Los imprudentes no
miran el pronóstico y la tormenta los sorprende sin haber tomado previsiones.
Los sabios se informan y se protegen de modo de tener alternativas ante el mal
tiempo. Los poderosos cambian el clima. Bombardean las nubes o crean lagos artificiales
de acuerdo a su conveniencia
Son distintas
circunstancias y distintas actitudes ante
la adversidad. Nos preguntamos
¿en cuál de esos perfiles se ubica la Argentina como sociedad? ¿Imprudente,
sabia o poderosa?
La reciente elección
en EUA que consagró como presidente a Donald Trump, nos sitúa claramente en el
ámbito de los imprudentes. Nuestra Cancillería apostó sin necesidad al triunfo la señora Hillary Clinton,
candidata del partido Demócrata, y su inesperada derrota ha dejado a nuestro gobierno
descolocado y desconcertado. Tozuda, la señora Malcorra no se privó de lamentar
que no hubiera ganado su favorita y nos
hace preguntarnos porqué una nación que posee un excelente instituto de
formación de diplomáticos y probados profesionales, improvisa al elegir a sus
principales funcionarios en esa área.
Lo cierto es que más
allá de nuestros desvelos, el triunfo de Donald Trump nos obliga a reflexionar
acerca de las incipientes condiciones que plantea un nuevo mundo en construcción. Un mundo en que las maniobras mediáticas ya no pueden
controlar la voluntad de electores que tienen sus propios medios de información
directa y que dejan desairados a
analistas y encuestadores. Lo demostró
el resultado de esta elección aunque ya se había visto en el inesperado Brexit
y, en el área local, con el triunfo de Cambiemos frente al aparato electoral
del FPV. En este nuevo mundo, las estructuras políticas tradicionales se ven
desbordadas por el rechazo de las
sociedades insatisfechas que castigan con dureza los rasgos de engaño y
corrupción que antaño podían ser ocultados y tolerados. Finalmente, y en forma
creciente, se percibe el retroceso de los procesos globalizadores en el terreno
económico, el fortalecimiento de los nacionalismos, el rechazo a los inmigrantes y la defensa de los mercados.
El señor Trump llega
con una agenda fuerte en estos temas y
la capacidad de imponerla a partir de que el partido republicano controlará las
dos Cámaras del Congreso de los EUA. El problema es saber si el nuevo presidente
podrá imponer sus tiempos y deseos a su propio partido, pero eso ya es
demasiada especulación.
Lo que debemos
atender sabiamente para que las tormentas no nos desborden, es el cambio que
muestran los vientos económicos y
sociales a la hora de diseñar nuestras políticas internacionales. Actitudes que
entrañan concesiones unilaterales como
la ensayada en el Acta firmada con el Reino Unido respecto de la cuestión
Malvinas, no solo son negativas sino también anacrónicas. Los tiempos de
alineación y resignación pertenecen afortunadamente a un triste y superado pasado.
En el ámbito local,
las consecuencias de los años de destrucción “kirchnerista”, tanto en lo
económico como en lo social, se hacen sentir y dificultan la recuperación
esperada. Uno de los errores del actual gobierno fue no enfatizar desde el inicio la gravedad de
la situación encontrada, quizás por pretender crear un clima positivo y
llamaron herencia a lo que era enfermedad. Los casos de flagrante corrupción
ayudaron a sostener la paciencia social pero la situación se complicará si el
año próximo no comienzan a verse síntomas claros de mejoría y si los numerosos
juicios en curso a funcionarios corruptos
no terminan en condenas y confiscaciones. Si la sociedad llegara a
entrever que hay una connivencia de políticos nuevos con políticos viejos para
protegerse corporativamente de la ley o para especular electoralmente, las
consecuencias serían catastróficas. Esperemos que no sea así por el bien de
todos.
Una noticia positiva
la constituyó la posición de los sindicalistas
no alineados en la izquierda, que tuvieron una actitud conciliadora
y evitaron una innecesaria e inoportuna huelga general a pesar de tener
variados motivos de queja. También es de destacar la colaboración de gobernadores y sectores de la oposición, principalmente
los que constituyen el Frente Renovador y algunos sectores del peronismo no “kirchnerista”, que permitieron la
sanción del presupuesto y otras leyes importantes. Estas actitudes han
contribuida a la gobernabilidad, ayudada por las actitudes conciliadoras del
gobierno que evita frases altisonantes y choques frontales. Otro punto a favor
lo marca el reconocimiento de errores y de los datos negativos de la realidad
que antes se escondían. A eso contribuye mucho la labor del renovado INDEC, que
ha ganado credibilidad y que ya ha
logrado que el FMI retire sus sanciones y observaciones a nuestras
estadísticas.
El
área en que el gobierno no termina de encontrar el camino es la continuidad de
la interminable secuela de juicios y el financiamiento a organizaciones
apologéticas de las bandas setentistas
que en su conjunto constituyen lo que bien se definió como “el
curro de los derechos humanos”. El Secretario de Derechos Humanos sostiene que los juicios
de lesa humanidad son un tema de la justicia pero al mismo tiempo se ufana de
ser querellante en más de 200 causas. Eso es
incoherente. Su responsabilidad es directa al ignorar la violación de los derechos humanos de los procesados, tanto
en el abuso en el tiempo de prisión preventiva como en la permanencia en
prisión de los mayores de 70 años
aquejados de graves enfermedades.
Su última acción fue
responder a una organización de abogados informando la cifra registrada de
desaparecidos, que es largamente menor a
un tercio que los 30.000 alegados por las organizaciones de izquierda.
Sin embargo, se ha permitido afirmar que esa cifra debe ser sostenida por ser “emblemática”. Desde que el actual
gobierno ha asumido ya suman más de 40
muertos entre militares y miembros de
las fuerzas de seguridad detenidos, mientras que los montoneros que cometieron
atentados y asesinatos no solo están en libertad sino que ocupan cargos públicos y no niegan su participación en las
organizaciones subversivas. Sostener esta injusticia y estos abusos en el
tiempo, puede preservar al gobierno de las críticas de la izquierda nacional e
internacional pero no lo librará de la responsabilidad histórica de haber
sostenido estas aberrantes situaciones sin darles solución.
Con la llegada del
fin de año se acaba el período de gracia con que contaba el gobierno. El 2017
es un año electoral y no solo deberá comenzar la recuperación económica sino
que la sociedad debe percibir que los grandes temas nacionales empiezan a ser
atendidos. La inseguridad debe tener una
solución real. La inflación un freno sensible. Los cortes y piquetes deben desaparecer de las calles.
Las drogas deben dejar de circular. Los juicios de hace 40 años deben dejar
paso a una solución jurídica o política que abra el camino a la reconciliación.
Los juzgados federales deben atender y dar respuesta a las innumerables causas
de corrupción que nos han quitado la confianza en la política y los políticos.
Hay demasiados temas
pendientes como para perder el tiempo. Hay un nuevo mundo que pide
soluciones y respuestas so pena de
dejarnos desamparados e inermes ante las tormentas que se avecinan. El desafío
está lanzado. Tenemos que estar a la altura de las exigencias de los tiempos
que corren o quedaremos en el intento.
Buenos Aires, 10 de Noviembre
de 2016
Juan
Carlos Neves
Primer Secretario
General
Nueva Unión Ciudadana
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