Hace
10 años atrás, para esta misma época, por motivos iguales a éstos y en
circunstancias iguales a éstas, escribí dos artículos.- Uno titulado “Me cansé” (http://www.alfinal.com/politica/mecanse.php)
y otro con el título de “Me arrepentí”
http://cristiandadypatria.blogspot.com/2009/12/me-arrepenti-tcnl-emilio-guillermo-nani.html).
Habiendo
transcurrido una década, llegué a la conclusión que no ha sido ni cansancio ni
arrepentimiento.
Simplemente,
me equivoqué.
Con
muchísima tristeza compruebo que, no sólo no hemos progresado, sino que los
argentinos siguen escarbando en el fondo de un abismo que, gracias a ellos, por
su indiferencia, anomia y apatía, parece no tener fin.
Por
estos días hemos podido apreciar, una vez más… y ya van ya no sé cuántas, lo
endebles que son nuestra libertad, nuestro patrimonio y, por sobre todo,
nuestra cordura.
Un
nuevo avance de la corporación político-judicial-comunicacional más corrupta y
perversa de toda nuestra historia, nos ha estallado ante las narices.
Consternado
he leído las columnas de Roberto Gargarella (“Las leyes interpretativas merecen ser bienvenidas”, del 19/12/2018
- https://www.lanacion.com.ar/2203860-las-leyes-interpretativas-merecen-ser-
) y Norma Morandini
(“Leyes que eviten el vaivén judicial”,
del 20/12/2018 - (https://www.lanacion.com.ar/2204105-leyes-que-eviten-el-vaiven-judicial
), en las que, de alguna forma, manifiestan su beneplácito por las "leyes
interpretativas", sin medir las consecuencias de tales
arbitrariedades, dado que, de esta forma, nuestro país ha abolido definitivamente la SEGURIDAD JURÍDICA ,
toda vez que 257 diputados y 72 senadores (que están donde están, no por su
idoneidad, honestidad y patriotismo, sino por las inmorales listas sábanas que
permiten que cualquiera se autoproclame "representante
del pueblo”, cuando sólo representan sus viciados intereses personales y
partidarios) que, con la complicidad de la Corte Suprema de Justicia
(cuyos integrantes están donde están gracias a la decisión de la corrupta
corporación política y no por su idoneidad (los ejemplos de Maqueda, Highton de
Nolasco y Lorenzetti, huelgan de mayores comentarios) más las decenas de
carísimos asesores de cada uno de ellos, pueden manejar a su arbitrio y placer
la interpretación de las leyes.
Parafraseando
a Groucho Marx, una suerte de “esta es la
ley, pero si no les gusta, podemos hacerle decir lo que Uds. quieran o
necesiten”.
Es
decir que, luego de analizar eternamente una ley y debatirla en tediosas
sesiones, se la puede promulgar y, si a alguna minoría violenta, no le gusta
como salió y comienza a patalear y gritar en la calle, los amorales
legisladores sacan una "ley interpretativa", la
acomodan a las necesidades o exigencias sectoriales y, con el apoyo de los
ministros de la Corte, le dan efecto retroactivo.
Ante
este panorama de anomia, ¿alguien va a venir a poner un peso en Argentina,
cuando 334 oportunistas (senadores, diputados y cortesanos), pueden resolver,
en el momento que se les antoje, cómo se debe aplicar una ley y decidir a su
arbitrio sobre vidas, libertades y patrimonios? Esa es la Argentina a la que la
inútil y corrupta corporación político-judicial nos ha traído.
De
ahí mi gran duda sobre quién gobierna en nuestra querida Patria, porque hasta
ahora, dadas las marchas y contramarchas, en todos los ordenes de nuestra vida
política, da la sensación que es el Nuevo Orden Mundial (FMI, BID, BM, George
Soros, Planned Parenthood Foundation, UNICEF, Fundación Rockefeller y demás
organizaciones dedicadas al fomento del genocidio de seres indefensos y de la
ideología de género) con la colaboración de los cipayos autóctonos (la
infaltable corporación político-judicial, los insaciables piqueteros y
empresarios, los organismos de DDHH, los comunistas anacrónicos, los
enriquecidos sindicalistas y los medios de “difusión”
-dado que de comunicación tienen muy poco-). Así estamos.
