25 de mayo de 2016
El vicegobernador de
la provincia de Buenos Aires, Daniel Salvador, a cargo del Poder Ejecutivo,
encabezó este miércoles el Tedeum realizado en la catedral de La Plata para
celebrar un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo.
La tradicional
ceremonia estuvo a cargo de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de la
Arquidiócesis de La Plata, y además de Salvador participaron el secretario
general de la Gobernación, Fabián Perechodnik, los ministros de Coordinación,
Roberto Gigante; de Salud, Zulma Ortiz; de Educación, Alejandro Fonocchiaro; de
Justicia, Carlos Mahiques; de Desarrollo Social, Santiago López Medrano; de
Producción, Jorge Elustondo; y de Agroindustria, Leonardo Sarquis.
A continuación
presentamos un extracto de la homilía de Monseñor Aguer en La Plata:
“Se habla en estos días de una “política de memoria, verdad y
justicia”. ¿No se llama así, pomposamente, al rencor y a la venganza? La
memoria argentina ha sido más bien desmemoriada, o hemipléjica. Es curioso el
celo por acusar y juzgar delitos cometidos cuarenta años atrás, cuando hubo y
hay tanta distracción y lenidad para juzgar delitos del presente. Se dice que
los crímenes aquellos fueron de lesa humanidad, esto es, literalmente, de
humanidad herida. El término es usado equívocamente; que así lo hagan periodistas
que hablan de omni re scibili e ignoran el derecho, vaya y pase, pero que lo
manipulen juristas y jueces supremos es el colmo y ese desliz no augura nada
bueno. Necesitamos paz, olvido, borrón y cuenta nueva. Olvido, sí. En varios
pasajes de la Sagrada Escritura para indicar que Dios perdona nuestros pecados
se dice que se olvida de ellos. Tomás de Aquino escribió que la justicia sin
misericordia es crueldad y la misericordia sin justicia es la madre de la
disolución. Lo terrible es que la disolución de la sociedad argentina, la
relajación y rompimiento de los vínculos sociales proceda de una justicia que
tiene tapado un solo ojo. En este Año Jubilar de la Misericordia establecido
por un Papa argentino, ¿no podemos los argentinos abrir la inteligencia y el
corazón al don divino de la misericordia, y dárnosla los unos a los otros?”.
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