domingo, 19 de junio de 2011

No quiero ser como Isabelita...

8.06.2011 | Política | Por: Carlos Manuel Acuña

El difícil camino hacia el final o “no quiero ser como Isabelita...”

Por Carlos Manuel Acuña para el Informador Público

Al promediar esta semana que concluye, Cristina Fernández de Kirchner comenzó a sopesar una realidad que vislumbraba lejana y casi imposible: la derrota, el final inevitable y el desmembramiento apresurado del grupo político que la respaldaba. Por un instante, pasaron frente a sus ojos las figuras intolerables de la fuga, la inaguantable escena posible de tener que entregarle la bandera y el bastón de mando a un oponente político y el surgimiento de datos, informes y apreciaciones negativas sobre su gobierno. ¿Serán ciertas las cosas que se dicen y que De Vido niega? ¿Hasta dónde son reales? Las noticias de que la droga, el narcotráfico y el delito se han enseñoreado del escenario cotidiano del país... Fue una semana muy dura, por cierto, con el escándalo de las “Madres” y la promesa de que sería imparable. Éstas y otras preguntas fueron con seguridad las que le animaron las discusiones que mantuvo en Olivos antes de tomar la decisión de reunirse con la “mesa chica” para elaborar la lista de candidatos, con el asesoramiento principal del secretario Zannini y del jefe de la SIDE, que conoce al dedillo la personalidad y posibilidades de quienes deberán ser los candidatos. Las discusiones también llegaron a ese nivel, pues cada uno tenía sus simpatías. Unos por ideología, otros por negocios y todos en función de ese motor inexorable de lograr mantenerse en el poder, sobre todo cuando también estaban en juego la libertad y el futuro. Los intendentes no entendían eso y querían participar. Todos con su juego y ella sola para mandar en este país tan difícil y sin Máximo para darle una mano. Era un malcriado y nada le importaba. Sólo darse “dique” y jugar a las cartas con sus amigos de Río Gallegos.


Por cierto, las elucubraciones de la Presidente de la ex República Argentina no pasaban por determinados aspectos de la realidad como, por ejemplo, la designación de un millar de funcionarios de distinta jerarquía -o ninguna- que, designados por Timerman y por La Cámpora -convertida en una efectiva bolsa de trabajo-, deambulan sin mayores obligaciones por las dependencias del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, con sus zapatillas y camisetas desprendidas. Tampoco formaba parte de sus inquietudes el medio millar de empleados designados en el INADI, mostrados como un éxito administrativo por la vicepresidente del organismo, Rachid, candidata a diputada metropolitana en cuarto lugar por el Frente para la Victoria -no se sabe si por el correspondiente porcentaje femenino o masculino- y peleada a muerte con Morgado, el titular, por cuestiones inherentes a las preferencias homosexuales de la funcionaria y el manejo de la cuantiosa y apetecible “caja” para atender las importantes cuestiones de gobierno que debe llevar adelante en la Argentina del presente. Todo un tema por cierto, tan caro a los esfuerzos de Néstor cuando se votó el matrimonio de los invertidos.


Tampoco inquietaban a Cristina las declaraciones de Leandro Despouy, presidente de la Auditoría General de la Nación en el sentido de que “hay cosas que nos alarman y asustan”, cuando se refirió al problema de las “Madres de la Plaza de Mayo”, un asunto que ya arreglarían el fiscal Di Lello, un viejo militante, y el fiel Norberto Oyarbide, para concluir con la tormenta de las casas, la droga y el lavado. ¿O sería cierto que se trata de una cuestión gigantesca que irá más allá -mucho más allá- de lo esperado...? ¿Por qué Verbitsky está tan preocupado? El día gris contribuía a su desazón, aunque le aseguraron que el problema del Regimiento de Infantería por el homenaje a un marino cuyo nombre no recordaba era una cuestión menor. Lo que importaba -y eso sí lo había entendido- es que en Córdoba de la Sota no respondería a su candidatura y ella perdería en ese importante distrito. En Santa Fe, las cosas estaban igualmente feas y ahora, en Buenos Aires, los intendentes del conurbano comenzaban el retorno a la férula de Duhalde. Siempre se había opuesto a la candidatura de Filmus en la Capital y pese a lo que le decían había escuchado que los del PRO estaban seguros del triunfo del odiado Macri. Si esto seguía así, la derrota sería inevitable. Si ganaba Alfonsín, las cosas se mostrarían más fáciles pero... ¿Si era Duhalde...? Icazuriaga le aseguró que ella llegaría a la segunda vuelta y que, si bien la pelea sería difícil, ganar no era imposible. Ya tenía sus cosas arregladas con el amigo Slim en México, pero de todos modos... La duda la carcomía y el rictus de su cara en el espejo no le gustó nada. Hizo un mohín, el resultado fue mucho peor e hizo un esfuerzo para no gemir. ¿Qué vestido se pondría para la trasmisión del mando? ¿Y para el viaje? Las cifras del 28 o 29 por ciento le daban vuelta por la cabeza y no la dejaban dormir. No, no y no. ¡¡Por favor!! No quería ser como Isabelita. ¿Que significaría eso que había leído de que se repetía la historia...? Era inaguantable imaginarse lo que dirían los diarios después de su partida. Algunos ya hablaban del “general inflación” y otros batían el parche sobre la cuestión del “negocio o la estafa de los derechos humanos”. También, esta Hebe… ¡qué mal había organizado las cosas! ¿Cómo se le había ocurrido poner un parricida al mando, cuando apenas lo conocía? ¿Y el “modelo”? ¿En que quedaría, cómo pasaría a la historia...? ¿Y los juicios..., en qué quedarían los juicios...? Otra vez se arregló el pelo y miró la hora. Había llegado el momento del Rivotril y de la otra serie de remedios que la mantenían activa y, para consolarse, recordó las palabras de su hija Florencia: “No importa mamá, no importa... ya estamos hechas. Ahora, ¡a vivir, a vivir!!!”. Entonces se abrió la puerta, las elucubraciones concluyeron bruscamente y junto con la realidad entró Zannini, serio pero firme, y comenzó a darle órdenes...


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