En vísperas de Navidad, la subversión decidió atacar el Batallón Depósito de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno”, ubicado en el sur del conurbano bonaerense. En la primera entrega de esa historia que dio inicio al fin de esa organización guerrillera, cómo fueron infiltrados por un peronista afín al Ejército, clave para el fracaso total de esa operación
13 de Diciembre de 2020
El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) atacó el 23 de diciembre de 1975 el batallón de arsenales del Ejército Domingo Viejobueno, ubicado en la localidad bonaerense de Monte Chingolo |
El jueves 2 de octubre de 1975, el servicio meteorológico marcó una temperatura máxima de 15º, sin embargo la edición de “Gente” salió a la venta llevando en la tapa a la joven y natural Graciela Alfano en bikini. Adentro, como adelantando el verano, lucían junto con la Alfano, Adriana Aguire, Angelika y Adriana Constantini. El mismo día el doctor Manuel Guillermo Arauz Castex juró ante Ítalo Argentino Luder, convirtiéndose en el cuarto canciller de este gobierno justicialista. El debate pasaba por si la señora de Perón debía o no retornar al poder -estaba de licencia- y si ello afianzaba o debilitaba el sistema institucional. La especulación en torno a una eventual “intervención militar” estaba en letras de molde.
“Pienso que el
desgobierno ha colmado la paciencia de los argentinos y ese desgobierno se ha
venido aceptando fundamentalmente por el culto a la personalidad de la señora
presidente, y que su partido llama verticalismo”, declaró Oscar
Alende, el líder del Partido
Intransigente, el 3 de octubre de 1975.
“Si las cosas
siguen así, no llegamos al ’77”, pronosticó Victorio Calabró, el gobernador de Buenos Aires,
provocando un escándalo mayúsculo. Las 62 Organizaciones lo acusan de “claudicación doctrinaria”. El domingo 5 de octubre de 1975, Montoneros
realizó un feroz ataque al Regimiento 29 de Infantería, en Formosa. Por
primera y última vez, intentó ocupar un cuartel del Ejército. El estratega del “Operativo
Primicia” fue Raúl Clemente Yaguer, más conocido como “Roque” o “Mario”, pero el que lo comandó fue “El Jote” o “Sebastián”
Mario Lorenzo Konkurat.
El 8 de octubre de
1975, el presidente (interino) Ítalo
Argentino Luder promovió la formación del Consejo de Defensa Nacional, como una
forma de frenar la violencia terrorista. A pesar de la tibia oposición de
algunos de sus ministros, se creó el Consejo durante una reunión de gabinete en
la que se trató la dimensión de la cuestión subversiva. Al finalizar, Luder le
deslizó a un amigo: “Hay tres formas de llevar adelante la guerra antisubversiva. Una, con poca eficiencia y poco costo
político; otra, mediana eficiencia y mediano costo político y la tercera mucha
eficiencia y mucho costo político. ¿Qué decidimos? Muy simple, la tercera: alta
eficiencia y alto costo político.” Se ordenó “aniquilar” (destruir, suprimir, exterminar) y
no el término “neutralizar” (hacer neutral una situación, frenar, paralizar al
enemigo). Así se dictaron los decretos 2770, 2771 y 2772 de 1975.
El miércoles 15 de octubre, una cadena de atentados terroristas estremeció varias zonas del país, especialmente en Buenos Aires y Rosario, mientras los panaderos declaraban un paro de 48 horas en todo el país. De la ola de violencia no se salvó ni Julio F. Penna: como le había sucedido un año antes, el cuidador de caballos volvió a ser secuestrado. También fue secuestrado Jorge Lebedev, prosecretario de la revista “Claudia”, de la editorial Abril. Y el desarrollismo de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio advirtió un “estado de colapso”.
Isabel Perón durante el acto del 17 de octubre de 1975. A su lado el senador Ítalo Luder |
En esos días, María Estela “Isabel” Martínez de Perón tomaba una temporada de descanso en el hotel de la Fuerza Aérea en Ascochinga, Córdoba, y una parte de la dirigencia política pensaba que no volvería a la Casa Rosada. Pero, contrariamente, retornó a su cargo para presidir la concentración popular en la Plaza de Mayo en conmemoración al Día de la Lealtad. El 17 de octubre de 1975 el senador nacional Ítalo Argentino Luder, que presidía interinamente el país, volvió al Senado a pesar de que muchos imaginaban que quedaría como Presidente hasta el fin del mandato de “Isabel” Perón.
