Cuando el cuartel fue recuperado, el general de Brigada Alfredo Arrillaga elevó un escrito lapidario sobre la situación del arma a sus superiores. Los contactos del Movimiento Todos por la Patria con el sandinismo nicaragüense. Y el día que Alfonsín se sintió “aislado” por los Estados Unidos: “Fue como si a un náufrago le quitaran su tabla de apoyo”
Por Juan Bautista
Yofre
31 de Enero de
2021
El general Arrillaga fue designado para recuperar el cuartel de La Tablada. Luego de retomar el control, redactó un lapidario informe |
Arrillaga explica que “los helicópteros
tuvieron que ser operados en condiciones mínimas de seguridad para el
apoyo de la operación; particularmente la evacuación de heridos”. Se carecía de equipos de comunicaciones
radioeléctricas “para enlazar las
pequeñas fracciones del orden de sección que debían operar.”
Reseña sobre la “utilización de
munición vencida para lanzacohetes” y “falta de zapatos de goma en los vehículos oruga” entre otras de
las falencias. Los cañones
de 20 mm de vehículos blindados se trababan por falta de mantenimiento
en TAMSE y “la imposibilidad de usar lanzallamas… por falta de
partidas no pueden pagar su carga”. Ni qué hablar de “la falta de elementos apropiados para equipar a tropas especiales,
visores nocturnos, sogas para trepar, gases y máscaras, etc.”.
Arrillaga, además, informó sobre “la falta de tropa para defender en forma mínima las instalaciones… y
carencia de tropa para conformar una fuerza orgánica de recuperación”.
En informe del general Arrillaga sobre los hechos de La Tablada describían la situación paupérrima del Ejército para afrontar un combate |
Ante el
deplorable estado de cosas, el general Arrillaga llega a la conclusión que “las novedades enunciadas como producto de
la experiencia obtenida en La Tablada, más otras conocidas en el Estado Mayor
General del Ejército, hacen apreciar, pese a los elementos del Área Estratégica
Principal Austral, que la
Fuerza carece de capacidad operacional para enfrentar a un enemigo externo o
interno si se produce un nuevo ataque en una guarnición aislada
geográficamente del resto del Ejército.”
El militar informante sugiere una serie de
decisiones a tener rápidamente en cuenta. Entre otras, el aumento de efectivos a incorporar; el “aumento del presupuesto destinado al mantenimiento y acrecentamiento
de la capacidad operacional perdida”. También, aconsejaba un “cumplimiento urgente del acuerdo con el Ejército de los EEUU para la
modernización de helicópteros y M 113” (vehículos blindados). Por
último, advertía “reiniciar el
equipamiento para evitar el atraso técnico-científico con otros países,
especialmente vecinos.” En resumidas cuentas, estas reflexiones eran prácticamente de imposible consideración
teniendo en cuenta la situación económica argentina y que ya no se tenían
en cuenta las “hipótesis de conflicto”.
Por otro lado, existían consideraciones de política exterior en las que el
Ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, tenía escasa injerencia.
La firma del general Arrillaga al pie de su informe sobre La Tablada |
Mientras se discutían estas cosas en la
intimidad, nunca se avanzó en la
investigación de los hechos relacionados con el ataque fuera del cuartel.
Solo se limitó a las acciones dentro de la unidad. Nadie quería hablar de las sumas de dinero que el gobierno brindó a los
atacantes y sus cómplices para la campaña mediática contra Menem, previa al
asalto a la unidad. Tampoco nadie se atrevía a señalar con certeza las
reuniones entre funcionarios de gobierno y los atacantes. Se hablaba de citas
en Porto Alegre, Brasil, o encuentros furtivos en la discoteca bonaerense “Palladium”.
Las explicaciones que daban algunos funcionarios tendían a diluir las certezas que tenía la oposición sobre las complicidades difíciles de establecer. Por ejemplo, en un cable de la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires (para ser analizado en Washington, Madrid, Caracas, Panamá y Managua) se informaba que el canciller Dante Caputo contó que el 26 de enero de 1989 el presidente español Felipe González le dijo telefónicamente a Raúl Alfonsín que “el incidente de La Tablada no se limitaba únicamente a la Argentina. González dijo que tenía ‘hard information’ de similares acciones que se llevarían a cabo en otros países del hemisferio. Específicamente González le mencionó a Venezuela a Alfonsín.” En particular, alrededor de la asunción presidencial de Carlos Andrés Pérez, el 2 de febrero de 1989. En el mismo texto se dice que Caputo adelantó que el gobierno pasaría al “contraataque” con la creación del COSENA y responsabilizó a Nicaragua y Panamá, no así a Cuba. El funcionario estadounidense le comentó a Washington que no creyó “apropiado” averiguar si el “contraataque” significaba algún tipo de denuncia contra Nicaragua o Panamá. Tampoco no deseó considerar con Caputo si había enlaces cubanos con el MTP.
Cables donde se menciona al Coti Nosiglia hablando de los vínculos del MTP con el gobierno sandinista |
¿Cómo, en ninguno de los cables del
Departamento de Estado nunca se habló del coronel Andrés Barahona López, alias “Renán Montero Corrales” o “Iván” o “Monleón”? En 1967 era miembro del Departamento América del Partido
Comunista de Cuba (subordinado de “Barbarroja”
Manuel Piñeiro), cuya misión era servir de enlace entre la guerrilla cubana y
los grupos urbanos en Bolivia. A poco de llegar Ernesto Guevara a Bolivia, “Renán-Iván” volvió a La Habana y
apareció en París como agregado de las FAR, dejando a la guerrilla sin contacto
con la ciudad y La Habana, porque Fidel Castro le había soltado la mano al Che.
En los años 70, desde Costa Rica, “Renán” coordinó la guerrilla del Frente
Sandinista de Liberación Nacional. Luego se incorporó a la Brigada
Internacionalista junto con el ERP, Montoneros y el MIR chileno entre otros.
En 1979 se hizo nicaragüense y, junto a los comandantes Tomás Borge y Lenín
Cerna (jefe de Inteligencia), reestructuró la Dirección Quinta (Operativa) de
la Inteligencia nicaragüense. Murió en 2009. Por sus funciones, se lo señala como habiendo
tenido relación con el grupo argentino entrenado en Nicaragua que atacó el
Regimiento de La Tablada en enero de 1989. ¿Nicaragua podía montar
operaciones en el exterior con el completo desconocimiento de La Habana?
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