26 de mayo de 2016
He tenido mucha
expectativa por la homilía del Arzobispo de Buenos Aires Monseñor Poli, en
ocasión de un nuevo aniversario del nacimiento de la Patria.
En esta oportunidad
era la primera vez en que un presidente en ejercicio concurría a nuestra
Catedral, luego de la arbitraria ruptura de esa tradición por parte de los
deleznables KK, al comienzo de su gestión.
Las palabras duras y
valientes de Monseñor Jorge Bergoglio, en aquella ocasión y en nombre del
magisterio de la Iglesia, generaron en dichos individuos (as) una reacción
caprichosa y soberbia, que indicaba el camino hacia la tiranía aberrante que
vivimos y soportamos posteriormente y a la que el Cardenal enfrentó sin
doblegarse.
La Patria por
entonces, intentaba recuperarse de los sucesivos fracasos de incapaces
gobiernos anteriores, los cuales, particularmente el menemato, habían
potenciado a una clase política mendaz, corrupta e irresponsable, que se asentó
en nuestras instituciones especialmente a partir de la reinstauración de la
democracia.
Los KK tomaron el
testimonio y afán de la reconstrucción nacional que como fuerza vital impulsaba
al pueblo a estar ilusionado y esperanzado.
Circunstancias
internacionales de excepción parecían indicar la factibilidad de que aquellos
propósitos se cumplieran y el país renaciera. Pero al fin y al cabo fue una
nueva oportunidad pérdida como tantas a lo largo de nuestra historia.
El entonces
presidente transitorio conocido hoy como Dr. Frankestein, dio a luz a un
monstruo, que demostró a lo largo de su periplo gubernamental y el de su
consorte, que era posible superar con creces las barbaridades que nos habían
llevado al default moral y material en el año 2001, por la acción de los
mediocres gobiernos anteriores
Pero ese desaprensivo
Dr. recibió "suculentos
reconocimientos y agradecimientos", por sus servicios a los ignotos
políticos que llegaron desde el lejano sur. Así son la mayoría de los
dirigentes políticos de ésta maleable sociedad argentina. Como suele decirse
comúnmente, no dan puntada sin nudo.
Todos sabemos y si aún
no nos hemos dado cuenta es porque sintonizamos otra emisora, que la tremenda
corrupción instalada, potenciada por arbitrarias y caprichosas decisiones,
ejecutada por una superestructura en permanente evolución maléfica,
administrada por ineptos, obsecuentes y cipayos funcionarios ad hoc, produjo un
desfalco monumental de ilusiones y valores y un vaciamiento inédito de
capacidades materiales.
Entre otros
disvalores se sembró la pobreza e indigencia de millones de argentinos, la licuación
de la cultura y la traición a los mandatos de los Padres de la Patria. Y la
Argentina soñada por aquellos prohombres comenzó a desintegrarse.
Monseñor Poli nos
habló ayer "de la necesidad de
unidad y encuentro de los argentinos" exhortó a que "la dirigencia se comprometa a servir y
no ser servida y a dejar de lado toda mezquina ambición".
Luego insistió sobre
la necesidad de erradicar la pobreza y la posibilidad de que todo argentino
pueda tener "tierra, techo y
trabajo". Más tarde comentó la frialdad de las estadísticas que se
contraponen a realidades angustiantes de la gente que más sufre.
Nadie puede objetar
algo de lo que expresó durante cuarenta largos minutos.
Como balance yo diría
que fue claro y cuidadoso en su referencia y abordó como queda demostrado temas
sensibles y necesarios, que en definitiva no difieren en nada a la prédica de
la Iglesia en las últimas décadas.
Obviamente en su
discurso primó la prudencia antes que la exhortación decidida y valiente como
acostumbraba Monseñor Bergoglio en sus tiempos de confrontación, incluyó
ciertas frases hechas y en definitiva no fue magistralmente convocante como
muchos esperábamos.
Como católico decidido
y absolutamente confiado en la sabiduría del Altísimo desearía que nuestra
Iglesia adopte en estas circunstancias en las que se debate la prevalencia de
la paz, de la unidad, la justicia y la existencia misma de la comunidad
nacional una actitud clara, concreta y decidida.