Un observador
privilegiado como Robert Hill, embajador
de los Estados Unidos, informó, respecto de Isabel Perón, al Departamento
de Estado: “Su autoridad y posición está tan socavada que no puede
tomar las riendas del poder. La manera en que deje estas riendas, de
buena voluntad, tendrá mucho que ver con quién la reemplazará. En caso de que
retorne el 17 de octubre a retomar la presidencia y se dedique a gobernar, poco después tendría lugar un
golpe militar, posiblemente hacia fin de año”.
Mientras Hill
dictaba el informe, todavía no habían trascendido los comentarios de la
prolongada reunión que la presidenta mantuvo el mediodía del jueves 16 con Ítalo
Luder, Antonio Cafiero, Ángel Robledo, Julio González, Pedro Eladio Vázquez,
Lorenzo Miguel y Casildo Herreras. Durante la cumbre, Isabel de Perón elogió “cálidamente”
al ex ministro José López Rega y resaltó el “patriotismo y la lealtad” de los doctores Julio González y Pedro
Eladio Vázquez, y del ex ministro del Interior coronel (RE) Vicente Damasco. Los
detalles fueron conocidos por el líder radical Ricardo Balbín, quien
consideró reservadamente que su partido debería asumir una actitud
implacablemente opositora. Las más altas autoridades partidarias
consideraban que el proceso político había ingresado en su “etapa más crítica” y que la estabilidad institucional hacía necesaria “un
renunciamiento patriótico” de la presidenta (palabras pronunciadas por
el ex presidente Arturo Illia).
El 18 de octubre,
al día siguiente del discurso de Isabel Perón en la Plaza de Mayo, en Tucumán, el Ejército ocupó el Campamento Los Sosa
del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El 23 de octubre de 1975, el
teniente coronel Pedro Armando Coria firmó el Informe de Inteligencia Especial
N° 17/75 para los más altos niveles del Ejército. El “Asunto” que originó el trabajo detallaba el “estudio de la documentación
capturada en el Campamento Los Sosa”. En términos más profanos, era el
resultado de un análisis de toda la documentación que la jefatura de la
Compañía de Monte del PRT-ERP había dejado en su huida del lugar. Había de todo, desde informes
que delataban algún tipo de infiltración dentro del propio Ejército; contactos
en diferentes ámbitos “en todo nivel”,
hasta informaciones que manifestaban fuentes dentro del Poder Ejecutivo.
Era sabido que la inteligencia del
PRT-ERP era una de las mejores. El campamento Los Sosa estaba ubicado sobre
las márgenes del río Los Sosa, cerca del Ingenio Santa Lucía y Famaillá, en el
lugar más caliente de la zona de operaciones. A diferencia de los “dormideros”, Los Sosa era un campamento
estable, en el que por momentos residía la conducción de la Compañía de Monte
del ERP.
Las “conclusiones generales de los documentos capturados” manifestaba que en un “Informe de la Reunión del Comité Ejecutivo (del PRT-ERP) del 6 y 7 de octubre de 1975”, en el que se hizo un análisis de la situación nacional e internacional y de todos los “frentes”, se mencionaba “el serio compromiso de integrar en su seno temporariamente a miembros provenientes de otras organizaciones para que adquieran experiencia y que ya se han producido contactos. Que se envió un representante a Colombia.” También habla del envío de representantes a Bolivia, Uruguay para tomar contactos, e informa del ingreso de un peruano para entrenarse “por dos meses… habiéndose resuelto su incorporación a la Regional Córdoba” y que la organización argentina “encararía la organización del PRTP” (Partido Revolucionario de los Trabajadores Peruano). “Se hace mención que un argentino residente en EE.UU está desarrollando actividad proselitista en el mencionado país.” También en otras “Conclusiones del Documento N° 1”, correspondiente al 06 y 07 de octubre” de 1975, se “menciona que la acción en Formosa ‘fue objetivamente una acción conjunta de ERP y Montoneros’” (ataque el Regimiento de Infantería 29). Advierte “que cada día que pasa le resulta cada vez más difícil al Comandante General del Ejército (Videla) frenar a sus bases (y) que existiría intención de ciertos sectores de las FFAA, luego de tomar el poder, de realizar un baño de sangre purificador.”
