por Enrique Guillermo Avogadro
“Por todas las ofensas que me has hecho, a cambio del
dolor que me quedó”. Antonio Aguilar
Con una misiva ridícula pero muy sonora, Cristina Fernández intentó inútilmente despegarse de los innumerables fracasos que ha cosechado, en todos los campos, el más doliente viudo de su marido. Es, precisamente, aquél a quien ella, con un pase de magia que muchos calificaron en su momento como genial, designó por Twitter como Presidente, mientras se reservaba todo el poder. Esa tan despreciable como habitual actitud de la PresidenteVice fue ratificada con su conspicua ausencia -y la de su hijo- en el acto de entronización de la estatua de Néstor Kirchner en el vestíbulo del centro cultural que lleva, impropiamente por cierto, su nombre.
El real afectado, acusado de tener un
gabinete que no funciona, no tuvo más remedio que apechugar el desaire y
tergiversarlo de imaginario apoyo. Aunque muchos de los ministros han sido
puestos allí por la Vice, lo real es que son una caterva de torpes e
inoperantes, comenzando por el propio Martín Guzmán quien, para intentar frenar
el incendio devastador que la cuarentena infinita está provocando en los ya
secos pastizales de la economía, sumado a la falta de confianza en la moneda
nacional, no se le ha ocurrido mejor idea que emitir bonos en pesos, pero
atados al dólar oficial (cuya corrección es necesariamente inminente), que
pagarán 15% de interés anual cuando en el mundo la tasa se parece a 0%.
Tanto se ha escrito sobre el tema de la
carta marcada de esta tahúr que no amerita dedicarle mucho más espacio, salvo
para referirse al curioso pedido -¿otra orden?- a Alberto Fernández para que
convoque a un gran acuerdo nacional a todas las fuerzas empresariales,
sindicales, sociales y, llamativamente, los medios concentrados. Con cualquier
otra firma, la esquela hubiera debido ser aplaudida sin dudar, pero quien ahora
pide tal concertación es la misma persona que tanto ha profundizado la grieta
que divide a la sociedad argentina, y que tanto ha perseguido al capital y a la
libertad de prensa. ¿Estará buscando que, a cambio, se le ofrezca la impunidad
que sus sicarios no consiguen obtener en tribunales?
Sin cejar en su batalla contra la Justicia
y en su objetivo último de modificar la composición de la Corte Suprema, los
soldaditos de Cristina continúan avanzando contra el Procurador General
interino, Eduardo Casal, en el Congreso y en la Comisión Bicameral del
Ministerio Fiscal. Hasta ahora, el kirchnerismo dice pretender que se designe
al actual Juez federal, Daniel Rafecas, para ocupar el cargo; pero muchos
sospechamos que, en realidad, están reeditando el proceso que, después del
público rechazo a la candidatura del impresentable Daniel Reposo, Cristina
Fernández logró su verdadero objetivo: designar a la militante Alejandra “Giles” Carbó con amplio consenso de la
oposición.
Quien dice creer que así sería es Elisa
Lilita Carrió, que se desmarcó de Juntos por el Cambio y propuso apoyar la
candidatura del cuestionado Juez, a quien ella misma denunciara ante el Consejo
de la Magistratura por haber desestimado, in limine, la denuncia del asesinado
Fiscal Alberto Nisman contra la actual dueña de la Argentina por el pacto con
Irán; como tantas otras veces, salió a demoler una construcción política a cuya
construcción tanto contribuyó, pero ahora parece haber caído en el delirio.
Mientras la Corte Suprema continúa
discutiendo interminablemente el fallo que deberá decidir la suerte de los tres
jueces desplazados por el Senado a pedido de Cristina Fernández, la Justicia
finalmente se puso las botas en dos casos peligrosos; por supuesto, me refiero
a los desalojos ordenados en las tomas de Guernica y Santa Elena, en Entre
Ríos. En ambas, tanto como en las invasiones de los “maputruches” (¡gracias, Jorge Lanata!) en la región de los lagos
del sur, quedó al desnudo el auspicio oficial y la participación de altos
funcionarios nacionales en los ilícitos; sin embargo, los magistrados asumieron
el rol que la Constitución les impone y actuaron con coraje cívico, una virtud
que parece faltar en algunos de los supremos.
El otro frente de combate es la Cámara
Nacional Electoral, para integrar la cual el oficialismo está cerca de designar
al Juez federal Daniel Bejas; este magistrado es un lacayo de Juan Luis Manzur,
el Gobernador de Tucumán, pero además fue el eterno abogado de José Alperovich,
el actual Senador, de licencia por las denuncias de abuso sexual contra su
sobrina. Para elegir a Bejas, quien dice ser el Presidente de la Nación lo
privilegió sobre Alejandra Lazzaro quien, además de haber obtenido un mejor puntaje
en el concurso, hubiera debido ser escogida por ser mujer para respetar la
paridad de género que tanto proclama y promueve Alberto Fernández. Una vez más,
los principios enunciados ceden ante las necesidades del oficialismo probando
que el Presidente es un groucho-marxista de la primera hora.
El domingo 8 de noviembre volveremos a
salir a la calle para reclamar por la libertad y la República, por el respeto a
la Constitución, la división de poderes, el respeto a la propiedad privada y la
garantía de la seguridad ciudadana, y a exigir un justo castigo para la
escandalosa corrupción de la asociación ilícita que organizara Néstor Kirchner
y que encabeza Cristina Fernández, rodeada de hijos, testaferros y cómplices de
toda índole incluyendo, sin duda, a los más connotados empresarios del país.
Bs.As., 31 Oct 20
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!