En
35 años de democracia, si es que a este sistema se lo puede calificar de tal,
toda vez que lo que el pueblo hace, es dar mandato a un conjunto de personajes
para que haga con nosotros lo que se les antoje, no hemos logrado hallar un
camino que nos conduzca a la paz social, la reconciliación o la concordia. Alfonsín
tuvo la gran oportunidad de pacificar el país y buscar la Verdad, como hizo Nelson
Mandela en Sudáfrica. Lamentablemente eligió el peor camino, sepultándola para
siempre. Menem, De la Rúa y Duhalde, también tuvieron sus oportunidades, únicas
e irrepetibles, para intentar alcanzar la definitiva pacificación nacional.
Menem cumplió su compromiso con los montoneros que habían financiado su campaña
presidencial y los indultó. Y, para equilibrar la balanza, también hizo lo
mismo con los militares juzgados en el denominado “Juicio a las Juntas”. De la Rúa, no sólo dio inicio a los “Juicios de la Verdad”, sentando en el
banquillo de los acusados solamente a los militares, preservando a los
terroristas de los '70, sino que les conmutó la pena a los criminales del
Movimiento Todos por la Patria (MTP) que, el 23 de Enero de 1989, atacaron el
cuartel de La Tablada. Finalmente, Duhalde, indultó a los jefes del MTP, no
alcanzados por la amnistía de De la Rúa. Con todas estas medidas uno hubiera
querido creer que podíamos aspirar a la construcción de un caminos hacia la paz
social. Lamentablemente
el odio fue más fuerte y hoy Roberto Felicetti, uno de los más feroces
cabecillas de la organización terrorista, es el testigo estrella en un insólito
juicio llevado a cabo por supuestas desapariciones cometidas durante la
recuperación del cuartel de La Tablada.
El presidente Raúl Alfonsín recorre las instalaciones del cuartel de La Tablada, custodiado por soldados del Ejército Argentino |
Lamentablemente
las oportunidades fueron desperdiciadas por los “demócratas” Kirchner y su banda de saqueadores, que eligieron el
camino de la venganza, en lugar de buscar la Verdad, como senda hacia la paz
social. Hoy todos los que hubieran podido dar la información que se exige, han
muerto y los uniformados de las más bajas jerarquías están siendo perseguidos y
encarcelados.
Tal
vez sea por todo ésto que haya llegado a la triste conclusión de haberme
equivocado, porque veo que no sólo nada ha cambiado, sino que todo ha
empeorado.
1.
Me equivoqué
al elegir la carrera militar y a ser fiel al Juramento de Fidelidad a la
Bandera y a la Patria, combatiendo a quienes la pusieron en peligro, arriesgando
mi vida y hasta la de mi familia, permanentemente amenazada. Y hoy vemos que
quienes abjuraron de Dios y los Santos Evangelios o de la Constitución Nacional ,
son quienes conducen las instituciones del Estado, sin sentir el menor
remordimiento de conciencia, en tanto y cuanto puedan disfrutar de la efímera
cuota de poder del que disfrutan.
2.
Me equivoqué
porque, ha pesar de haber sido herido en combate, tanto en la guerra
contraterrorista, como en la
de Malvinas , hoy, por el antojo de un juez, me encuentro convertido
en genocida, violador de los derechos humanos y por lo tanto, merezco el
repudio de la misma sociedad que nos pedía a gritos que hiciéramos algo para
erradicar el peligro de las bombas, los secuestros y los asesinatos perpetrados
por los terroristas y me alentaba a luchar contra el usurpador inglés.
3.
