domingo, 13 de diciembre de 2020

¿10 D; ¿QUÉ FESTEJAMOS HOY?

“Hay lugares donde hay muchos pobres, pongamos Etiopía, pongamos Brasil. Pero los pobres que hay hoy son menos que los pobres que había allí hace 25 años. En la Argentina es al revés”.
Carlos Pagni. Odisea Argentina 07/12/2020

Etiopía no saldrá de la pobreza mientras no acabe con el matrimonio infantil

Ayer, 10 de diciembre era un día en el que se podían festejar cosas diferentes que, al estar unidas por un entramado falaz, hacía que el que festeja una, también podía festejar todas. Se podía festejar el primer año de la resurrección Nac & Pop de la Argentina, o un nuevo año, ¿el número sesenta, el número setenta?, de nuestra decadencia, o el año treinta y siete de una democracia que, pese a las promesas de los políticos, ni nos educó, ni nos curó, ni nos dio de comer. Es decir, será un festejo de la nada, peor aún del lento suicidio de una sociedad que ha privilegiado, como modo de quitarse la vida, hacerlo miserablemente.

Jucio a las Juntas Militares 1976-1983

Si lo que festejamos es el año treinta y siete de la “democracia” debemos saber que ésta, o el gobierno surgido de esta, debutó -pese a su repetido rezo laico del Preámbulo- usando como papel higiénico a las hojas de la Constitución Nacional donde estaba impreso el Artículo 18. Más allá de aquellos que creen que la Juntas Militares 1976-1983, debían ser juzgadas, la verdad es que los Comandantes fueron penados en juicio previo fundado en ley posterior al hecho del proceso, juzgados por comisiones especiales, y sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa.

Estos treinta y siete años -y ninguno de sus actores se salva del vilipendio de los íntegros- solo han servido para enfilar el camino de la desmesura demagógica, de la venganza como fuente de una “justicia” vergonzante, de bandas de ignorantes y delincuentes encaramados en los peldaños del poder y de una sociedad pueril en su cobardía cuando no infectada de una hipócrita hideputez.

Entonces, ¿qué festejamos este 10 D?, nada más que la cosecha de todo lo que se vino sembrando desde 1983; que Dios en su infinita justicia haya hecho que todas estas desgracias caigan en la cabeza de un gobierno peronista, puede alegrar al gorilaje más rancio, pero no debería hacernos olvidar que para esto se ha trabajado, desde Alfonsín hasta el desgobierno de hoy, con decisión digna de mejores ideas y con la participación necesaria de todos nosotros.

Pobreza en la Argentina 2020

La democracia que vino a curarnos, a educarnos y a darnos de comer ha terminado en esto, una sociedad definida por una desigualdad creciente; cualquiera, con dos dedos de frente sabe que, como colofón de la “saga de la democracia”, es en este gobierno donde las diferencias -en especial de clase- se han acentuado; por ejemplo, solo con mirar la evolución intelectual y social, durante la cuarentena, de los chicos que estudian en colegios privados comparados con los de escuelas públicas sabrán a que  me refiero.

En este cumpleaños, elija el que más le guste -de la decadencia, de la democracia o de este gobierno de “asnos científicos”- no encontramos demasiado para festejar, más bien para emborracharnos de tristeza con el vino agrio de la desesperanza -“me mamo bien, mamao, pa’ no llorar”- porque la pobreza ha llegado al 44,2%, porque científicos, como se autodenominaban, gestaron una cuarentena perpetua que decía privilegiar la salud sobre la economía pero que hoy nos deja con 40.000 muertos reales, y bien reales -no como las 30.000 ovejitas desaparecidas de la fábula- con cientos de PyMES quebradas, con 2,5 millones de argentinos sin trabajo, con una inflación anual sin límites a la vista, con una moneda que no existe, con un PBI que sigue cayendo y con lo que es peor de digerir para las dulces almas del populismo, que de los 40.000 muertos por COVID-19 el 90% son gentes de escasos recursos, que  la realidad de la infancia argentina nos dice es un 60,3% de los chicos son pobres pero que este porcentaje sube al 74% cuando hablamos de menores de 17 años, y que, pese a lo que diga el vicario presidencial, más de dos millones de chicos sufren hambre.

Es decir que nuestro mañana -si es que hay un mañana para estas tristes Provincias Unidas del Sur- se hará con una juventud sub alimentada y sub educada que tendrá como futuro el robo, la prostitución o un plan para terminar muriendo por el paco o por un balazo en la cabeza en un entrevero policial.

¿Fue el imperialismo yankee, “eterno causante” de nuestros males?, ¿o fue la oligarquía vacuna -otro clásico de nuestro folklore Nac & Pop- quien nos llevó a esta patria de necesitados? Dejémonos de joder de una vez y para siempre y de seguir aceptando como dogma las mentiras más estúpidas. Solo han servido para que -a partir de una mezcla infame de menguas intelectuales y morales- cada vez más ignorantes con pretensiones crean que cualquiera puede manejar a la república.

Quien maneja la necesidad, maneja la libertad. De esto, y no de otra cosa se ha tratado este sainete que, con el cuento de la corrección política, nos han encajado desde 1983 a hoy. No es casual tener el 44,2% de pobres, menos aún que los pobres de toda pobreza menores de 17 años sean el 74%, menos aún que la gran mayoría de los chicos hayan perdido el año con el problema que ello entraña y, menos aún, que estos sean número que seguirán creciendo. El objetivo era claro pero, por comodidad o cobardía, no lo quisimos ver. Cuando un grupo maneja las necesidades de una mayoría cada vez más grande y cada vez más pobre, termina manejando la libertad de opinar, de pensar, de votar de estos. Solo les quedamos nosotros, pero como estamos en democracia y en ella el número todo lo define,  hasta la muerte de los indefensos, no hay futuro para nosotros.

¿Realmente, hay algo para festejar?

 

José Luis Milia

 

Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini tuo da gloriam.

NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

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