Estrella Roja, el órgano de difusión del ERP |
Por sobre lo que se publicaba en los diarios, en la penumbra, se libraba una guerra de Inteligencia y cada hecho era evaluado de acuerdo a sus resultados. El domingo 7 de diciembre de 1975, en un sincronizado operativo, que algún día merecería conocerse con exactitud, un comando del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) capturó al “comandante Pedro” Juan Eliseo Ledesma, jefe del estado mayor del ERP y organizador de un gran ataque que la organización terrorista planeaba realizar al Batallón Depósito de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno”, ubicado en la provincia de Buenos Aires. Frente al golpe militar que se predecía el PRT-ERP opinaba que: “nadie puede ya dudarlo. La guerra civil revolucionaria se ha generalizado en la Argentina” y ellos decían contar “con la simpatía y el apoyo cada vez más activo de las masas obreras y populares” y para eso necesitaban armas de todo tipo. Ledesma fue llevado a un centro de detención y ferozmente torturado pero no habló. Junto con “Pedro” también cayeron los miembros más importantes del aparato logístico.
En ese submundo de la guerra de inteligencia, al que muy pocos tenían injerencia, también se conoció que el lunes 8 de diciembre de 1975, cayeron detenidos los cuatro hijos de “Roby” Santucho, el jefe máximo del PRT-ERP, junto con Ofelia Ruiz, esposa de Oscar Asdrúbal “Chicho” Santucho (muerto en Tucumán el 8 de octubre de 1975), y sus cuatro hijos, más un hijo del “Turco” Elías Abdón, alias “Teniente Martín”. Abdón había caído en las mismas horas que “Pedro” Ledesma. Era el responsable de la logística del Estado Mayor del ERP para el ataque en Monte Chingolo. Junto con él fueron detenidos otros integrantes del comando (en total 19).
Mario Santucho y a su lado Benito Urteaga y Enrique Gorriarán Merlo |
Dentro del Ejército hubo un debate sobre el destino del grupo Santucho. Se decidió liberarlos. La forma y el modo de hacerlo lo decidió un oficial. “Apúrese”, le dijo el coronel Alberto Valin (jefe del batallón de inteligencia) a un subordinado interesado en salvarlos. “Nosotros no matamos chicos” le dijeron a Ofelia Ruiz. Retirados de un centro de detención, fueron dejados en un hotel del barrio de Flores. Tomó intervención la policía y finalmente después de muchos meses terminaron en Cuba. Fue otro golpe para Mario Roberto Santucho. El viernes 19 de diciembre cayó “Coty” Santucho, una sobrina del jefe del PRT-ERP, en las vísperas del ataque en Monte Chingolo. Fue detenida en un departamento junto con otros compañeros que, presuntamente, fueron denunciados por los vecinos a la policía.
La trayectoria de Juan Eliseo Ledesma, “Pedro”, dentro del PRT-ERP se remontaba
a los tiempos de la fundación del ERP (1970). Había sido captado por Mario Roberto Santucho durante
uno de los conflictos gremiales que tuvo la empresa Fiat con sus obreros en
Córdoba. En 1971, intervino durante un ayuno por una “navidad sin presos políticos” que realizaron los obreros de FIAT,
planteándoles a los dirigentes clasistas de SITRAC-SITRAM la necesidad de la
guerra revolucionaria. El 19 de noviembre de 1974, el Buró Político del PRT nombra “oficialmente” el comandante en jefe del
ERP, y le otorgó el grado correspondiente a Mario Roberto Santucho (sin nombre
de guerra, aunque firmaba “Roby” o “Carlos”), y también designa “oficialmente”, con el grado de capitán,
a “Pedro” Juan Eliseo Ledesma como
jefe del estado mayor central.
En 1973, Ledesma interviene en la planificación del
ataque al Batallón Depósito de Arsenales 121, como jefe del Estado Mayor,
reforzando a la compañía “Combate de San
Lorenzo” que tuvo su bautismo de fuego con efectivos de las otras 3 compañías
urbanas. A fines de noviembre de 1975, se comienza a planificar el ataque al
Batallón Depósito de Arsenales 601 (Monte Chingolo) y se resuelve crear el
batallón urbano “José de San Martín”.
Es designado jefe del mismo, sin perjuicio de continuar como jefe del estado
mayor. A principios de diciembre, cuando
estaba organizando el ataque en Monte Chingolo, cae en una emboscada pero
Santucho expresa su confianza en que Ledesma no dará conocer el proyecto del
ERP y sigue adelante con el plan de ataque. Pero esto obliga a Santucho a
designar como reemplazante a Benito Urteaga, “capitán Mariano”, un hombre que lo acompañaba desde la fundación
del PRT.
