"No
existe sustituto alguno para la falta de previsión y conocimientos sobre cómo
actuar con mal tiempo"
Peter
Blake. Navegante
Se llamó, inicialmente, “Náutico” y supo ser el orgullo del Club
Náutico San Isidro. A bordo de él hombres y mujeres aprendieron el arte de navegar
encontrando en la fuerza del viento su libertad. Muchos años después, seres de pequeñez inmensa le robaron la dignidad que
todo bajel lleva ínsito en sí cuando le impusieron ser nada más que el mascarón
-en el rastrero sentido de careta que oculta una fábula- de una política
mentirosa y artera.
Para hacer más cruel la ofensa lo rebautizaron
“La sanmartiniana” creyendo que, al copiar
la idea imbécil de un mico caribeño, la adhesión al Padre de la Patria le daría
la nobleza que le habían quitado. Decían que su objetivo era promover la
cultura del mar cuando sus “armadores”
-simples adoradores de un becerro áureo y berreta- jamás han entendido, ni
tampoco les interesa comprender, que no hay política de mar sin una Marina de
Guerra respetable y respetada y que hablar de cultura de mar en un gobierno que
ha dedicado sus mejores esfuerzos a desguazar lo que queda de nuestra Armada es
algo más que una contradicción, es simplemente una canallada.
Salvada y amarrada en Puerto Argentino |
La ineptitud hizo que su derrota fuera
una sucesión de incidentes; por desconocimiento de las aguas en que navegaba
varó en la Isla de los Estados, por ignorancia meteorológica se metió en una
tormenta en el Atlántico Sur de la que solo salió, abandonado por su
tripulación, para convertirse en botín y regocijo de los dos mil mantenidos que
la corona británica sostiene en nuestras islas.
A pocos días de una elección
presidencial que es de una importancia cardinal, la patética singladura de “La sanmartiniana” es un espejo en el
que nos podemos reflejar todos los argentinos porque en el triste final de este
pobre velero se terminó personificando todo
este tiempo de incompetencia e inquina, de revancha innoble y odios inútiles a
los que, por indolencia o miedo, no
supimos hacerle frente.
Por una vez olvidemos, porque tenemos
hijos y nietos, pensar en función del bolsillo y la ventaja; por una vez no
seamos eso que tan bien ha ejemplificado la tripulación de “La sanmartiniana” que pretendiéndose marinos de valor se rajaron
al primer embate de ola brava.
JOSE
LUIS MILIA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!