Ante un nuevo
aniversario del asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci, recordamos
con el mismo dolor e impotencia el
macabro festejo de la facción responsable que con malvado cinismo bautizo
al operativo como "Operación
Traviata". En la última década, la de la pseudo-justicia "asimétrica"-, los argentinos
nos enteramos de que hay muertos buenos y muertos malos, asesinos buenos, y
asesinos malos.
Unos son héroes
indemnizables y aptos para la función publica.
Otros (aún sin
condena firme o con procesos por demás controvertidos) son ancianos recluidos
en cárceles hasta la muerte.
Preferíamos dar
vuelta de una vez por todas a esta dolorosa página de nuestra historia, pero
los sembradores del odio y de la venganza parecen empeñados en mantener y
aumentar el desencuentro entre argentinos.
No perdemos la
esperanza de que en un futuro no lejano se arribe definitivamente a la reconciliación
nacional definitiva.
Antonio
Asencio
La Plata
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