Me equivoqué
porque, desparecido el peligro terrorista y habiendo sido derrotado en
Malvinas, apareció el repudio social. Aquellos, a los que nada les importó, en
tanto y en cuanto les devolviéramos su tranquilidad o la gloria, fueron los
primeros en pedir las cabezas de quienes dieron todo de sí para lograrlo.
4.
Me equivoqué
porque esa misma sociedad, a la que defendimos, asegurándole la libertad de la
que disfrutan hasta el día de hoy, se sumó -por acción o por simple y descarada
indiferencia- a la chusma rencorosa, permitiendo que jueces indignos de ser
considerados como tales, que eligieron el prevaricato como metodología para
negar Justicia, armen causas plagadas de arbitrariedades, para privarnos de la
nuestra, tal como ha sucedido y sucede con casi 2700 miembros de las Fuerzas
Armadas, de Seguridad, Policiales y Penitenciarias y civiles, que se encuentran
ilegal, ilegítima e injustamente encarcelados, por decisión de la corrupta
corporación político-judicial que, renegando del sagrado cumplimiento del
deber, no dudan en violar cuanta norma constitucional y jurídica existe, para
mantenernos en las mazmorras del régimen.
De ellos, 473 (132 durante el actual gobierno) ya han sido
asesinados en el marco de un verdadero plan criminal y sistemático de
exterminio de un sector de la población. Hace 10 años atrás eran 700 los
privados de la libertad y 74 los muertos en cautiverio. Mientras tanto,
narcotraficantes, falsificadores de medicamentos y saqueadores de cajas y
anhelos, apañados por el poder de turno, llevan a la desesperación a cientos de
miles de personas y disfrutan de una inexplicable impunidad.
5.
Me equivoqué
porque veo la existencia de una doble moral, a la hora de impartir justicia:
una para delincuentes y funcionarios corruptos y otra para quienes debimos
defender a la Patria, lo que pone en evidencia la aplicación descarada del “derecho penal del enemigo”, en el que
todo vale, desde la aplicación retroactiva de normas jurídicas, hasta la
abolición de principios fundamentales del derecho, como el de legalidad, la presunción
de inocencia y la aplicación de prisiones preventivas perpetuas.
6.
Me equivoqué,
al ver cercenado el derecho a la libertad de aquellos que combatimos al
terrorismo, en defensa de la Nación y su pueblo, mientras que quienes los
atacaron, como los terroristas Horacio Verbitsky , Eduardo Anguita, Eduardo Soares,
Roberto Cirilo Perdía, Emilio
Pérsico , Carlos Kunkel, Nilda Garré, Carlos Bettini, Alicia
Pierini, Jorge Todesca, Alicia Noli, José María Pérez
Villalobos, Fernando Vaca Narvaja, Gerardo Ferreyra , Juan Manuel Abal Medina, Miguel Angel Rodríguez ,
Esteban Righi, Hernán Invernizzi, Mario Kestelboim, Luis
Mattini, Gustavo Plis Steremberg, Jorge
Taiana y los fallecidos Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Eduardo Luis
Duhalde , Rododlfo Matarollo y tantísimos otros, gozan de
almibarados tratamientos o bien, caminan libremente por las calles y desfilan
descaradamente por los medios de comunicación, encumbrados como funcionarios,
jueces, periodistas, empresarios, siendo reconocidos, halagados e indemnizados,
mientras que nosotros somos perseguidos y encarcelados y nuestras víctimas,
ignoradas.
7.
Me equivoqué
por haberle evitado a nuestro país los padecimientos de los pueblos que han
sufrido y sufren regímenes totalitarios comunistas, habiendo contribuido a que
los argentinos hoy disfruten de una libertad que no se merecen, por cuanto
muchos de ellos, asumiendo un actitud canallescamente miserable, desde esa libertad
ganada a costa de sangre, se hacen los distraídos ante los sucesivos ataques a
las Fuerzas Armadas, de Seguridad y
Policiales que tuvieron la responsabilidad de liberarlos del flagelo terrorista.