Lo que no sabía Santucho fue que en sus ropas, Ledesma llevaba sin nombres, diferentes croquis que permitieron al servicio de inteligencia de Ejército reconstruir todos los bloqueos proyectados sobre el Riachuelo que, completada con la información que proporcionaban 3 infiltrados, hizo posible detectar como objetivo de ataque al Batallón Depósito de Arsenales 601 y seguir el desarrollo del plan terrorista hasta el día del ataque. Mientras los jefes del ERP se sorprendían en esas horas por las caídas de varios de sus miembros, en las sombras trabajaba “El Oso”, Jesús Ranier Abrahamson.
Foto sacada a Ranier en el momento de ser enjuiciado por el PRT-ERP |
Durante la guerra que comenzó abiertamente en 1970 en la Argentina, las organizaciones terroristas fueron motivo de interés para los servicios de inteligencia. En particular del Servicio de Inteligencia del Ejército. Desde antes de 1973, el PRT-ERP había sido infiltrado desde diversos lugares. Hecho que originó su lento desmoronamiento hasta 1977. El agente Jesús Ranier fue uno de los mejores, sino el mejor: había militado en las Fuerzas Armadas Peronistas “17 de Octubre” (FAP 17). Era un peronista que se integró a lo que se denominó la “resistencia peronista”, entre 1956 y 1973. Durante esta etapa, conoció a elementos de la Central de Operaciones de la Resistencia (COR) que era liderada por el general (R ) Miguel Iñiguez. En 1973, se generó en las FAP un estado deliberativo: unos consideraban que el triunfo de Perón daba por terminado el camino de la resistencia armada y otros que no.
Frente a este
debate, “El Oso” Jesús Ranier, decide separarse de las FAP. Pero,
aprovecha sus contactos con los elementos del COR: el general Miguel Iñiguez,
ya como jefe de la Policía Federal los impulsaba a volver a la legalidad y al
servicio de Perón. Sin embargo, Ranier estaba seguro que el PRT-ERP, por
antiperonista, iba a continuar con el proyecto de guerra civil prolongada.
Cuando se tocó esta cuestión, Jesús Ranier, expresó que como militante peronista, debía combatir
contra el ERP. A la vez, comentó que integrantes del PRT - ERP lo habían
invitado a incorporarse a la organización. Es así como militantes de COR
le indican que lo prudente es aceptar esa invitación, pero con previo contacto
con el servicio de inteligencia del Ejército. Ranier aprueba la idea. Se lo
empieza a capacitar sobre la manera de comportarse dentro de la organización y,
teniendo en cuenta su experiencia anterior en las FAP, logró incorporarse como
combatiente del ERP. Entró al área logística, comenzó a reparar armamento y a
cumplir órdenes de traslado de los materiales para las operaciones militares. Poco a poco, fue accediendo a los depósitos
clandestinos donde el ERP guardaba el producto de sus robos en los ataques
a personal de seguridad y dependencias policiales.
Para estas
actividades, el ERP le proveyó numerosos contactos con otros integrantes, a
efectos de completar sus tareas (traslado, mantenimiento, provisión o retiro de
armas). Es así como sus informes al
Ejército contenían los datos de citas que concretaba, aún cuando él mismo
ignorara la identidad de los que debía entrevistar. El servicio de inteligencia
conocía, por ejemplo, que haría contacto con “Juan”, sin más datos. Pero había una certeza: ese “Juan” era del ERP. Incluso, en algunas
oportunidades viajó al interior transportando armamento que debía entregar para
un operativo o, al revés, retirar armamento que había sido utilizado o recién
robado. Con el tiempo, se
ganó la confianza de los jefes logísticos del ERP, y así llegó a su mayor nivel
informativo, cuando permitió detectar el asalto proyectado contra el Batallón
Depósito de Arsenales 601 (Monte Chingolo). El fracaso del asalto no sólo se
debió a su importante intervención. Trabajaron dos infiltrados más. Esto
permitió entrecruzar las informaciones y lograr la reconstrucción del plan de
ataque terrorista, siguiendo sus actividades. Además de los agentes
infiltrados, el Ejército fue advertido por el gobernador de la provincia, el
dirigente sindical Victorio Calabró, que algo serio preparaba la guerrilla en
la zona Sur.
En la próxima entrega: Los informes previos al ataque guerrillero del “Oso” Ranier; el asalto al Batallón en
Monte Chingolo; la reacción de la dirigencia política, la repercusión dentro
del ERP por el rotundo fracaso y, tras una investigación interna, la caída del
agente infiltrado.
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