sábado, 24 de marzo de 2012

por que esta jornada no sea signada por el odio, si no por la paz espiritual


Hoy en todo el país, por disposición del poder de turno, se celebra el Día de la Memoria… esa memoria incompleta y que solo hecha una mirada parcial sobre la guerra que desataron las organizaciones terroristas y para la cual el gobierno democrático de María Estela Martínez (a) Isabelita, viuda de Perón,  debió emplear a las Fuerzas Armadas para ponerle freno la violencia brutal que se dispersaba por la Argentina toda  y agredía a toda la sociedad. Hay que tener memoria completa.


El mismo Juan Domingo Perón alentó y promovió el aniquilamiento de las organizaciones terroristas, haciéndolo enfáticamente vestido de uniforme ante los oficiales sobrevivientes del intento de copamiento de la Guarnición Militar de Azul Regimiento de Caballería de Tiradores Blindado 10 y Grupo de Artillería Blindado 1. Posteriormente lo repitió en un mensaje a la nación, Perón habló de "aniquilar" y "exterminar uno a uno" a los guerrilleros a quienes calificó de psicópatas. Por primera vez un presidente constitucional usaba esos términos para definir el combate contra al flagelo guerrillero.


La amnesia colectiva anestesió el espíritu de la sociedad que clamaba porque se terminara con esa violencia y con el desgobierno que sumía al país en el mar de las tinieblas y la inestabilidad.

Hoy podrán decir todo lo que quieran, denostar una vez más a las Fuerzas Armadas, a todos quienes combatieron y vencieron el terrorismo que no hesitó en hacer un baño de sangre en la nación, pero debería ser un día de reflexión, aprender de los errores cometidos y enmendarlos bajo la igualdad de la ley.

Desde nuestro espacio promovemos la Pacificación Nacional Definitiva y la misma debe abarcar a todos los miembros de la sociedad, en una lectura objetiva del pasado y del presente todos somos responsables del país que construimos. “El que esté libre de culpas… que arroje la primera piedra”.

Por un mejor futuro a legar a las generaciones que nos precederán debemos dar todos los pasos posibles para lograr la “conciliación y justicia” que aquiete nuestros corazones y mediante el perdón a todos los que reconocieron sus errores en esa guerra interna alcanzar la ansiada unión nacional.

Es menester recordar que las Fuerzas Armadas han reconocido y aceptado sus responsabilidades en esa guerra, no hemos escuchado ni visto actitudes similares en los líderes del terrorismo. Muchos ancianos soldados se han sometido a derecho y no han recibido una respuesta justa de los tribunales, muchos han muerto en prisión y otros esperan sus condenas en una prisión preventiva, que excede todo tiempo legal… mientras que los terroristas gozan de total impunidad.

Nosotros no reivindicamos los actos de gobierno del Proceso de Reorganización Nacional, solo aspiramos a una historia y memoria justa que ponga a los hombres rodeados de las circunstancias violentas de la época y no sacadas de contexto como si fueran una banda armada… no señores! fueron nuestras Fuerzas Armadas, de Seguridad y otros organismos del estado que cumplieron las demandas de la sociedad y el mandato de un gobierno democrático encabezado por la viuda del general Perón.
Como hoy todos se expresarán en contra de los soldados y civiles que defendieron la patria, a modo de colaboración y para acercar luz sobre la verdadera historia deliberadamente ocultada por el “relato oficial”, les dejamos la tercera y última parte de la entrevista que el periodista español Ricardo Angoso le efectuara al ex presidente de facto Jorge Rafael Videla, aportando de esa manera el testimonio de uno de los principales protagonistas de la época.

Confirmamos que el señor Angoso ya escribió y envió a España, para su primera publicación un libro electrónico cuyo título es: “Videla se confiesa”, pensaba que ese libro podía salir a la luz en el día de la fecha pero no fue posible por razones editoriales. Apenas tengamos la confirmación de su publicación electrónica, lo informaremos por este medio.

Deseamos que todos tengan un buen día, que la serenidad del Espíritu Santo anide en todos los argentinos de buena fe y la jornada no sea signada por el odio, si no por la paz espiritual.

Una vez más pedimos reconocimiento y reparación histórica a las Víctimas del Terrorismo en la Argentina, las que han sido sistemáticamente olvidadas y discriminadas por todos los gobiernos, inclusive el de las Fuerzas Armadas; inmediata liberación de los miembros de las Fuerzas Armadas, de Seguridad, Policiales y civiles que se encuentran detenidos como "Presos Políticos" por haber cumplido con el deber demandado por la Patria.