¿Qué creen, los políticos, jueces, sindicalistas, docentes,
periodistas, intelectuales, empresarios, religiosos de todos los credos y el
resto de los integrantes de la sociedad, que hubiera sucedido con ellos si los
proyectos socialistas del ERP/MTP o Montoneros hubieran tenido éxito?
Yo les respondo:
► Seguramente
algunos habrían sido miembros de Comité Central del régimen totalitario
instalado;
► Muchos otros
hubiéramos sido fusilados;
► Otros hubieran
sido privados de su libertad, en cárceles horrorosas (de los cuales, con el
correr de los días, algunos también hubiesen sido fusilados);
► Otros habrían
terminado en granjas colectivas (¡¡¡qué colegio Newman, ni diarios La Nación,
Perfil o Clarín; ni Bridas, ni Arcor, ni SOCMA; ni PRO, ni PJ, ni UCR, ni
Coalición Cívica; qué Comisión Episcopal, ni obispados, ni arzobispados, ni
sinagogas o mezquitas, ni ocho cuartos!!!) y sus mujeres e hijas, prostituidas
para poder sobrevivir;
► TODOS estarían
haciendo largas colas en los depósitos para recibir las migajas del régimen,
para poder alimentarse;
► Y ABSOLUTAMENTE
TODOS, HABRÍAN PERDIDO SU LIBERTAD, la libertad que quienes están presos, les
aseguraron hasta estos días, libertad
que se les ha conculcado a sus libertadores.
8.
Me equivoqué
porque esta sociedad no se merece una sola gota de la sangre derramada; no se
merece una sola lágrima de los familiares y amigos de aquellos que dieron su
vida en su defensa; no se merece un solo segundo de la angustia de aquellos que
hoy padecen ilegal, ilegítima e injusta privación de libertad, ni de la de sus
seres queridos.
9.
Me equivoqué
porque luché por una Nación que se preciara de tal y, en lugar de ello veo que
contribuí a que funcionarios, legisladores y jueces, incapaces y corruptos, se
hayan enriquecido a costa del empobrecimiento y la muerte de miles de
argentinos.
10. Me equivoqué
porque abogué por una Justicia que nos enorgulleciera y en cambio veo que es la
responsable de la existencia de las casi 70 mafias que operan en nuestro país -entre
ellas, el narcotráfico y la trata de personas- y del asombroso nivel de la
corrupción estatal destapado en los llamados “cuadernos de la corrupción”,
porque, jueces y fiscales que, escondidos detrás de expedientes plagados de
irregularidades que no soportarían una superficial auditoría, sustanciados por
la comisión de inexistentes delitos de “lesa
humanidad”, permitieron que los verdaderos mafiosos pudieran apoderarse de
nuestra Patria y de nuestro futuro, convirtiéndola en un lamentable “estado
fallido”.
11. Me equivoqué,
porque en esa búsqueda de una Justicia de excelencia, contribuí a que los jueces
conformaran una verdadera asociación ilícita llamada “Justicia Legítima”,
organizada para garantizarse la propia impunidad y la de los funcionarios
kirchneristas corruptos, tal como hoy lo estamos viviendo, con una realidad que
nos ha estallado en la cara. Y, como “Justicia Legítima” les pareció
poco, armaron la “orga” “Asociación
de Jueces Federales de la República Argentina (Ajufe)”, con el
argumento de “ser considerados por el
actual gobierno”, (algo que no reclamaron cuando el gobierno de Cristina
Kirchner pretendió “democratizarlos”),
cuando no es más que otra mascarada para asegurarse, como si fuera poco, una
mayor y mejor impunidad, ante los múltiples crímenes que vienen cometiendo.
