lunes, 23 de mayo de 2011

REPUBLICA, AUTORITARISMO O CAOS

El señor Juan Carlos Neves nos hoy acercó esta nota, que publicamos en nuestro blog, por su contenido de buen análisis político objetivo y ajustado a la realidad. Nuestra asociación es apolítica y no apoya a ningún partido político en particular, sí destacamos todo lo que de interés para nuestros seguidores y todo el sentir democrático, republicano y federal. Como sostiene Neves uno de sus principios políticos es: "El desafío no sólo es llegar, sino que es llegar con las banderas altas y los principios firmes”.

Queridos  amigos:
El sistema democrático republicano se caracteriza por contar con un equilibrio que surge de la interacción de los tres poderes del Estado y del cumplimiento de la voluntad de las mayorías respetando los derechos de las minorías. En diversas oportunidades, en el devenir de nuestra historia, hubo quien consideró que la situación que se vivía ameritaba la adopción de formas de autoritarismo que se alejaban de las normas constitucionales frente a la amenaza de la más temida de las alternativas sociales, el ingobernable caos.
Esta actitud, que remeda a las formas dictatoriales ya mencionadas por los griegos en los albores de la democracia, fue asumida por gobiernos militares  y civiles que con distinto grado de autoritarismo cerraron el Congreso, condicionaron a la justicia y con mayor o menor dureza reemplazaron a la voluntad popular por la voluntad de unos pocos o tan solo de uno. 
En cierta forma, el caótico período posterior a la renuncia del presidente De la Rúa, hacía presagiar un período de gobierno fuerte y aun autoritario ya que existía un “suelo psicosocial” favorable para aceptar esa situación. Eduardo Duhalde consiguió  escapar a ese estigma por experiencia y naturaleza componedora pero su  sucesor, Néstor Kirchner, inició, por razones opuestas, un proceso de crecimiento desbordado de la preeminencia del ejecutivo  y el sometimiento de voluntades por medio de la presión y la confrontación. Su esposa  y sucesora, Cristina Fernández, continuó con las mismas  características en la gestión, con formidables choques con el sector agropecuario y el avance del Estado sobre actividades privadas. Pareció en cierto momento que esta estrategia tambaleaba, luego de la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas de mitad de período, pero la muerte de Néstor Kirchner permitió a su esposa recuperar imagen  y buscar la reelección presidencial con posibilidades.
La opción  que ahora enfrenta la Argentina  en las elecciones presidenciales de Octubre, vistas desde  un punto de vista objetivo y general, es si se elegirá un gobierno que represente una vuelta al equilibrio republicano o si se  avanzará hacia un autoritarismo creciente, dando continuidad a la señora presidente y a su modelo personalista.

La naturaleza  del próximo período del Frente para la Victoria no surge de versiones de la oposición sino de las declaraciones de fieles representantes del oficialismo. La leal diputada Diana Conti ya habló de un proyecto de modificación constitucional que permita el sueño de “Cristina eterna” y las frases que auguran que un futuro gobierno del actual oficialismo promete “radicalizar el populismo” y “apropiarse de los factores de renta importantes” provienen nada menos que del Viceministro de Economía Roberto Feletti. Más allá de indicarnos que esa no es la postura oficial del gobierno (yo agrego “aún”) nadie sancionó al funcionario y se suman permanentes signos de que el camino al autoritarismo y al personalismo está trazado y es recorrido con decisión.
Si la persecución a los medios de prensa que no se someten al gobierno, los decretos que permiten al Estado nombrar directores en las empresas privadas y la desenfrenada propaganda oficial no fueran suficientes, esta semana tuvimos la designación del candidato del oficialismo a Jefe de Gobierno de la Ciudad como muestra patética de la forma en que se desprecia a los órganos de los partidos políticos y en que se manifiesta la desconsideración hacia las personas que deben someterse al arbitrio autoritario.
Fue triste contemplar el espectáculo de tres señores, nada menos que dos ministros  y un senador, esperando hasta el día anterior al cierre de las listas para que la señora presidente se dignara decirles a cúal de ellos había decidido autorizar a ser candidato.  Detrás de cada uno de  ellos había una lista de treinta diputados y suplentes y siete representantes y cuatro suplentes por cada una de las 15 comunas de la ciudad. En la página web  del partido Justicialista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires figuran un presidente,  tres vicepresidentes, un secretario general, diecinueve secretarías con su respectivos titulares y veintiocho secretarios generales de circunscripción. Sin embargo ni ellos ni los miles de afiliados del partido tuvieron oportunidad de opinar  ya que los medios reflejaron la designación personal efectuada por la presidente que ni por respeto a las formas intentó dar una mínima imagen de institucionalidad partidaria a este brutal ejercicio de autoritarismo que incluyó, según se informa, hasta la confección de las listas integradas de legisladores  y comuneros. Por si esta ostentación de ejercicio de poder total no fuera suficiente, la presidente promete que si gana su candidato habrá una serie de beneficios para la ciudad que incluyen hasta el traspaso progresivo de la policía federal. Va de suyo que si gana otro, el ejecutivo está dispuesto a continuar castigando a los porteños sin darles lo que les corresponde por el pecado de ser oposición. Podríamos definir estas expresiones  y promesas como un verdadero “apriete colectivo” a la vista de todos y sin eufemismos de ninguna naturaleza. 
Hay aun quien piensa que la señora presidente podría no presentarse a la elección. El problema es que la corriente política denominada “kirchnerismo” estaba compuesta solo por dos dirigentes, Néstor Kirchner y Crisitina Fernández de Kirchner. Fallecido el primero, el “kirchnerismo” ha devenido en una fuerza política con una única militante y en consecuencia no hay manera que esa única voluntad no asuma la candidatura sin que la corriente desaparezca. La perspectiva es personalismo total y autoritarismo creciente.