Sinceramente,

Pacificación Nacional Definitiva


TERCERA Y ÙLTIMA ENTREGA
ENTREVISTA CON JORGE RAFAEL VIDELA
POR RICARDO ANGOSO
ENTRADILLA:
Terminamos con esta entrega, la larga entrevista con el ex presidente y general Jorge Rafael Videla, antaño todopoderoso hombre fuerte del régimen militar argentino y hoy encarcelado por delitos considerados de lesa humanidad. Sin querer entrar en lo polémica desatada en Argentina por las declaraciones del detenido, reivindicamos este texto y esta serie de entrevistas como un simple ejercicio en defensa de las libertades de expresión y de información que algunos nos pretenden negar desde su pedestal de inmaculados defensores de los derechos humanos y su peculiar forma de entender la democracia.

TITULARES:
“Pérez Esquivel cuando recibió el Nobel de Paz era un absoluto desconocido para todos”.

“Me reuní con Carter y traté con toda su crudeza el asunto de los derechos humanos”.

“Los socialdemócratas europeos lideraron la oposición internacional a nuestro régimen”.

“Tuvimos diferencias con los Estados Unidos, como por ejemplo cuando el embargo comercial contra la URSS tras la invasión de Afganistán”.

“El Partido Comunista fue tolerado durante el régimen militar, como todos los partidos”.

ENTREVISTA:
Ricardo Angoso: Quiero concluir esta serie de entrevistas preguntándole algunas cuestiones que han quedado en el tintero, como por ejemplo ¿cómo fue su relación con el almirante Massera y de qué forma observaba sus pretensiones políticas?

Jorge Rafael Videla: No sé si siempre tuvo pretensiones políticas, pero sí puso de manifiesto su vocación política mientras formó parte de la Junta Militar. Ambición legítima desde todo punto de vista pero, a mi juicio, inoportuna, formando parte de un gobierno tripartito. La política es rica en matices que pueden llegar a convertirse en diferencias; y esa posibilidad constituía un grave riesgo en medio de una guerra interna cuyo éxito radicaba en la cohesión de las tres fuerzas armadas que constituían nuestro ejército. Hasta donde llegaban esas ambiciones, no puedo precisarlo; pero lo cierto es que luego de pasar a retiro fundó un partido cuya finalidad no podía ser otra que llegar al poder.


R.A.: ¿Qué relación mantuvieron con los partidos políticos argentinos de entonces?
J.R.V.: El Proceso de Reorganización Nacional mantuvo la existencia de todos los partidos –inclusive el comunista- pero suspendió la política partidaria. Esta situación se daba por primera vez en la Argentina donde, por norma, los gobiernos de facto disolvían a los partidos políticos, al momento de hacerse cargo del poder. Incluso se permitió que los integrantes de los distintos partidos políticos desempeñaran cargos de embajadores, gobernadores, intendentes, integrantes del poder judicial, etc. El partido peronista no gozó de esa ventaja, dado el desprestigio que habían acumulado sus dirigentes en el ejercicio del gobierno que resultó depuesto (el de María Estela Martínez de Perón). No obstante, muchos de sus integrantes colaboraron lealmente con nuestro gobierno, en relación con la guerra interna librada contra el terrorismo.

R.A.: ¿Cuál fue su papel en el gobierno militar de entonces y còmo evalúa su gestión al frente de sus responsabilidades?
J.R.V.: El éxito de mi gestión se debe a que la misma se ajustó a las normas reglamentarias en vigor. En efecto, el Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional preveía la existencia de un órgano supremo del Estado: la Junta Militar, integrada por los comandantes de las tres fuerzas armadas que constituían el ejército argentino. Por debajo de ese órgano supremo, estaba dispuesta la figura del Presidente de la Nación (oficial superior del ejército en situación de retiro), con las atribuciones y competencias propias que la Constitución de la Nación determinaba para dicho cargo, pero con algunas limitaciones; por ejemplo, el comandante supremo de las Fuerzas Armadas que la Carta Magna otorgaba al Presidente del país, la Junta Militar se la reservaba para ello. Dada la situación de guerra interna que vivía el país, la Junta resolvió, por unanimidad, y con carácter de excepción, que el cargo de la presidencia fuera desempeñado por mí, con retención de mi cargo de Comandante General del Ejército. A mediados de 1978, con la subversión dominada, aquella excepcionalidad había quedado superada y la Junta resolvió, por unanimidad, nombrarme Presidente de la Nación, coincidentemente con mi pase a situación de retiro, lo que se denominó como el “cuarto hombre”. Asimismo, se fijó como término de mi mandato el 29 de marzo de 1981, cumplido el cual entregué el cargo a mi sucesor designado, el general Roberto Viola, que había pasado recientemente a situación de retiro. Recuerdo que yo asumí como Presidente, con retención del cargo de Comandante, el 29 de marzo de 1976.