12. Me equivoqué
porque veo cómo los sucesivos gobiernos “democráticos”,
(muy poco republicanos, para nada representativos y mucho menos, federales),
saquearon el futuro, la tranquilidad, la felicidad y los ahorros de toda una
vida de trabajo y sacrificio de millones de argentinos; destruyeron los
sistemas educativo, de salud y de defensa nacional; permitieron que el
narcotráfico se instalara en nuestro país, matando y descerebrando a nuestros
hijos y nietos y que una delincuencia cada vez más salvaje, se adueñara de las
calles, asesinando a mansalva a quienes, con su trabajo fecundo y a pesar de
los esfuerzos de la corporación político-judicial para impedirlo, aún mantienen
viva nuestra Patria.
13. Me equivoqué
porque luché por una prensa con valores éticos y morales y hoy veo cómo los
medios de comunicación y los comunicadores sociales, escondidos en el “derecho” a la libertad de prensa, se
han convertido en los grandes difusores de la ideología de género, la
protección de delincuentes y marginales y la mentira, al ocultar o distorsionar
la Verdad o la realidad de lo que sucede en nuestro país y en el mundo.
14. Me equivoqué
porque luché por un sindicalismo que realmente velara por los derechos de sus
representados y, en lugar de ello, veo a sindicalistas ricos que, para ello,
mantienen a los trabajadores en estado de pobreza e indigencia, negociando con
empresarios y funcionarios, la mejor forma de mantenerlos en la pobreza y la
indigencia.
15. Me equivoqué
porque luché por un país en el que realmente se buscara erradicar la pobreza y
la indigencia y el hambre y la desnutrición y sólo veo grandes declamadores que
dicen combatir por los pobres y excluidos, que lo único que han hecho es lograr
que el 50 % de la población argentina se encuentre en ese estado, como
metodología para mantenerla sojuzgada.
16. Me equivoqué
porque elegí una profesión que hacía culto a los Valores
Sanmartiniano-Belgranianos y a la CAMARADERÍA y hoy la veo plagada de
oportunistas que no vacilan en colaborar con la destrucción de las Fuerzas que
juraron defender, con la finalidad de satisfacer su propias apetencias.
17. Me equivoqué
porque creí que era lícito combatir el terrorismo y hoy veo cómo se ignora a sus
víctimas y se premia a los victimarios.
18. Me equivoqué
porque creí en un gobierno que nos había prometido poner fin al despilfarro del
“curro” de los DDHH, y no sólo incumplió
la promesa de campaña, sino que lo profundizó de la mano del Secretario de
DDHH, Claudio Avruj, dilapidando ingentes recursos que no se destinan a la
salud, la educación y la seguridad en decenas de carísimos abogados
querellantes en los denominados “juicios
de lesa humanidad” y en indemnizaciones y subsidios a terroristas y sus
familiares; que aprieta a jueces y legisladores para satisfacer a las minorías
vengativas y obliga a dignatarios extranjeros a arrojar flores al Río de la
Plata, para rendir tributo a los terroristas que atentaron contra la Nación Argentina
en las décadas del ’60, ’70 y ’80.
En
fin, me equivoqué porque luché por un país sustentado en los valores de Dios,
la Patria y la Familia, en el que se abogara por el Bien Común y la paz social
y hoy lo veo en manos de una minoría incapaz y corrupta que, desde las más
altas esferas del gobierno y a través de los medios de comunicación, fomenta la
perversión de los menores, imponiendo la repugnante ideología de género y la Educación Sexual
Integral , que incita a los jóvenes a “construir” su propia sexualidad, incentivando las prácticas más
aberrantes; que odia los uniformes, especialmente los de las FFAA; fomenta las
divisiones entre argentinos, el rencor y la revancha; induce a los jóvenes a la
droga y el alcohol; despilfarra los pocos recursos que tenemos en solventar
organizaciones piqueteras que se han adueñado de las calles incitando la
violencia social.
Seguramente
debo haber omitido más fundamentos para justificar mi equivocación, pero aunque
no los haya incluido en esta larga perorata, también caben para explicarles el
por qué siento equivoqué el camino.
Teniente Coronel (R)
Veterano
de Guerra
Ayer
calificado como “Héroe Nacional”
Hoy,
preso político
NOTA: Las imágenes no corresponden a la nota original.
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