía se
precipita hacia un abismo sin fondo; ante ese seguro panorama de miseria y
hambre generalizados, ¿no sería mejor levantar el confinamiento y que cada uno
se cuide como corresponde, como está haciendo el mundo?
El escándalo que
el episodio produjo permitió, seguramente, la destitución de Alejandro Vanoli
del sitial de la ANSES y su reemplazo por María Fernanda Raverta, militante de
La Cámpora; con esa movida, la principal “caja”
del Estado pasó a Máximo Kirchner, que seguramente la administrará con la
honestidad aprendida de sus tan nobles padres.
Más allá del
confinamiento con el cual el Gobierno busca controlar a la sociedad, la
necesidad de Alberto Fernández de obtener la impunidad de su jefa -precio
pactado por su designación- que lo llevó a apoyar la excarcelación de Ricardo
Jaime y tantos otros, me pregunté cuál era el objetivo real y repudiable de
esta remake del 25 de mayo de 1973, cuando otro Presidente delegado fue
obligado por las organizaciones terroristas a liberar a sus miembros condenados
por la Justicia en procesos absolutamente legales.
Tengo para mí
que la intención es reconstruir el “Vatayón
Militante” para formar grupos paramilitares al mejor estilo de los
colectivos revolucionarios de Nicolás Maduro, creados para ejercer el control
violento de las calles de Venezuela y ahogar en sangre las protestas. Los
liberados aquí, como se ha visto ya, vuelven a delinquir pero, además, serán
los encargados de reclutar a lo peor del lumpenaje para incorporarlo a ese
proyecto de un rejuntado político al que aterra la posibilidad de nuevas y
masivas manifestaciones cívicas. Y qué decir si le sumamos la reincorporación
de 400 oficiales de la Bonaerense, que habían sido cesanteados por María
Eugenia Vidal por delitos de todo tipo y fueron reincorporados por Sergio
Berni.
Resultó
llamativo el estruendoso silencio del movimiento #NiUnaMás ante la insólita
inclusión de más de 150 violadores entre los más de 2.800 criminales liberados
recientemente de los penales federales y provinciales; en especial cuando se
supo que se permitió a uno de ellos volver a la vecindad de su víctima, violada
a los 13 años, y a otro, agresor sexual (con acceso carnal) de sus propios
hijos, regresar a su casa. Pero el atronador cacerolazo del jueves afectó a
Alberto Fernández, arropado hasta entonces por encuestas tan favorables, y lo
llevó a desdecirse de su público apoyo a este disparate, demostrando así que es
un groucho-marxista de la primera hora; y reiteró esa penosa actitud varias
veces esta semana.
La Argentina se
había levantado, extemporáneamente y sólo por razones ideológicas, de las mesas
en las que el Mercosur negociaba con Corea del Sur, Canadá y otros países
tratados de libre comercio. La razón invocada fue que esos acuerdos
perjudicarían a la industria nacional, es decir, impediría que nuestros
empresarios continuaran pescando en la bañadera y cazando en el zoológico; para
esa absurda y retrógrada posición, resulta mejor proteger a los ensambladores
de Tierra del Fuego que importar productos originales, más baratos. La
repercusión entre los socios fue de tal magnitud, que el Presidente debió
recular en chancletas, sumar un nuevo papelón internacional y echar la culpa
del portazo a Felipe Solá, el Canciller, diciendo que éste se había cortado
solo, como si algo así fuera medianamente creíble en un sistema de poder tan
concentrado.
Esta nefasta
ideología ha llevado a que la Argentina, cuando más necesita del mundo para
arreglar sus problemas, esté peleada con Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia,
Chile, Colombia, Estados Unidos y la Unión Europea. Con Rusia, Venezuela y Cuba
en bancarrota, Cristina Fernández piensa en profundizar la relación con Xi
Jinping, la única posible -si los chinos fueran kamikazes- fuente de
financiación para el gigantesco agujero nacional.
El aislamiento
se agravó con la irracional decisión del Gobierno de prohibir a las líneas
aéreas vender pasajes hasta el 1° de septiembre; el claro objetivo es
privilegiar a Aerolíneas Argentinas, también en manos de La Cámpora y de los
siete gremios aeronáuticos, perjudicando a las low-cost que tanto nos han
interconectado; mientras, el gigantesco déficit de “su compañía” lo pagamos con nuestros impuestos. La organización
que nuclea a las empresas del mundo -IATA- ya avisó que, de mantenerse esa
medida, muchas dejarán de volar a la Argentina por muchos años.
En fin, queda
claro hacia dónde pretenden llevarnos Fernández². Hoy, cuando nos hemos
convertido en una sociedad de mansos corderos que no hace más que golpear sus cacerolas, si no salimos
multitudinariamente a la calle ya mismo a exigir respeto a la República y su
Constitución, las habremos perdido para siempre y será demasiado tarde para
llorarlas.
Bs.As., 2 May 20
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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