R.A.: ¿Quiénes fueron los más críticos con su gobierno en la escena internacional?
J.R.V.: Las socialdemocracias europeas, por razones ideológicas, alentadas a su vez por los “exiliados argentinos” radicados en Europa y los Estados Unidos cuyo presidente enarbolaba la bandera de los “derechos humanos” para su campaña presidencial apuntando fundamentalmente a la URSS y a sus satélites, pero no se podía soslayar y separar de la realidad que en tal sentido se vivía en el subcontinente americano con motivo de la guerra contra el terrorismo que afectaba a toda la región.

R.A.: ¿Cómo  recibieron la noticia de que Pérez Esquivel había sido galardonado con el Nobel de la Paz, fue una sorpresa para ustedes?
J.R.V.: Diría que fue una inesperada sorpresa e ilustro esta afirmación con una anécdota. Presidía yo ese día la reunión de gabinete  de los viernes, con asistencia de todos los ministros, el Secretario General de la Presidencia, el Secretario de Inteligencia de Estado y el jefe de la Casa Militar. En su momento, interrumpió un edecán y se  acercó a mí para decirme al oído que acababa de escuchar por radio de la designación del señor Adolfo Pérez Esquivel como destinatario del Premio Nobel de la Paz. Interrumpí la reunión,  di la noticia a los asistentes y quedé a la expectativa. Todos se miraban entre sí sin aventurar comentarios. Preguntados: ¿Quiénes conocen a este señor? La respuesta fue unánimente negativa. Ordené entonces al ministro del Interior que abandonara la reunión y buscara información. Momentos después el ministro se hizo presente e informó que el señor Pérez Esquivel era un arquitecto que no ejercía su profesión, que era un activista de los derechos humanos pero sin un papel protagonista ni de liderazgo, y ese perfil bajo se mantuvo durante todo mi periodo de gobierno al frente del país. Nadie le conocía, era un perfecto desconocido.


R.A: ¿Y cómo se desarrollaron las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos?
J.R.V.: No fueron “relaciones carnales” como las calificó un ex canciller. Fueron relaciones maduras como corresponde a países soberanos. Ello no quita que hubiera problemas e incomprensiones, dentro de las cuales puedo citar como dato puntual el embargo cerealero decretado por los Estados Unidos contra la URSS, con motivo de la invasión soviética a Afganistán, al cual la Argentina se negó a adherir por resultar no consultada; por afectar a nuestro país de forma unilateral (por razones climáticas, todos los países cerealeros del hemisferio norte habían vendido sus cereales o estaban impedidos de hacerlo por tener sus puertos congelados). Por su parte, los Estados Unidos se abstenían de vender grano a la  URSS, pero seguía vendiéndoles bienes de otra índole, cosa que no podía hacer la Argentina. Nuestro país, desconociendo la imposición que se intentaba ejercer sobre nosotros, se limitó a cumplir con sus compromisos previos adquiridos con la URSS, sin vender ni un grano más ni uno menos de lo pactado.


El otro problema, con mayor persistencia en el tiempo, fue el de los derechos humanos, cuya bandera hacia como propia el presidente Jimmy Carter, asunto que tratamos en una reunión mantenida entre ambos con oportunidad de la firma de los acuerdos por el Canal de Panamá a fines del año 1977. En dicha ocasión tuve la oportunidad de reunirme con el presidente Carter. Allí se trataron, entre otros asuntos, el tema de los derechos humanos, y se hizo con toda la crudeza por ambas partes, sentando las bases de comprensión necesarias para que los Estados Unidos disminuyeran sus presiones sobre nuestro país. Vale la pena recordar que para fines de 1977 la guerra interna librada contra el terrorismo iba llegando a su fin y sus consecuencias fueron dejando de ser materia de críticas

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