Queridos amigos:
Hace ocho años, Néstor Kirchner impuso la decisión política de juzgar nuevamente a los militares acusados por los métodos utilizados para combatir a la subversión luego de veinte años de gobiernos democráticos durante los cuales todos los casos se habían cerrado. Para ello fue necesario vulnerar varios pilares del derecho ya que se habían dictado condenas e indultos, habían operado prescripciones y se habían promulgado leyes que finalmente resolvieron aquellos capítulos de la historia.
La concreción de sus designios fue lograda luego de derribar tres líneas de defensa existentes en cualquier estado de derecho. La primera requirió de la complicidad de un cuerpo legislativo capaz de promulgar la anulación de sus propias leyes con el insólito apoyo de referentes que, como en el caso de la señora Elisa Carrió, se ufanaban de regirse por principios y valores constitucionales. Luego fue necesaria la defección de la justicia a través de fallos de una Corte Suprema capaz de convalidar la incorporación de figuras penales tales como “los delitos de lesa humanidad” a los que no solo se los consideró imprescriptibles sino también retroactivos. Ese horror jurídico no tiene precedentes ya que el mismo Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 1998, que incorpora la figura del delito de lesa humanidad, aclara que el mismo no podrá ser aplicado por una conducta anterior a su entrada en vigor (Art. 24, inciso 1). Finalmente fue necesario crear el suelo psicosocial favorable para que la opinión pública aceptara revolver la historia y transformar a los guerrilleros y terroristas de la década del setenta en jóvenes idealistas merecedores de indultos parciales, indemnizaciones, premios, cargos y reconocimiento, mientras los militares detenidos vieron transcurrir los años en prisión excediendo los tiempos procesales y privados de elementales derechos de defensa. En esta última fase fue definitoria la acción mancomunada de los medios de comunicación, de los periodistas independientes y de juicio crítico, quienes casi sin excepciones cambiaron las voces críticas y la celosa custodia de la Constitución y el derecho por un coro de voces acusadoras que ignoraban sistemáticamente el derrumbe de las bases del derecho que caían ante sus ojos.
Se señalaba que los militares habían salvado a la nación de caer en manos de las fuerzas paramilitares de izquierda al precio de actuar contra derecho y de violar principios consagrados en la Constitución. Vaya paradoja, para poder juzgar a los supuestos responsables de esos crímenes (supuestos porque todavía se debe presumir inocente a todo aquel cuya culpabilidad no haya sido probada) se aceptaba justamente actuar contra derecho y violar principios consagrados en la Constitución. Quizás , jueces, periodistas y demás referentes sociales fueron tan inocentes como para pensar que el derecho se vulneraría una sola vez y sobre ciudadanos presuntamente tan perversos que cualquier método empleado para llevarlos frente a los tribunales era válido. Vana ilusión. El derecho es uno y vale para todos o para nadie. La historia demuestra que una vez que se admite que la conveniencia gobierne a la justicia cualquiera puede ser el próximo perverso señalado por el coro de formadores de opinión como víctima propiciatoria.
Ahora vienen por ti. Esta misma semana han promulgado leyes que permitirán acusar de terrorista a quienes promuevan una corrida bancaria y a los medios que lo difundan y aterroricen a la población. Han inhibido los bienes del diario La Nación a través de la AFIP ignorando un fallo de la Corte Suprema. Han intervenido la empresa Cablevisión con la presencia de la gendarmería. Han renovado la presión sobre la justicia para que incluya la compra de Papel Prensa entre los delitos de lesa humanidad. Han promulgado una ley que permitirá el control del papel para diarios por parte del Estado. Ahora vienen por ti y si quieres saber quién eres tú, te digo que tú eres todo oponente, todo crítico y todo referente que se plante frente al “modelo” que votó el 54 % de los ciudadanos. Duro pero evidente.
