El editorial de hoy
de La Nación concuerda con la hipótesis enunciada por el Centro de Estudios en Historia, Política y Derechos Humanos de
Salta (más conocido por Centro de
Estudios Salta – CES) en una nota que titulada LAS
«POLÍTICAS DE ESTADO» KK «CARA Y SECA», publicada el 15 de septiembre
de 2018.
Esa nota nos llevó a
comentar en OPERACIÓN
“VERDADERA CORTINA DE HUMO” el artículo de Infobae Cristina
Kirchner fue procesada como jefa de una asociación ilícita que recaudaba coima.
La hipótesis
formulada por el CES, básicamente
establecía que el gobierno kirchnerista, de 12 años, había tenido solos 2
políticas de estado:
· Una
la pública y de distracción. Los juicios DDHH.
· La
otra, la real, el saqueo del estado por parte de los funcionarios y socios de
los Kirchner.
Si a esa hipótesis le
sumamos las recomendaciones de la CIDH
al estado argentino para a atender denuncias sobre violación del debido proceso
en causas sobre los años 70. La CIDH manifestó su preocupación por la discriminación
judicial que sufre el colectivo de personas juzgadas por “lesa humanidad”, como
por ejemplo: el exceso en la prisión preventiva de los acusados de estos
delitos triplica la de aquellos juzgados por delitos comunes, las deficiencias y
carencias del sistema penitenciario argentino para resguardar adecuadamente la
salud y la vida de los internos… evidentemente con la aparición del Plan Sistemático de Saqueo del las arcas
del estado, puesto en evidencia por la colonia de los ahora empresarios y
ex funcionarios arrepentidos, ya no solo está expuesta la hipótesis… la misma
ha sido demostrada.
LA
ARROGANCIA SUBVERSIVA
Editorial La Nación - 13/10/2018
Editorial La Nación - 13/10/2018
La historia demuestra
que es imposible justificar y defender el salvaje ataque a un cuartel de Formosa
que hace 43 años arrojó 16 víctimas inocentes
El paso del tiempo es
fuente de interrogantes y de angustias, pero también de certidumbres, como el
privilegio de la visión en perspectiva, para juzgar actos y verificar
predicciones.
En 1947, el filósofo Maurice Merleau-Ponty, autor de Humanismo y terror, al justificar las
purgas estalinistas sostenía que “la
revolución no define el delito según el derecho establecido, sino según el de
la sociedad que pretende instaurar”. Su colega Jean-Paul Sartre también
atribuía virtudes cardinales a los crímenes de la Rusia soviética,
calificándolos de “humanismo proletario,
la justicia sumaria de la historia”.
Jean-Paul Sartre |
Como fue recordado en
nuestro reciente editorial “Terrorismo
e indemnizaciones”, el 5 de octubre de 1975, la organización Montoneros
atacó el Regimiento de Infantería de Monte 29, en Formosa, en el mayor
operativo terrorista ocurrido en la Argentina, conocido como “Operación
Primicia”. El despliegue
implicó el secuestro de un avión de Aerolíneas Argentinas, el copamiento del
aeropuerto El Pucú, el ataque a la guarnición y la fuga en el Boeing 737
secuestrado, cobrándose la vida de diez conscriptos y dos oficiales[1] en
el cuartel, de un policía formoseño en El Pucú y de tres civiles ajenos a la
acción, todo esto en pleno gobierno democrático.
Al día siguiente, el
presidente provisional Ítalo Luder
dictó los llamados “decretos de aniquilamiento”, que dieron sustento legal a la
represión clandestina que ya había comenzado mucho tiempo antes, cuando José López Rega organizó la llamada Triple A.
El secretario de
Derechos Humanos, Claudio Avruj,
asistió al acto conmemorativo de ese asalto torpe y atroz, en nombre del
gobierno nacional, por primera vez desde el advenimiento de la democracia. De
inmediato varios dirigentes de izquierda salieron al ruedo a cuestionarlo.
Debieron recurrir a un malabar dialéctico al sostener que “hablar de héroes y asesinos es descontextualizar el proceso de luchas populares
contra los preparativos golpistas que el Ejército argentino sostenía”, omitiendo
reconocer que ese ataque fulminó al
gobierno de Isabel Perón, contribuyendo a su caída. Fue la profecía
autocumplida.
Han pasado 43 años de
aquellos sucesos y el apotegma de Merleau-Ponty
recupera hoy todo su valor: juzgar los hechos del pasado en función de la
sociedad que se pretendía instaurar.
¿Cuáles eran los
valores que esos “idealistas” querían
implantar? ¿Cuál era el justificativo ético de sus “luchas populares”? ¿Puede excusarse el homicidio sobre la base de
ideas y creencias personales? ¿Cuál es
el tipo de sociedad que aspiraban a imponer y por cuyo logro mataron a prójimos
inocentes con petulancia redentora?