No son tiempos de
ambigüedades, retóricas elegantes y acciones no comprometidas. A Dios rogando y
con el mazo dando. Son tiempos de lucha y ejemplo personal y colectivo. Al
diablo con las especulaciones políticas y la decisión de no desagradar a las
autoridades de turno.
Desgraciadamente no
es la visión que tengo y espero de nuestros actuales dignatarios.
"Por
los frutos los has de conocer" y realmente pienso
que su casi indiferencia al desbarrancamiento de nuestra sociedad, obedece a
muchas miradas al costado y hasta signos de obsecuencia implícitos.
"La
Iglesia Argentina será lo que deba ser o si no no será nada"
Siempre espero de las
magnas y frecuentes reuniones de nuestros obispos en las cuales por lo visto se
pasan horas discutiendo, algo más que
tres o cuatro páginas de discursos retóricos y de allí al próximo mes y
nuevamente "horas de deliberaciones"
para otro papelito.
Si fueran
funcionarios públicos les diría; produzcan algo concreto; para eso les pagamos.
Pero como son personas elevadas por sobre el común y orientadores de nuestra
hermosa religión expreso con todo respeto; ¡¡¡¡necesitamos
más de Uds.!!!; sacrificio, no solo valentía discursiva o solemnidad en
los actos de fé, ejemplo de humildad, liderazgo espiritual cierto y evidente,
lucha sin desmayos contra la injusticia, la traición y la mentira.
Practiquemos la
misericordia con aquellos que reconozcan sus culpas pero no por ello dejemos de
olvidar el daño que han causado y el genocidio producido por sus ambiciones
desmedidas. ¡¡¡Debe imponerse la
justicia a rajatabla y cuanto antes!!!! Y ello no significa perder la
dimensión espiritual de la vida humana. El mismo Jesucristo sacó a latigazos a
los mercaderes del templo.
Monseñor Poli se ha
olvidado en sus cuarenta minutos de reflexiones, de la corrupción que agobia a nuestras
instituciones y ha sido adoptada como metodología por la mayoría de los
políticos asociada a la impunidad y la falacia.
Ha mencionado el
efecto o sea el drama de los pobres que
cada vez crecen más en número y mueren constantemente por olvido, hambre y
enfermedades. ¡¡¡Pero no ha querido
referirse a las causas!!!!. Una de ellas sino la principal es la
conocida, tolerada y hasta impulsada corrupción que tiene nombres, apellidos,
hechos, lugares, circunstancias y
responsabilidades. Todo ello por supuesto avalado por una justicia que responde
con desparpajo a los mismos patrones de conducta.
Tampoco se ha
referido a la delincuencia en sus diversos matices y especialidades, sostenida
por la complicidad de los funcionarios que han creado una estructura ideal para
su fomento y desarrollo.
Por supuesto y porque
parece ser "religiosamente
incorrecto", el drama de
nuestros presos políticos, sin derechos humanos, ni interés manifiesto
de la Iglesia hacia el sufrimiento que viven ellos y sus familias. Es una
falencia indignante de quienes son nuestros dignatarios. Para aquellos no parece
existir misericordia. Prima el temor "al
qué dirán". Y si eso es cierto no puedo sentir adhesión hacia quienes
transforman las enseñanzas del Señor en una mera mercancía de conveniencia.
El padre Francisco ha
de recibir mañana a la deleznable Bostafini y en seis oportunidades en
audiencias privadas lo ha hecho con
Kretina. Quizás ha intentado ejercer su misericordia con "algunos mercaderes del templo".
Espero que su látigo resulte igual de efectivo que el de Jesucristo. Hasta
ahora los hechos han demostrado lo contrario.
Por lo menos, así, lo
veo yo.
El Soldado
Desconocido
Ayer un resumen de
homilía de Monseñor Aguer que me hizo llegar un camarada. Como dice el título
desgraciadamente debemos reconocer que hay obispos y de los otros.
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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