“El
hecho entonces es -expuesto con crudeza- que los jueces de la Corte, menos uno,
han enviado un mensaje que debiera hacer temblar a todos los argentinos: ellos
creen que puede haber en la Argentina personas a las que, según su arbitrio, se
las puede privar de todo derecho, incluidos los que la Constitución nacional y
las mismas declaraciones universales reconocen a todos los seres humanos. En
suma, basta que estos jueces se lo propongan, para que una o más personas sean
reducidas a la condición de parias, excluidos, indignos, comparables a los
esclavos de la antigüedad”.
*Declaración
de la Asociación Civil Abogados por la Justicia y la Concordia*
Es esta una pregunta
hecha con la malicia suficiente para desconcertar a quien sea que deba
responderla. Comparada la actual organización política del estado con la que
dominaba el anterior y, por extensión, con cualquier otra estructura peronista,
suponemos que lo que se ve en superficie es pura calma y respeto. En principio
nadie parece ser perseguido por sus convicciones o ideas, tanto que cualquier
desquiciado puede decir por radio o televisión lo que se le ocurra sin que
siquiera el Comfer lo llame al orden por sus guaranguerías políticas.
Además, salvo que el
régimen fuera una copia fiel del nazismo alemán o del comunismo soviético,
definir un estado policíaco -tan fácil en la teoría como difícil en la
práctica- tiene que ver, principalmente, con aquellos que, por causas diversas,
lo sufren sin estar por eso incorporado en conciencia a la sociedad. Así, es
probable que un ciudadano chino común se ría de aquellos que definen al régimen
de la República Popular China como un estado policial ya que hoy pueden moverse
por todo el territorio sin, como era norma antes, salvoconducto ni
autorizaciones y en general no son molestados por sus opiniones salvo que sean
católicos o pertenezcan al Falun Gong[1]; como ambos
colectivos son minorías en un país de mil millones de habitantes, se entiende
esta opinión.
De cualquier manera
la malicia, perfidia o simplemente mala leche de la pregunta no reside en la pregunta en sí sino que si
alguien la hace, con conocimiento de hechos sucedidos, es porque hay algunos, o
muchos, que son perseguidos por sus ideas,
por su actividad, aunque no haya en ella nada delictivo, o por un
posible pasado al que hoy ciertos sectores lo consideran punible por cuestiones
políticas. No creo que hoy, al menos por lo que se ve, repito, en superficie,
se persiga a nadie por sus ideas políticas ya que sobran estrafalarios
pasquines al estilo de Página 12 o Barcelona que nacen, crecen y mueren, aunque algunos
perviven sin que sus redacciones sean allanadas y sus escribas presos, y en la
web pululan cientos de este tipo de páginas, la mayoría de efímera existencia.
No obstante, aunque
se lo quiera negar, aunque la basura sea barrida bajo la alfombra, hay gente
que sí es perseguida; concretamente son aquellos que, más de cuarenta años
atrás por un mandato constitucional y vistiendo uniforme debieron empuñar las
armas para derrotar a un enemigo que había declarado la intención de hacerse, a
pura bomba y asesinato, con el poder en Argentina.
Toda esta
persecución, acompañada por la prevaricación de jueces y el acoso y la venganza
de agrupaciones y personalidades políticas que lo comenzaron como una cuestión
de vindicta pública hasta que descubrieron, con el anterior gobierno, que se les abría un millonario negocio, sigue
hoy ante las propias narices del actual
presidente -y muchas veces con la colaboración desembozada de algunos de sus
colaboradores- que por ineptitud, comodidad y cobardía las deja seguir
adelante. Hoy el aparato del estado trabaja para ello, provee fondos para que
organizaciones cripto-terroristas, “madres”, “abuelas” e H.I.J.O.S., entre
otras muchas sean gratificadas con largueza desde los erarios nacionales y
provinciales.
No volvamos a
retorcer el cuchillo en la vieja herida de la mentira de aquel que proclamaba
“que acabaría con el curro de los derechos humanos”, ni nos preocupemos porque
debamos soportar a un pelado ridículo
que ejerce de guía turístico en el “parque de la memoria” e invita, cada tanto,
a tirar flores al río a visitantes “ilustres” mientras les cuenta que él
también es un hijo de desaparecido, aunque la realidad sea que todo lo que le sucedió al padre en cuestión
en marzo del ’76 fue estar demorado diez días en la comisaría 17ª.
Lo que si debe
preocuparnos es lo que meridianamente describen los Abogados de Justicia y
Concordia en su declaración referida a la decisión del 2 X 1 dictada por la
CSJN y que desde mucho antes de esta de esta declaración se haya ido creando un
estado cuasi autónomo dentro del estado nacional el que, mediante sus esbirros -periodistas
soplones, testigos falsos remunerados y jueces prontuariados- ya no se limitan
a perseguir a quienes debieron combatir entre 1973 y 1979 a la subversión.
Siempre en la búsqueda de fama ilegítima y de hacer inagotable un negocio
espurio, algunos de estos peligrosos payasos se sienten con derecho a enlodar,
amparados en la farsa provechosa que sigue hablando de desapariciones y
torturas, la Gesta de Malvinas y el Combate de La Tablada.
Dadas estas
condiciones -donde la palabra de cualquier zurdo falsario, guionada por un
fiscal del “palo” es escuchada con deferencia por alguno de estos jueces que
han embaucado a los argentinos con sus simulacros judiciales- es más que
probable que los oficiales y suboficiales que combatieron en Malvinas o en La
Tablada, por el solo hecho de haber pisado esos lugares de combate sean
condenados en masa, mientras un gobierno cobarde transa con los que otrora atacaron a la República y que hoy,
entre bambalinas, son los que la manejan.
Jose
Luis Milia
Non nobis, Domine, non
nobis. Sed
Nomini tuo da gloriam.
[1] Falun Gong (literalmente ‘práctica de la rueda de la ley’, en español), también conocido como Falun Dafa, es una disciplina espiritual introducida en China en 1992 por su fundador, Li Hongzhi. Se basa en los principios de "verdad, benevolencia y tolerancia" y combina la práctica de la meditación y ejercicios con filosofía moral. Se identifica como una práctica de qigong de la escuela budista, aunque sus enseñanzas también incorporan elementos extraídos de las tradiciones taoístas.
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