por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
¿Es la guerra de Irak
una causa perdida condenada al fracaso para los occidentales y el gobierno
fantoche que sostienen desde hace años? Cuando han pasado once años desde que
Estados Unidos decidiera intervenir para evitar que el régimen Saddam Husein
utilizase unas supuestas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron y
que llevaron ante el patíbulo al dictador, Irak hoy se tambalea y los
integristas del Estado Islámico de Irak y Levante, EIIL, podrían controlar ya
el 50% del territorio iraquí.¿Será alguien capaz de revertir esta lógica
militar ya innegable?
Incluso la hasta
ahora estable región kurda del Norte de Irak se ha visto amenazada por este
grupo y ha sufrido importantes reveses militares a manos de los yihadistas e
integristas, cuya llegada al poder y conquista de Bagdad podría sumir en el
caos y el desorden no ya solo a este Estado fallido, sino a toda la región. No
en vano, Irán, Siria y los Estados Unidos aparecen ahora unidos en el mismo
frente para derrotar a los yihadistas y evitar que su recién creada entidad
territorial siga esparciéndose como una mancha imparable por toda la región. Ya
se sabe, la política, cuando no la guerra, hace extraños compañeros de cama.
Si ya fue un error
ocupar Irak, destruyendo todas sus instituciones incluyendo a las Fuerzas
Armadas, no menos error fue por parte de Obama la precipitada retirada de las
fuerzas internacionales que comandaban los Estados Unidos en este país. Aunque
el coste en vidas humanas fue muy alto -más de 6.000, de los cuales casi 5.000
norteamericanos- más alto va a ser el coste en términos geopolíticos que puede
suponer para todo el Oriente Medio una victoria del EIIL.
Este grupo ya no solo
amenaza con llegar a Bagdad, pues apenas se encuentra a unas decenas de
kilómetros, sino que apunta con implicar a Irán, a la región kurda y a los
Estados moderados árabes en la guerra iraquí y sumir en un caos total a la
zona. De lo que no queda duda es que tras la intervención norteamericana en
Irak y después de la (casi) desaparición del Estado iraquí, este país no
volverá a ser el mismo y es casi segura su desintegración en tres o cuatro
unidades territoriales.
LA
DESINTEGRACIÓN DE IRAK, CASI UN HECHO CONSUMADO
En primer lugar, los
kurdos conservarán su región al coste militar y político que sea, ya que fue
ganada con sangre, sudor y lágrimas tras
décadas esperando por llegar a tener una entidad nacional propia, tal como
tienen ahora aunque todavía no es reconocida internacionalmente por nadie.
Israel y los Estados Unidos ya han hecho tímidos anuncios de que un futuro
podrían dar ese paso, algo que significaría un hecho histórico y daría pie,
seguramente, a otros reconocimientos por parte de otros países occidentales.
Este "estado tapón", además, serviría para frenar las aspiraciones de
Irán en la zona, servir de soporte a israelíes y occidentales para controlar
las reservas petroleras iraquíes y equilibrar estratégicamente la región.
Luego, y tal como
estamos viendo, se está conformando un suerte de entidad nacional sunita
controlada por los yihadistas y que es la que ahora está poniendo en jaquie al
gobierno de Bagdad, que cada día que pasa está más debilitado, aislado en la
escena internacional y regional por su falta de credibilidad y nada operativo
debido a sus fuertes divisiones internas. Los sunitas se han sentido
discriminados por los Estados Unidos y las autoridades que instalaron en Bagdad
y así lo han hecho saber en contadas ocasiones, tantas que quizá ahora es irreversible
que vuelvan por la fuerza de la cordura y el diálogo a sentarse en el ejecutivo
iraquí. Seguirán siendo una minoría importante -podrían ser algo más del 40%
del censo- pero no perderán la ocasión de hacer valer sus derechos por la
fuerza y reclamar su espacio así sea por la fuerza de las armas.
La tercera entidad
nacional que existe al menos sobre el papel es la que está representada por el
gobierno legítimamente elegido de Bagdad, cuya supervivencia política a futuro
está ligada al apoyo que le puedan dar los Estados Unidos e Irán. Sin esos dos
importantes apoyos, las actuales autoridades de Irak lo tienen realmente
difícil para seguir controlando el escaso 50% del territorio que ahora poseen y
para seguir gozando de la legitimidad internacional de la que todavía gozan.
Uno de los grandes fracasos de la comunidad internacional, pero especialmente
de los Estados Unidos, lo constituye el hecho de que no hayan sido capaces de
crear unas Fuerzas Armadas iraquíes fiables, capaces de controlar su territorio,
garantizar la estabilidad del gobierno y asegurar el pleno funcionamiento de
sus instituciones democráticas. De ese fracaso, constatado y conocido por casi
todos los servicios de inteligencia operando en Irak, viene esta grave crisis.
O, como se dice vulgarmente, de esos barros vienen los actuales lodos.
Finalmente, y esta no
es un hipótesis que se deba descartar en el corto plazo, una mayor implicación
de Irán en la crisis puede llevar a los iraníes a embarcarse en la creación de
una entidad nacional chiíta, que son la mayoría de los iraquíes y que los
rebeldes sunitas rechazan por apóstata, y que esta nueva nación ocupe una buena
parte de los territorios que hoy están en manos de las legítimas pero
debilitadas fuerzas del ejecutivo de Bagdad. Si se cumpliera este vaticinio,
que no es una entelequia dada la volatilidad con que se suceden los
acontecimientos en esta región, asistiríamos a una atomización de Irak de
inciertos resultados y que provocaría una crisis de una magnitud desconocida
hasta ahora.
¿OTRA
GUERRA INEVITABLEMENTE PERDIDA PARA LOS ESTADOS UNIDOS?
La historia ha
demostrado, después de la intervención
ordenada por George Bush contra Irak, en el año 2003, que nadie puede obligar a
los ciudadanos renuentes a una democracia y que, como sostiene el pensador
norteamericano William Pfpaff, esta idea es "intelectualmente insostenible
así como políticamente imposible de alcanzar". Estados Unidos, si no
cambian las cosas en las próximas semanas, parece condenado a perder otra guerra
en Oriente Medio.
Desde 1945, año en
que acabó la Segunda Guerra Mundial, hasta ahora el gobierno de Washington tan
solo ha ganado las guerras contra la diminuta isla de Granada, en 1983, y la
mantenida contra Panamá, en 1989, para detener al dictador Manuel Antonio
Noriega, que más que una guerra fue el salto de una valla desde una base
militar norteamericana y caminar manu militari hasta el palacio presidencial.
Ojalá que los peores pronósticos no se cumplan, pero la tozuda realidad se impone sobre el terreno y los yihadistas
avanzan a paso rápido y firme sobre la capital iraquí. Las espadas están en
alto, la guerra sigue.
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