por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
Como si ya hubieran
tomado el Palacio de Invierno, en este febrero atípico que tiene un aire
bolchevique y de nostalgia por la revolución de octubre, los líderes de Podemos
han hecho circular por las redes sociales el nuevo gobierno que debería dirigir
los destinos de la nueva república soviética de España. En este ejecutivo de
orientación comunista, bajo el supuesto y seguramente breve liderazgo de los
mencheviques, no faltan viejos y aguerridos combatientes de la nueva ola, entre
los que destacan los grandes "intelectuales"
Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, el estalinista Alberto Garzón y otras caras
menos conocidas del partido bolchevique. Garzón, que sabe de economía lo que
Iglesias de derechos humanos, será, precisamente, el llamado a dirigir la
cartera de Economía. Qué Dios nos coja confesados.
Llama la atención que
Podemos y sus tontos útiles, como lo son Izquierda Unida y En Comú Podemos, se
hacen con las carteras de Interior (policía, servicios secretos y seguridad del
Estado), Economía y Justicia, tres de los pilares fundamentales sobre los que
se asienta todo Estado moderno. También se crea un ministerio para los asuntos
relacionados con la Plurinacionalidad, como si España fuera Bolivia y estuviera
conformada por tribus indígenas, y dejan en manos de los socialistas carteras
menores y Asuntos Exteriores.
Solo faltó un
ministerio del poder popular para la comunicación y la información, como en
Venezuela, y un consejo de guardianes, como Irán, para que todo hubiera tenido
un aire más revolucionario y así complacer a los "compañeros" que financian al nuevo movimiento comunista.
Los cipayos locales necesitaban dinero para imponer su "espontánea" formación en la sociedad española y lo
encontraron entre los que cuelgan a los gays en las grúas, como se puede ver en
Teherán, y los que encierran injustamente a jóvenes demócratas durante años y
sin juicio, como ocurre en la satrapía venezolana. Iglesias y el fundador de Podemos,
Juan Carlos Monedero, han recibido millones de euros de las dictaduras más
repugnantes del mundo. Esa es su carta de presentación, que nadie se llame a
engaños; son como una suerte de la dinastía norcoreana de los Kim pero en
versión hispana.
EL
KERENSKI ESPAÑOL
Luego de nombrar este
gobierno destinado a dirigir los destinos de España, o lo que quede de ella, el
Soviet Supremo de Podemos rectificó y dijo que el tal gobierno tan solo había sido un "malentendido". Pero la gente no es tan tonta como se
piensan en la dirigencia de Podemos y la lista se convirtió en la noticia de la
semana, o del mes, siendo la nómina de ministros prosoviéticos una de las más
buscadas para conocer los objetivos reales del bolchevismo local.
Si Iglesias, un
participante conocido de las tertulias televisivas y profesor universitario de
ideas izquierdistas, pasa por ser el Lenin español no cabe la menor duda que el
terrible honor de ser el Kérenski ibérico recae en el socialista designado para
formar el nuevo gobierno. Se trata, ni más ni menos, que de Pedro Sánchez, el
hombre que ha ganado merecidamente un puesto en las enciclopedias tras haber
cosechado los peores resultados de los socialistas en la historia de España y
por haber erosionado su endeble liderazgo en apenas unos meses. De ser un
brillante, prometedor y joven líder del Partido Socialista Obrero Español
(PSOE) podría pasar a ser su enterrador tras haber generado fuertes divisiones
y tensiones internas y tener una agenda oculta ajena a la confianza que le
dieron sus electores. Kérenski paso de fulminar la monarquía zarista de un
plumazo a entregar el poder a los comunistas para más tarde el perderse para
siempre en el exilio.
¿PODRÍA
DESAPARECER EL PSOE?
Ahora, Sánchez,
dispuesto a gobernar como sea, con quien sea y al coste que sea, sabe que esta
es su última oportunidad y que si no consigue formar gobierno su momento gloria
habrá pasado y serán otros los que ocupen su sillón. La lista de alternativas
es larga. Pero el coste de esta estrategia puede ser muy alto. Podemos sabe de
la debilidad de Sánchez e Iglesias, como Lenin, sabe que este es el momento
propicio de la estrategia leninista para hacerse con el poder. La muchachada
comunista de Podemos, que jalea y adula
sin restricciones a sus líderes, creen que los socialistas se disolverán como
un azucarillo pacten o no pacten con su formación en las próximas elecciones. Y
puede que tengan razón.
En cualquier caso, y
en uno de los momentos más confusos de la historia de España, es más que seguro
que los socialistas pagarán un precio muy alto si pactan con Podemos y otras
fuerzas de izquierda un pacto de gobierno que saque al país del atolladero. Los
votantes socialistas serán los primeros en no entender dicho acuerdo y el PSOE
podría sufrir en el futuro una terrible hecatombe que le lleve a la
marginalidad política. Quizá hubiera sido mejor ir a unas elecciones y salvar
los trastos que encaminarse hacia un seguro suicidio. Parece que Sánchez no
leyó mucho a los clásicos y no conoce ese viejo aforismo de San Agustín que
aconsejaba que "en tiempos de
tribulación no hace mudanza".
No olvidemos que en
los últimos años hemos contemplado como dos de los grandes partidos socialistas
tradicionales de Europa, el PASOK griego y el Partido Socialista Italiano
(PSI), desaparecieron (casi) para siempre de la escena política sin dejar el
menor rastro. Hace unos meses tal escenario hubiera sido impensable para el
PSOE pero hoy es una opción real que no se debe descartar. Sánchez, como
Kérenski, puede tener su momento de gloria e incluso formar gobierno, para, a
renglón seguido, dejar paso a la hegemonía de Podemos y a un seguro proceso de
descomposición de su propio partido que le lleve a la desaparición. ¿Será así?
Veremos qué pasa.
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