Diario
Castellanos
Editorial Viernes, 01
De Julio Del 2016
Lo que no se sabe si
existe es la voluntad política de permitirlo. Se preguntará el lector: ¿De qué
estamos hablando? La respuesta es simple aunque hay quienes solo se animan a
decirla en voz baja: Cristina presa.
Cuando cambió el
gobierno, luego de una elección reñida y con una diferencia de votos reducida,
el kirchnerismo todavía funcionaba. No se habían agotado los fondos de la caja
y se podía mantener la altisonancia de las palabras.
Los exoficialistas
llamaban a la "resistencia" como si el nuevo gobierno fuese de facto,
y muchos repetían aquella frase atribuida al hijo cyber player: "podremos
entregar el gobierno pero no el poder". Una multitud de cobradores de
sueldos públicos, suponiendo que nadie se animaría a quitarles esos cargos políticos
devenidos a último momento en distintas "plantas permanentes"
cantaban todavía: "Che gorila, che gorila, no te lo decimos más, si la
tocan a Cristina, que quilombo se va a armar".
Las cosas vinieron
dándose de a poco, casi ralentizadas, pero llegaron. Esa multitud de
"trabajadores" que había tenido como función combatir la prensa no
adicta; crear problemas a los bloggeros que no eran del palo; intentar copar
las redes sociales y actuar como comentaristas en los distintos medios,
quedaron agarrados del pincel, en la calle. Dos marchas y nada más. Luego, sin
caja no hay respuesta, una palmada en el hombro y a sus casas… "ya
volverán tiempos mejores" fue la frase de despedida.
Como anunciando el
apocalipsis D’Elía, Bonafini y Carlotto, prevenían sobre cualquier intento
avasallador sobre la expresidente y en general todos plantaban cara a lo que
pudiera venir. Mientras tanto la justicia anquilosada, ya sin miedo a las
amenazas de juicio político temiendo ser encasilladas en la posibilidad del
juicio político, como el fiscal Campagnoli o peor aún, silenciadas como el
fiscal Nisman, comenzaba a moverse aunque sin la velocidad deseada.
El primero –relevante– fue Báez. Allí comienza el desbande. Hasta los ideólogos de Carta
Abierta se frustraron en la idea de inventar argumentos para probar a los
propios que Cristina ignoraba que este resucitado Lázaro tuviese más
propiedades que el Aloe Vera, ganando todas las licitaciones, recaudando y no
haciendo las obras, cobrando sobreprecios y todo esto sin pagar impuestos.
El video de "La
Rosadita" fue un detonante. La gente no puede ver tanto dinero junto sin
remitirse a su déficit particular, a sus cuentas sin pagar, a sus frustraciones
pecuniarias. Fariña, desde la cárcel dijo: se robaron más que el PBI de un año,
cuantificándolo en ciento treinta mil millones de dólares. Y el
resquebrajamiento se intensificó.
En la historieta
nacional faltaba el personaje desopilante y apareció José López, el benefactor
serial, que revoleando nueve millones de dólares sobre la ligustrina de un
convento pretendía salvar su alma y la de De Vido dándole dinero a las monjitas
que resultaron no ser tales. Esto ya fue un poco mucho para algunos militantes
que hartos de su dieta de sapos, han abandonado todo a su suerte en la idea de
haber sido timados. Para ellos la imagen de Cristina se evaporó. Es que han
llegado a la lógica conclusión que esta, no solo no podía ignorar tanta
corrupción a su alrededor sino que para que se diese de esa manera, para que se
pudiera llevar a cabo, tenía que ser la jefa de la banda.
De a poco, muchos
también, han ido internalizando la idea de que más allá que ellos u otros se
hayan beneficiado con el gobierno anterior, este no ha sido otra cosa que una
asociación ilícita para robar a todos los argentinos, y en comparación a lo
poco que les dieron, se llevaron todo. Un robo colectivo en el que más sufren
quienes menos tienen, aunque en su ignorancia muchos lo volverían a votar
creyendo que algo les han dado. La idea de ver entre rejas a la expresidente y
a su banda de salteadores se hace cada día más real en la mente de los
argentinos, que comparan sus carencias con las cifras obscenas de dinero.
No sería la primera
vez que sucede en un país, siempre ha habido delincuentes que algunas veces han
pagado sus delitos con cárcel, pero nunca aquí. Quizá porque para que esto
suceda gran parte de la corrupción tiene que ser parte de la sociedad. La duda
que nos planteamos es si los argentinos, que somos cultores de la viveza
criolla –una forma de estafa– ¿podremos soportar que el peso de la ley
alcance a una persona que representando al Estado se aprovechó de él, y con eso
de nosotros? Es difícil de asegurar. Quizá importaría una catarsis que
finalmente reeducara la conducta de los argentinos. Pero para eso es necesaria
la voluntad política del Gobierno. El presidente o cualquiera de los ministros
nos dirá que es una responsabilidad del Poder Judicial. Sí, es cierto, pero no
podrán negar que el hecho trasciende la letra de la sentencia para adentrarse
en las relaciones que se dan entre los ciudadanos. Por lo tanto, siempre se
puede alegar un improbable mal menor, y escapar por la tangente de un beneficio
electoral.
Lo que sucede es que
ese saqueo al Estado no solo se llevó dinero, esperanzas, obras necesarias,
también se llevó vidas. Si la democracia no logra hacer que la justicia se
cumpla en democracia, ¿qué derecho tendrá de ir a tirar flores al río? Porque
no existirá diferencia entre ella y los otros que sigue llamando represores.
FUENTE:
http://www.diariocastellanos.net/noticia/la-posibilidad-existe/
NOTA: Las imágenes no corresponden a la nota original.
NOTA: Las imágenes no corresponden a la nota original.
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