por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
Hace años me invitaron a visitar al coronel Alfonso Plazas
Vegas en el Cantón Norte de Bogotá, el acuartelamiento militar donde estaba
recluido desde el año 2010, en que fue condenado a 30 años de reclusión por un
delito de desaparición forzada. Desde esa fecha, e incluso antes pues se habían
hecho algunos señalamientos desde algunas organizaciones de derechos humanos en
su contra, el coronel Plazas ha defendido siempre su inocencia, ha acusado a
algunas instancias judiciales de haber amañado el proceso y de haberse
utilizado a falsos testigos para condenarle. Ahora es oficialmente inocente sin
lugar a dudas.
Fui a ver al coronel Plazas sin estar condicionado por todo
el ruido mediático que había (y todavía algo queda) en torno a los dramáticos
sucesos que habían ocurrido en el Palacio de Justicia de Bogotá los días 6 y 7
de noviembre de 1985. Había acusaciones muy graves contra los militares que
participaron en la operación que concluyó con la liberación de esta dependencia
judicial y que habían sacado con vida a casi tres centenares de rehenes.
También se aseguraba que durante esos días se había desarrollado paralelamente
un golpe de Estado para sacar de la escena al presidente Belisario Betancur y a
su gobierno. Las mismas fuentes
afirmaban que los militares se
habían hecho con el poder para hacer lo que se les antojase, incluyendo aquí
asesinar a magistrados, testigos molestos y también guerrilleros, y no tener
ningún miramiento a la hora de retomar el Palacio de Justicia secuestrado por
el grupo terrorista M-19.
El Coronel Alfonso Plazas Vega quedó en libertad luego de 8 años y medio de prisión por supuestos asesinatos en la retoma del Palacio de Justicia. |
Fuera lo que fuere, y sin querer entrar demasiado sobre un
asunto sobre el que se han escrito miles de páginas, cuando fui a ver a un
hombre tan señalado y vejado a través de los medios como el coronel Plazas no
sabría si me encontraría con el criminal que algunos aseguraban que era, con el
héroe que otros me pintaban o con el militar que simplemente cumplió con su
deber y punto, tal como lo señalaban muchos de sus compañeros. No tenía
imágenes preconcebidas y como extranjero me costaba mucho imaginar lo que había
significado el holocausto del Palacio de Justicia para los colombianos.
PLAZAS VEGA, GRAN
CONVERSADOR Y POLIFACÉTICO
Mi sorpresa fue grande. Me encontré con un gran conversador,
un hombre apasionado de la política y de la historia, un gran conocedor de mi
país, España, y del mundo, una personalidad poliédrica que manejaba datos,
contaba anécdotas e historias, mientras discutía apasionadamente sobre
cualquier tema o cuestión que le interesara. No era un militar al uso. Plazas
posee una gran cultura, escribe sobre temas históricos y militares, conoce en
profundidad de lo que habla, es un lector infatigable, tiene un enorme bagaje
intelectual, se expresa con una corrección académica y, antes que nada, es un
ser humano correcto, educado, hospitalario y sincero. Ese es el coronel Plazas
que yo conocí y no otro.
Tras esa visita, que me dejó desconcertado por el hombre que
había conocido, realicé varias entrevistas a Plazas para mi medio de entonces,
Cambio 16, y fui desenredando, al menos en mi mente, la compleja madeja de
aquellos confusos acontecimientos que ocurrieron en torno al Palacio de
Justicia. Plazas, con una vehemencia argumental y una profusión de datos que
desbarataban las tesis por las que le habían acusado, siempre me sorprendía y
me aportaba datos nuevos. Es, sin lugar a dudas, el principal y más cualificado
investigador de los sucesos que ocurrieron en aquellas fatídicas jornadas de
noviembre de 1985. Plazas tiene centenares de fotos, vídeos, pruebas escritas,
textos inéditos, un fantástico archivo de prensa de todo lo publicado,
documentos secretos e incluso testimonios nunca conocidos, de los que
seguramente dará cuenta en el futuro con algún libro.
A lo largo de estos años, fruto de numerosas visitas y
largas conversaciones en la cafetería del Cantón Norte y en otras instalaciones
del acuartelamiento, fui descubriendo una personalidad fascinante y
apasionante, aunque no se compartan sus ideas y se puedan rebatir algunas.
Plazas no te deja indiferente, siempre te cuenta algo nuevo y, pese a estar
recluido, era una de las personas mejor informadas de Colombia. Conoce a su
país, a su gente, y tiene buenos amigos y contactos en casi todas partes.
Sorprende que conozca mejor que mucha gente que alardea de grandes contactos la
realidad política colombiana y los lóbregos andurriales por donde discurre la
misma.
HISTORIADOR, UNA
FACETA DESCONOCIDA
Luego está el Plazas historiador, que en su cautiverio fue
capaz de sacar varios libros relacionados con los acontecimientos acontecidos
en el Palacio de Justicia y otros de carácter histórico. Por ejemplo, hace unos
meses, en una muestra de confianza, compartió conmigo un ensayo que había
escrito sobre los gobernantes españoles de la Nueva Granada. Se trata de una
prolija colección de biografías de los conquistadores españoles que
participaron en la conquista y colonización del nuevo mundo. Sorprende el
carácter detallista, objetivo, historicista y académico del texto, una obra que
será publicada en los próximos meses y que revela la formación intelectual de
este militar que, como ya he dicho antes, no es un hombre de armas al uso.
Voy terminando estas notas sobre el coronel Plazas para
también destacar su papel como buen padre de familia, un hombre que ha sabido
durante estos años estar atento a la educación y formación profesional de sus
hijos, ahora lejos de Colombia y desempeñándose como profesionales en los
Estados Unidos. Por no hablar de su esposa, Thania Vega, quien daría para otro
capítulo aparte, una mujer que nunca abandonó la causa de su marido, que estuvo
atenta día y noche velando por la salud y la moral (a veces baja) del coronel
Plazas y que nunca decayó ante las adversidades. Siempre defendió su inocencia
y creyó en él cuando los demás le abandonaban. ¡Qué suerte haber tenido a Thania
a su lado!
También hay otro coronel Plazas, el que aprendió a tocar el
piano durante su injusto cautiverio, y que deleitaba a sus asiduos visitantes
con algunas notas de Mozart. Plazas también fue político durante algún tiempo,
desempeñando varias funciones importantes, pero dejamos esta historia en este
punto para no cansar a los lectores. Por cierto, coronel Plazas Vega, todavía
tengo guardada la botella de vino que nos íbamos (y vamos a tomar) cuando
saliera libre de toda sospecha y fuera declarado oficialmente inocente, tal
como ha ocurrido. Vaya preparando el descorchador.
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