Cuando la señora presidente acusó en forma pública a los directivos de Papel Prensa de haber comprado la empresa en el marco de acciones asimiladas a un delito de lesa humanidad, desde nuestros humildes medios de expresión, levantamos voces críticas por la insólita amplitud con que se usaba una figura delictual muy específica y por la reiteración de utilizarla en forma retroactiva. Sin embargo, los afectados solo se limitaron a declararse inocentes del delito de que eran acusados pero nunca cuestionaron la figura penal ni la violación del principio de irretroactividad de la ley. Querían salvarse solos pero sin cuestionar que otros cayeran bajo la violación del derecho. Egoísmo y ceguera del que van tomando conciencia a medida que el cerco de la injusticia se va cerrando por distintas vías, aunque quizás ya sea tarde. Todos deben comprender que hay algo más importante aún que salvar a los medios independientes o que juzgar a militares. Hay que rescatar los principios del derecho y la justicia que deben ser “para todos” como tantos otros valores sociales.
Frente a esta situación creada por los avances legislativos y judiciales del oficialismo nos ponemos del lado de los medios. Esperamos que la justicia repare los errores que surgen manifiestos en el paquete de leyes recientemente promulgadas y en los juicios y acciones en contra del grupo Clarín y La Nación. Pero tengamos presente que nuestro pedido de justicia es para todos y no solo para los que tienen voz y fuerza para defenderse.
También en esta semana, la decisión de los países del MERCOSUR de no permitir la entrada a sus puertos de buques con bandera de Malvinas provocó cierta conmoción en Gran Bretaña. En realidad, en Malvinas no hay armadores que fleten buques y las naves que enarbolan esa bandera son en su mayoría pesqueros de origen español que utilizan la llamada “bandera de conveniencia” para operar en las aguas en disputa utilizando como base a Montevideo. El gesto, fuertemente simbólico, es un alerta para Gran Bretaña de que no podrá ignorar impunemente por siempre el llamado de la comunidad internacional a negociar la soberanía del archipiélago. Fue un acierto de nuestra diplomacia que apoyamos sin retaceos por mucho que no coincidamos con tantas otras medidas, del mismo modo que nos avergüenza que se haya minimizado y enturbiado la memoria de la gesta bélica de Malvinas y sus héroes solo porque la operación fue llevada a cabo por un gobierno militar. La patria no mira la condición de sus dirigentes cuando de defender la soberanía se trata. Ahora, la coherencia requiere que el gobierno atienda la necesidad de desarrollar ciertas capacidades básicas de proyección de nuestras Fuerzas Armadas que motivarán a los británicos a incrementar sus costos de defensa en momentos en que carecen de capacidad aeronaval basada en portaviones y en que están disminuyendo consistentemente su presupuesto militar. Sin perjuicio de la búsqueda de la recuperación de las Islas por medios diplomáticos, las acciones concomitantes que dan credibilidad a nuestra voluntad soberana, suman presión para que Gran Bretaña acepte negociar y muestran a nuestros socios y amigos del MERCOSUR que estamos dispuestos a dar valor a sus gestos de apoyo.
Debemos tener en cuenta que estos socios, con quienes tenemos tantas diferencias en temas comerciales, sacrifican intereses inmediatos porque saben que si hoy no nos ayudan a defender nuestra soberanía, mañana pueden tener que lamentar la indiferencia colectiva cuando vengan por ellos. Una excelente lección que sirve para lo interno de lo que es mirar más allá del corto plazo y poner el esfuerzo en los valores y principios permanentes.
Nos despedimos para seguir festejando la Navidad. Para los cristianos esta fecha representa la esperanza de la redención que vino de la mano del nacimiento de Jesús. Para los argentinos, nuestra realidad cotidiana nos dice que ha cundido la desesperanza porque se han acallado las incógnitas y ahora sabemos que nos esperan largos años de avances gubernamentales sobre los derechos ciudadanos avalados desde el Congreso mediante el ejercicio de un poder que no acepta límites. Nuestra esperanza está en que despierte la verdadera justicia arrancada de su sueño por las voces de una ciudadanía que no se resigna a callar y guiada por la aparición de nuevos liderazgos democráticos que estén dispuestos a luchar para que la justicia y el futuro estén abiertos para todos.
Feliz NAVIDAD y un abrazo para todos.
Fuente: Juan Carlos Neves, Presidente de Nueva Unión Ciudadana
Adhiero y aplaudo íntegramente estos conceptos, que deberían ser los de cualquier político que se precie de republicano y respetuoso de nuestra Constitución.
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