Si aún viviese, Merleau-Ponty se avergonzaría, no solo por
haber apoyado el estalinismo, sino también por comprobar que en 2018 no hay absolutamente ninguna nación en la
Tierra que haya adoptado con éxito los principios que abrazaban los homicidas,
tanto de Moscú como de la Argentina. Todas las alquimias marxistas
fracasaron rotundamente. En resumidas
cuentas, los Montoneros asesinaron en función de fantasías personales que no
conducían a ningún lado. Se alzaron contra el orden constitucional por
exceso de lecturas, como aquel caballero al que, de poco dormir y de mucho
leer, se le secó el cerebro y perdió completamente el juicio. Aunque en este
caso, también fueron armados –no con lanza y adarga– sino con granadas y
ametralladoras por el régimen de Fidel Castro.
Para desazón del
filósofo francés, las dos principales naciones que adoptaron el credo de Karl Marx y Friedrich Engels se convirtieron en capitalismos “salvajes”, dominadas por gobiernos
autoritarios, donde no se respetan los derechos humanos y reina la corrupción.
Se trata de la Federación Rusa de
Vladimir Putin y la República Popular
China de Xi Jinping, que también gobierna la isla de Hong Kong, epítome del
mercado y los negocios.
Lo más parecido al
antiguo paradigma del “socialismo
nacional” es la República Popular
Democrática de Corea o Corea del Norte, donde rige la dictadura hereditaria
de la familia Kim, gobernada desde
las nubes por un “presidente eterno”
fallecido, abuelo del actual líder, el estrafalario Kim Jong-un, cuyo poder reside en la militarización de la sociedad,
su aislamiento total y el completo desconocimiento de los derechos humanos. ¿Pueden justificarse las muertes de Formosa
para lograr un orden similar en la Argentina?
A nivel regional, el
estado cubano también fracasó cuando dejó de tener apoyo de la URSS, pues la gratuidad como ideal es admirable, pero
como práctica no es sustentable. También Merleau-Ponty se frustraría si supiese que Cuba, cuya revolución
admiró en 1959, proyecta reconocer el papel del mercado y de la propiedad
privada para dar bienestar a su sufrida población. Nadie duda de que más
temprano que tarde la Perla del Caribe volverá a ser una potencia económica cuando
esas reformas se pongan en ejecución. ¿Tenían
sentido los asesinatos de Formosa para copiar el fracaso cubano y terminar en
un capitalismo tardío y vergonzante?
El caso de la República Bolivariana de Venezuela,
estado socialista en vías de disolución, no merece mucho análisis pues
difícilmente haya sido el modelo de país por el cual valía la pena “matar o morir” el 5 de octubre de 1975.
Quedan por mencionar
las experiencias de la Argentina y Brasil, moldeadas por la “razón populista” posmarxista. La
radicalización de las estrategias de izquierda para superar los escrúpulos de
la socialdemocracia fue una fachada teórica para que el kirchnerismo en la
Argentina y el Partido de los Trabajadores en Brasil pudieran acumular poder e
implementar esquemas de corrupción sin precedente.
Las complejas
teorizaciones y los emotivos discursos de sus líderes quedaron arrasados por Odebrecht, el Lava Jato, los cuadernos,
los hoteles y los bolsos, mecanismos del submundo
delictivo para apropiarse de recursos
públicos. En ambos países el voto popular defenestró a sus dirigentes
aunque continuasen sus arengas falsamente progresistas, desde la cárcel o cerca
de ella.
Usando la vara del
filósofo francés, no puede encontrarse ninguna sociedad actual como paradigma
del sueño marxista que querían implantar los subversivos en nuestro país. Los países que mejor concilian la igualdad
con el progreso material son aquellos donde los ciudadanos construyen vínculos
solidarios mediante la educación y la práctica democrática. El capital
social es frágil y cuando las “luchas populares”
lo destruyen, se regresa al estado de naturaleza, donde prevalece el más fuerte,
como ocurre en los países que abandonan el comunismo y sus líderes se apropian
de los bienes públicos (los oligarcas rusos).
Abusando de la
condena jurídica y social que mereció la represión llevada a cabo por la
dictadura militar, los críticos de Avruj no advierten que sus malabares dialécticos
los descolocan, poniendo a la luz intereses personales que nada tienen que ver
con la represión ilegal o las violaciones de derechos humanos que ya han sido juzgadas
y condenadas.
Por el contrario,
sabiendo que el kirchnerismo los utilizó como cortina de humo para ocultar la trama de negociados y corrupción
instalada en todos los ámbitos del Estado, mediante la imposición de un relato
oficial, la entrega de subsidios y el pago de indemnizaciones, lo mejor que
podrían hacer es mantener un piadoso silencio, mientras otros funcionarios y
otras agrupaciones civiles rinden sentido homenaje a esos chicos que murieron
en cumplimiento de su deber, de manera inesperada y abrupta, mientras prestaban
el servicio militar obligatorio.
NOTA:
Las imágenes, referencias y destacados no corresponden a la nota original.
Para quienes aún no lo vieron, recomendamos ver el documental de Andrés Paternostro, producido por el CES:
Para quienes aún no lo vieron, recomendamos ver el documental de Andrés Paternostro, producido por el CES:
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[1] No fueron dos oficiales, en realidad fueron asesinados un oficial y un suboficial, ambos
muy jóvenes; más los diez soldados concriptos y un policía provincial.
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