lunes, 7 de septiembre de 2015

41 AÑOS DE PASE A CLANDESTINIDAD DE LOS MONTONEROS


Señor Director : Ante algunos signos que permitirían suponer el no lejano regreso de la justicia a esta maltratada sociedad, quisiéramos recordar una enorme deuda no saldada: Que la totalidad de los integrantes de los autodenominados ejércitos ("revolucionario del pueblo", "montonero", etc.) que con apoyo externo intentaron instalar violentamente un régimen marxista en Argentina, den cuenta a  la sociedad por cada una de los más de  mil  asesinatos (incluyendo a docentes, sindicalistas, empresarios , diplomáticos, profesores universitarios, periodistas, integrantes de las fuerzas de seguridad y fuerzas armadas, y hasta niños) , de las supuestas razones para cometerlos, de los autores, de los cómplices, de las organizaciones de apoyo y penetración social ("juventudes.." "partidos...") que fueron esenciales en la logística de la guerra revolucionaria, y de todos aquellos que colaborando con estas organizaciones no podrían alegar desconocimiento de los fines y medios criminales utilizados por las mismas.


Que se tenga conocimiento del destino de los fondos provenientes de secuestros y robos efectuados (y que probablemente enriquecieron a jerarcas de las organizaciones), de los niños hijos huérfanos de combatientes guerrilleros que fueron ilegalmente apropiados y no entregados a sus abuelos o tíos por no considerarse a los mismos fiables adherentes a las doctrinas revolucionarias, y de los destinos de sus “desaparecidos” “como el caso del bebé secuestrado Andrés David Kraiserbuld”.

¿Qué fue de los niños utilizados para la lucha armada (como la “Ñata” Monasterio, abatida con su uniforme del ERP a los 14 años en el monte tucumano)?

Creo que los familiares de las víctimas del terrorismo merecen el reconocimiento y el esclarecimiento de lo sucedido, y de las responsabilidades correspondientes, tal como se habría intentado hacer con las víctimas de la represión ilegal; pero sin odios, sin revanchismos, sin mentiras, sin construir historias, sin afanes de lucro, sin inventar desaparecidos que reaparecen con vida y hasta como funcionarios  del gobierno (vgr. Juez Meade y la extinta Jueza Argibay).

Nada bueno se puede construir sobre la mentira, pero tampoco sobre el odio y la venganza. Tampoco la Nación que creo todos anhelamos y extrañamos.

Santiago Floresa
Juncal al 1800

Capital Federal

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