En este punto, cabe preguntarse si aún existe aquella percepción de caos que podría justificar estos niveles de desequilibrio republicano. La verdad es que los elementos que generaron el caos en el año 2001  están hoy genéricamente superados y que todos los factores que crean incertidumbre e inestabilidad provienen en estos momentos del mismo gobierno. Solo como ejemplo menciono algunos.
 Esta semana la justicia federal continuó pugnando por que la policía ejecute el desalojo de las viviendas tomadas en el bajo Flores. El cumplimiento de las sentencias judiciales que desagradan al gobierno ahora debe ser consensuado y negociado. La carne subió un trece por ciento en los dos últimos meses y el gobierno pretende solucionarlo continuando con las trabas a la exportación. También puso en la calle un camión (y solo un camión) que vende carne a precios subvencionados para cuarenta millones de argentinos (increíble eficiencia comercial).
Nuevamente se sanciona a las consultoras por dar valores de inflación superiores a la versión oficial. Los crímenes callejeros en ocasión de robo y secuestro son tan frecuentes que los periodistas para no confundir  al espectador o lector con el asesinato anterior les ponen nombres identificatorios. Tuvimos esta semana la muerte de la “contadora” durante  un asalto, la muerte del “profesor de tango” durante  un “secuestro express” y el asesinato del “profesor de computación” durante  un robo, solo por citar algunos. Si desea más sensación de caos puede tratar de circular por Buenos Aires y las autopistas de acceso en medio de los cortes, campamentos y tomas de protesta a que ha dado lugar la permisividad en la política gubernamental al respecto.
En síntesis, la Argentina necesita desesperadamente que cesen los factores de desestabilización de la vida cotidiana que provienen de las políticas equivocadas del gobierno para recobrar la verdadera paz social.

Del otro lado del Río de la Plata, el presidente de Uruguay  jugó toda su influencia para evitar que los legisladores de su propio partido sancionaran una ley que deroga una  amnistía a  militares que fuera dos veces  refrendada por la ciudadanía en consultas populares. Aunque este mandatario sufrió prisión por su militancia guerillera es evidente que ha comprendido que los hechos históricos deben analizarse con la grandeza que cabe a los estadistas. Él sabrá, cúal fue el nivel de sus propias culpas y cúal fue el tamaño de sus propios errores en los  tiempos de enfrentamientos violentos. En todo caso ha sabido interpretar y respetar el espíritu de pacificación y tolerancia que demostró la sociedad uruguaya que en su gran mayoría  votó por el mantenimiento de una amnistía que permite no reabrir viejas heridas. En Uruguay, como en Argentina, hay también sectores que pugnan por mantener los conflictos siempre latentes porque hacen de ello su base política y su forma de movilización.  En todos los casos, la justicia no es justicia cuando se pretende que solo valga para castigar a unos  y beneficiar a otros. Desearíamos que nuestros gobernantes, los que están en ejercicio ahora  y los que los sucedan tomen ejemplo de la actitud del presidente Mujica en este caso específico en que fue capaz de enfrentarse a su propio partido por defender la paz y las normas democráticas tan duramente ganadas después de muchos años de luchas y enfrentamientos.
Un abrazo para todos.

Juan Carlos Neves, presidente de Nueva Unión Ciudadana.

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