“Hay lugares donde hay muchos pobres, pongamos
Etiopía, pongamos Brasil. Pero los pobres que hay hoy son menos que los pobres
que había allí hace 25 años. En la Argentina es al revés”.
Carlos Pagni. Odisea Argentina 07/12/2020
Etiopía no saldrá de la pobreza mientras no acabe con el matrimonio infantil |
Jucio a las Juntas Militares 1976-1983 |
Estos treinta y siete años -y ninguno de
sus actores se salva del vilipendio de los íntegros- solo han servido para
enfilar el camino de la desmesura demagógica, de la venganza como fuente de una
“justicia” vergonzante, de bandas de
ignorantes y delincuentes encaramados en los peldaños del poder y de una
sociedad pueril en su cobardía cuando no infectada de una hipócrita hideputez.
Entonces, ¿qué festejamos este 10 D?, nada
más que la cosecha de todo lo que se vino sembrando desde 1983; que Dios en su
infinita justicia haya hecho que todas estas desgracias caigan en la cabeza de
un gobierno peronista, puede alegrar al gorilaje más rancio, pero no debería
hacernos olvidar que para esto se ha trabajado, desde Alfonsín hasta el
desgobierno de hoy, con decisión digna de mejores ideas y con la participación
necesaria de todos nosotros.
Pobreza en la Argentina 2020 |
La democracia que vino a curarnos, a
educarnos y a darnos de comer ha terminado en esto, una sociedad definida por
una desigualdad creciente; cualquiera, con dos dedos de frente sabe que, como
colofón de la “saga de la democracia”, es en este gobierno donde las
diferencias -en especial de clase- se han acentuado; por ejemplo, solo con
mirar la evolución intelectual y social, durante la cuarentena, de los chicos
que estudian en colegios privados comparados con los de escuelas públicas
sabrán a que me refiero.
En este cumpleaños, elija el que más le
guste -de la decadencia, de la democracia o de este gobierno de “asnos científicos”- no encontramos
demasiado para festejar, más bien para emborracharnos de tristeza con el vino
agrio de la desesperanza -“me mamo bien,
mamao, pa’ no llorar”- porque la pobreza ha llegado al 44,2%, porque
científicos, como se autodenominaban, gestaron una cuarentena perpetua que
decía privilegiar la salud sobre la economía pero que hoy nos deja con 40.000
muertos reales, y bien reales -no como las 30.000 ovejitas desaparecidas de la
fábula- con cientos de PyMES quebradas, con 2,5 millones de argentinos sin
trabajo, con una inflación anual sin límites a la vista, con una moneda que no
existe, con un PBI que sigue cayendo y con lo que es peor de digerir para las
dulces almas del populismo, que de los 40.000 muertos por COVID-19 el 90% son
gentes de escasos recursos, que la
realidad de la infancia argentina nos dice es un 60,3% de los chicos son pobres
pero que este porcentaje sube al 74% cuando hablamos de menores de 17 años, y
que, pese a lo que diga el vicario presidencial, más de dos millones de chicos
sufren hambre.
Es decir que nuestro mañana -si es que hay
un mañana para estas tristes Provincias Unidas del Sur- se hará con una juventud
sub alimentada y sub educada que tendrá como futuro el robo, la prostitución o
un plan para terminar muriendo por el paco o por un balazo en la cabeza en un
entrevero policial.
¿Fue el imperialismo yankee, “eterno
causante” de nuestros males?, ¿o fue la oligarquía vacuna -otro clásico
de nuestro folklore Nac & Pop- quien nos llevó a esta patria de
necesitados? Dejémonos de joder de una vez y para siempre y de seguir aceptando
como dogma las mentiras más estúpidas. Solo han servido para que -a partir de
una mezcla infame de menguas intelectuales y morales- cada vez más ignorantes
con pretensiones crean que cualquiera puede manejar a la república.
Quien
maneja la necesidad, maneja la libertad. De esto, y
no de otra cosa se ha tratado este sainete que, con el cuento de la corrección
política, nos han encajado desde 1983 a hoy. No es casual tener el 44,2% de
pobres, menos aún que los pobres de toda pobreza menores de 17 años sean el
74%, menos aún que la gran mayoría de los chicos hayan perdido el año con el
problema que ello entraña y, menos aún, que estos sean número que seguirán
creciendo. El objetivo era claro pero, por comodidad o cobardía, no lo quisimos
ver. Cuando un grupo maneja las necesidades de una mayoría cada vez más grande
y cada vez más pobre, termina manejando la libertad de opinar, de pensar, de
votar de estos. Solo les quedamos nosotros, pero como estamos en democracia y
en ella el número todo lo define, hasta
la muerte de los indefensos, no hay futuro para nosotros.
¿Realmente,
hay algo para festejar?
Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini tuo da
gloriam.
NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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