por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
¿Quién ganó y quién perdió en las elecciones generales
celebradas en España el pasado 20 de diciembre? En primer lugar, perdió el
bipartidismo dominante que estaba conformado por el Partido Socialista Obrero
Español (PSOE) y el derechista Partido Popular (PP), formaciones políticas que
antaño entre las dos sumaban entre el 70 y el 80% de los votos en casi todas
las elecciones. Ahora, entre las dos llegan a un raquítico 50%, aunque
conservan simbólicamente la primera (PP) y la segunda plaza (PSOE) de las
opciones más votadas y en número de representantes en el parlamento: 123 para
los populares y 90 para los socialistas.
Entonces, es obligado preguntarse ¿quién ganó las últimas
elecciones? Pues obviamente las fuerzas que antaño no tenía representación
política, como lo eran la izquierdista Podemos y la centrista Ciudadanos, que
entran en el parlamento con fuerza y acaparan el 20% de los votos y el 13%,
respectivamente. Los 69 diputados de Podemos y los 40 de Ciudadanos, sobre un
parlamento de 350, son un excelente resultado para ambas formaciones, no cabe
la menor duda. Comienza una nueva era política en España, que enarbola como
primeros mensajes la renovación, la lucha contra la corrupción y el
desmantelamiento de un sistema dominado por una casta repleta de privilegios y
prebendas, pero también de abusos y descarado mal manejo del dinero público.
Las arcas públicas fueron saqueadas por nuestros políticos sin ningún
miramiento hacia la ciudadanía.
LAS FUERZAS
NACIONALISTAS, LAS GRANDES DERROTADAS
¿Y quién perdió? En estas elecciones hay unos perdedores
claros, como lo son los partidos nacionalistas tradicionales, que han perdido
votos y asientos en el legislativo, y la izquierda tradicional que capitaneaba
Izquierda Unida (IU). Por ejemplo, el nacionalismo catalán moderado, que
representaba Convergencia i Unió (CiU), ha perdido la mitad de su
representación parlamentaria -de 16 diputados pasó a 8- y más de medio millón
de votos, habiendo sido superados en Cataluña por la versión catalana de
Podemos e incluso los socialistas.
De la misma forma que a CiU le ha pasado a Bildu en el País
Vasco. La marca de ETA en estos comicios ha perdido más de 100.000 votos y 5 de
los 7 parlamentarios que tenía en el Congreso de los Diputados hace ahora
cuatro años. El nacionalismo vasco, en su vertiente moderada, que lidera el
Partido Nacionalista Vasco (PNV), también ha perdido 60.000 votos. Pero, por
uno de esos azares de un sistema electoral que tiene sus deformaciones e
imperfecciones, el PNV logra obtener una mejor representación en el parlamento,
pasando de los 5 diputados que tenía a 6 y superando claramente al partido
apoyado por la organización terrorista ETA.
Vayamos a Galicia. También el Bloque Nacionalista Gallego
(BNG) ha perdido más de 100.000 votos y los dos representantes que tenía en el
Congreso de los Diputados, cosechando una derrota que no tenía parangón en la
historia reciente de España. En lo que respecta al nacionalismo canario, que
llevaba años en las instituciones representativas del Estado, hay que reseñar
que Coalición Canaria (CC) ha perdido uno de sus dos escaños y casi la mitad de
los votos que había obtenido en las elecciones generales del año 2011.
Otra de las fuerzas claramente derrotadas, sin necesidad de
usar eufemismos, es Izquierda Unida-Unidad Popular en Común (IU-UPC), la marca
usada tradicionalmente por el Partido Comunista de España (PCE) y sus aliados
en las diversas contiendas electorales. Esta formación política ha obtenido los
peores resultados de su historia y pasa de 11 diputados a 2 en el Congreso,
habiendo perdido casi un millón de votos y quedando reducida a un exiguo 3% de
los sufragios emitidos.
Para terminar este cuadro de los grandes derrotados, no se
puede pasar por alto la desaparición política de la Unión Progreso y Democracia
(UPD), fuerza antaño vista como la gran esperanza para una ciudadanía desencantada
y hastiada de escándalos de corrupción. Hoy ese partido ha visto como perdía un
millón de votos -pasando de 1.143.000 a apenas 153.000 en el 2015- y sus 5
escaños en el legislativo. Su voz, ya sumida en el naufragio electoral y una
derrota rotunda y contundente, es más que seguro que desaparecerá de la escena
española.
LA PROCEDENCIA DE LOS
VOTOS DE LAS FUERZAS EMERGENTES
Podemos y sus distintas marcas regionales -la catalana En
Comú Podem, la valenciana Compromís-Podemos y la gallega En Marea- ha
conseguido más de cinco de millones de votos que proceden, casi con toda
seguridad, de todas las fuerzas políticas, pero especialmente de los
socialistas, que pierden más de un millón y medio de votos, de IU, que como se
ha dicho antes ha perdido casi un millón de votos, de UPD, que desaparece del
panorama y dejó en el camino otro millón, y de los partidos nacionalistas
tradicionales, como Bildu, BNG, CiU y CC. Si se suman esos votos y otros que
provienen de la abstención e incluso del PP, nos salen las cuentas de Podemos y
sus cinco millones de votos.
El voto de Ciudadanos es muy distinto, ya que es una
formación que desde sus orígenes se declara antinacionalista, centrista,
moderada y defensora de un proyecto nacional de España, unas ideas más bien
propias de la derecha tradicional del país y que conectan mejor con las bases
del PP que con las de la izquierda. El PP ha perdido casi cuatro millones de
votos, una cifra que se acerca casi simétricamente a los 3,5 millones obtenidos
por Ciudadanos, que se ve beneficiada por la crisis política que sufre la derecha
española, la ausencia de un liderazgo fuerte -Mariano Rajoy no lo es- y las
decenas de escándalos de corrupción en que se ha visto inmerso el partido que
fundara hace ya casi cuatro décadas Manuel Fraga Iribarne.
Con estos elementos, y ya con un parlamento atomizado y
conformado por diez fuerzas políticas pero con cuatro con claras posibilidades
de formar gobierno si se articulan coaliciones, se puede decir que el
bipartidismo aparece ya como una página superada de la historia reciente de
España. La única salida es un gobierno de coalición -hay numerosas fórmulas
posibles: PP-PSOE, Podemos-PSOE-Ciudadanos, PP-Ciudadanos y muchas más- o la
convocatoria de unas nuevas elecciones generales. Unos nuevos comicios serían
los que determinarían si estos cambios
son estructurales y se quedarán o son el fruto de una simple tormenta pasajera,
en un momento de cabreo y pataleo generalizado de una sociedad cansada de
esperar en la cola de la historia a una clase política que no estuvo a la
altura de las circunstancias. El tiempo nos dará la respuesta a esta gran
incógnita.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!