"Durante
toda su historia, América Latina ha sido
un auténtico laboratorio de ilusionismo político".
Alain Rouquié
un auténtico laboratorio de ilusionismo político".
Alain Rouquié
Más allá de la
presencia de los violentos grupos anarquistas en cada ocasión en que se reúnen
los líderes mundiales en algún lugar del planeta, nuestro subcontinente está
asistiendo, y mirándolo por televisión, a la puesta en marcha de las políticas
recomendadas por el Foro de San Pablo para subvertir todas las instituciones
nacionales y llevar a nuestros países a transformarse en los paraísos
imaginados por la izquierda universal.
En los 70's, se
intentó conquistar el poder a través de organizaciones terroristas que bañaron
en sangre a Colombia, Perú, Brasil, Uruguay, Chile y, por supuesto, Argentina.
Las sucesivas derrotas militares, que las sumieron en el asombro por la falta
de acompañamiento social a sus mesiánicos proyectos, llevaron a sus ideólogos a
recurrir a las enseñanzas de tipos tales como Antonio Gramsci y Ernesto Laclau,
que tanto escribieron sobre métodos más intelectuales para alcanzar esos
objetivos.
Hoy, con esos libros
en la mano, y en la mochila la necesidad de salvar de la cárcel a varios de sus
líderes nacionales, populistas y ladrones -léase Cristina Kirchner, Luiz Inácio
Lula da Silva, etc.-, esas mismas izquierdas intentan acabar con todas aquellas
instituciones que puedan poner en peligro el plan general de destrucción que llevan
adelante.
Han tenido mucho
éxito en Venezuela, ya una dictadura de partido único, un país riquísimo al
cual han llevado a la inanición mediante la corrupción masiva y la asociación
con el narcotráfico y el terrorismo de sus más altas esferas militares y
políticas. Resulta allí explicable, toda vez que el petróleo que Nicolás Maduro
regala todos los días -pese al hambre que azota a su población- a Cuba evita
que la gerontocracia asesina de la isla se vea obligada a confesar el fracaso
de su histórica política marxista.
En algunos de
nuestros países, sin duda por obra y gracia de la cobardía de sus comandantes
de entonces y la complicidad de sociedades anómicas e hipócritas, han logrado
estigmatizar a las fuerzas armadas y de seguridad, poniendo en tela de juicio
cada actuación, aún cuando ésta obedeciera a órdenes legales o judiciales. La
estupidez generalizada de los políticos ha permitido, además, que los
organismos de derechos humanos regionales fueran copados y cooptados por los
miembros más conspicuos de ese proceso revulsivo, lo cual garantiza la
inmediata condena a cualquier procedimiento penal que involucre a alguno de sus
líderes, como Milagro Salas.
En la Argentina ese
peligro se ha agudizado hasta el extremo, y Cristina Elisabet Fernández
contempla aterrada no sólo la altísima probabilidad de perder las elecciones de
octubre, sino el espejo latinoamericano, que le devuelve las imágenes de
Ollanta Humala preso en Perú, de Lula y Dilma Rousseff en riesgo de cárcel en
Brasil, de Jorge Glas Espinel suspendido como Vicepresidente de Ecuador, de
Raúl Sendic investigado en Uruguay, lo mismo que Juan Manuel Santos en
Colombia.
La manifiesta
aceleración de las causas por corrupción y por encubrimiento del terrorismo (la
denuncia del asesinado Alberto Nisman, impulsada por el Fiscal Gerardo
Pollicita) que jaquean a la ex Presidente y a su entorno familiar y político, y
el contundente éxito que ha tenido la lucha contra el narcotráfico -que tanto
se expandiera por su criminal asociación con el régimen kirchnerista- de la
actual administración, ha provocado una violenta reacción de las fuerzas que se
oponen al cambio que pretende la sociedad, tal como lo expresara en las urnas.
Para lograr sus objetivos de impunidad, les resulta necesario terminar con
todas las instituciones.
Ahora, con el ariete
de la desaparición de Santiago Maldonado, a quien los asesinos incendiarios de
la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) identifican como miembro de esa
organización terrorista, embisten contra la Gendarmería Nacional y el resto de
las fuerzas de seguridad federales, últimas defensas del Estado democrático
contra quienes quieren destruirlo, como medio para ir luego por las cabezas de
la Ministro de Seguridad y avanzar con el "club
del helicóptero" en el que pretenden embarcar a Mauricio Macri, el
¿dictador? a quien sindican como causante de todos sus males.
Para lograrlo, suman
sus esfuerzos la izquierda trotskista, el anarquismo trasnochado, la subversión
de ese inventado pueblo originario, algunos capitostes sindicales envueltos en
negocios turbios, Horacio Verbitsky y el CELS, Hebe Bonafini y las Madres,
Estela Carlotto y las Abuelas, La Cámpora e H.I.J.O.S., Alejandra ¡Giles! Carbó
y su escudo de fiscales militantes, los jueces de ¿Justicia Legítima?, los
medios de prensa que aún pertenecen a enriquecidos compañeros de ruta
(Página12, C5N, las radios Rebelde y 10), pseudo periodistas (Víctor Hugo
Morales, Roberto Navarro, Gustavo Gato Silvestre), el Grupo de Curas de la
Opción por los Pobres y tantos otros, amén de honestísimos gobernadores (como
Gildo Insfrán) e intendentes del Conurbano, los policías provinciales
desplazados por corrupción, funcionarios kirchneristas aún enquistados como
quintacolumnistas en la administración y, por supuesto, los narcotraficantes
que, además, contribuyen financieramente a las acciones callejeras.
Por supuesto, su
cinismo hace que ninguno de ellos recuerde ni se haga cargo de las
desapariciones (María Cash, Jorge Julio López, Fernando Lario, Luciano Arruga,
y otras 74 personas) e innumerables muertes sospechosas (Juan Castro, Raúl
Espinosa y Alberto Nisman son sólo ejemplos) o causadas por la desnutrición que
la sociedad argentina ha debido soportar durante esa extendida década que
defienden a ultranza, ni la violencia empleada por las autoridades contra
etnias genuinas, como los Qom de Formosa y Chaco.
Nótese que no hubo
condena verbal de alguna de las miserables y estúpidas agrupaciones políticas
contra los vándalos que asolaron, una vez más, el centro porteño durante la
protesta contra el Gobierno por el caso del tatuador cuyo destino aún se
desconoce. Recuerdo que Raúl Sendic, fundador de Tupamaros y padre del actual
Vicepresidente uruguayo, sostenía que había que golpear todos los días a la
democracia burguesa, hasta que ésta se hartara y reprimiera, con lo cual
dejaría ver al fascista que lleva adentro.
El Gobierno está
resistiendo responsablemente el embate y, con toda lógica, respaldará a los
efectivos de Gendarmería mientras no existan pruebas en su contra, pero es la
sociedad entera la que debería reaccionar en igual sentido; a mi modo de ver,
no bastará con la mera emisión del voto en octubre para defender la democracia,
sino que cada uno de nosotros debería tomar el toro por las astas y denunciar
criminalmente las acciones desestabilizadoras de las que tenga conocimiento,
para evitar que, estos descastados nos vuelvan a sumir en la irracional
violencia mesiánica (o rentada) que tanto nos ha costado como nación.
No podemos permitir
que consigan romper lo poco que han dejado en pie de nuestras instituciones
republicanas porque, claro, si lo lograran nos quedaríamos sin Estado, y el
territorio nacional sería distribuido entre nuestros enemigos de siempre y
nuestros vecinos.
Bs.As., 9 Sep 17
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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