Pese a haber fusilado en ejecuciones primarias, hoy el Che Guevara es un símbolo de resistencia al abuso de poder policial. (Fotomontaje de PanAmPost) |
El abuso policial fue
repudiado por quinto año consecutivo en las calles de las principales ciudades
de Argentina, bajo la consigna «gatillo fácil», alegando la
supuesta facilidad con la que los policías disparan contra civiles. Lo
sobresaliente en esta edición es la simbología presente entre los manifestantes
y sus consignas de extrema izquierda, pues los regímenes de esta tendencia
ideológica no solo disparan contra sus detractores, sino que sus referentes
anunciaban lo mucho que disfrutaban haciéndolo, entre ellos Ernesto “Che” Guevara.
«Fusilamientos
sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario.
Nuestra lucha es una lucha a muerte», declaró
Guevara ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), en representación de Cuba.
Paradójicamente, y
pese a sus declaraciones ante la ONU, ahora
ondea el rostro de Guevara en medio de quienes exigen que las fuerzas estatales
no actúen con violencia contra la población
civil.
Lo que más preocupa a
estas agrupaciones es la incipiente «Doctrina Chocobar», -llamada así
por el apellido de un policía que mató a tiros a un ladrón que apuñaló 11 veces
a un turista extranjero-. En caso de aplicarse validaría la legítima defensa.
Mientras la justicia
argentina sancionó al policía -e incluso emitió un embargo en su contra por
abatir al ladrón y potencial homicida-, el ejecutivo lo premió. El presidente Mauricio Macri recibió al
policía en la Casa de Gobierno como un héroe.
«La grieta»: una parte de la sociedad exige defensa frente a una
agresión, mientras otra pide compasión para el agresor
Casos como este son
demostrativos de lo que en Argentina se conoce como «la grieta», aquella
brecha de valores con arraigo político que lleva a los adherentes de la derecha
a exigir la capacidad de defenderse de una agresión y justicia en caso de ser
víctimas de ella; mientras que la izquierda política pide compasión para el
agresor y sanciona al que se defiende.
Para justificarlo,
estos últimos se respaldan en lo que se denomina “justicia social”, donde
no importa el accionar del individuo sino el fin: la justicia que trae a un
grupo determinado de oprimidos.
El Che Guevara surge
como héroe de quienes hoy piden un alto a la presunta violencia policial; a
pesar de su legado sanguinario, «gatillo fácil» y persecución
abierta, usando las fuerzas represoras del Estado.
“Tengo
que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar”,
le confesó por escrito Guevara a su progenitor.
En pleno
desconocimiento de este suceso histórico, o bien desde el cinismo, los
manifestantes piden un cese a la violencia por parte de los agentes de
seguridad del Estado, mientras portaban la bandera de quien se vio guiado por
la frase:
El carnicero de La Cabaña |
El odio es el
elemento central de nuestra lucha, el odio tan violento que impulsa al ser
humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de
matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así.
En otras palabras,
según Guevara, mientras mayor sea la represión y la crueldad hacia las
víctimas, más fiel es el soldado en función del socialismo.
De acuerdo con el Foresight Cuba, el Che Guevara asesinó a 213 personas por mano propia, sin contar las ejecuciones que comandó en la fortaleza convertida en prisión para reclusos sin juicio, donde se llevaban a cabo ejecuciones sumarias. Fue ahí donde se ganó el apodo de «El Carnicero de La Cabaña»[1]. Solo en el primer mes de la revolución comunista, enero de 1959, Guevara asesinó a 52 personas.
Manifestantes
glorifican a quien ignoró el debido proceso
Contrario al legado
de su héroe, uno de los reclamos fundamentales de la marcha en Buenos Aires es
el “abuso
de poder” por parte de los policías, al hacer justicia por mano propia.
Algo que estaría en
plena consonancia con lo dicho por Guevara: «Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es
innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una
revolución! Y un revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar
motivado por odio puro».
Guevara
condenaba a homosexuales a campos de trabajo forzado
Los
manifestantes argentinos también reivindican la causa LGBT
como víctimas del abuso policial. Cuando en realidad si el Che Guevara estuviese al mando, estarían todos en campos de
trabajo forzado.
La homosexualidad, y
la transexualidad que era asumida por sinónimo, se debía «compensar» en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Ese
«fetiche burgués», guiado por la preferencia individual y no
por el amor a la revolución, hacía que un hombre dejara de ser apto para la
revolución armada.
Foto del asesino serial, instantánea obtenida por Miguel Ángel Korda, que es ícono de un franchising internacional |
De hecho, desde 1965
que «la
universidad es para los revolucionarios». Entonces empezó una purga
interna, una «depuración moral» dentro de las universidades, donde todo
hombre sospechoso de homosexualidad era denunciado y acosado hasta lograr que
se retirara de la institución. Cómo se vestía, cómo lucía e incluso cómo miraba
a los demás era suficiente para quedar fuera de la universidad. Esto desencadenó en una ola de suicidios,
según los estudiantes de la época.
Dentro de esa
persecución, agentes mujeres se encargaban de pasar un algodón por el rostro de
los varones sospechosos. En caso de encontrar un rastro de maquillaje, y por
tanto quedar revelado el travestismo de estos, podían ser condenados a cumplir
entre seis meses y un año de prisión por la pena de «conducta impropia».
Esto fue un problema
particularmente para los estudiantes y profesionales de teatro, cuyo oficio
requería maquillaje. Y por el mero hecho de tener polvo en el rostro podían ser
privados de su libertad.
Pero
los manifestantes desconocen esta parte de la historia la o no parece
importarles, pues exaltan al Che Guevara mientras protestan contra la violencia
policial.
Para lograr implantar
esta contradicción histórica como verdad, los
defensores del socialismo «resignifican»
los procesos históricos.
Así, pese a que El Che Guevara fusilaba en nombre del
Estado y tenía como política perseguir a la comunidad homosexual, hoy la izquierda exhibe el rostro del
guerrillero como si fuera símbolo de la lucha contra el abuso de poder y de la
causa LGBT.
NOTA:
Algunas imágenes, referencias y destacados no corresponden a la nota original.
[1] Dicen que aquéllos
que predican morir por un ideal acaban matando por él. No es sorpresa pues que
Ernesto Guevara de la Serna, “el Che”,
terminara convirtiéndose en un asesino de más de 160 personas; un asesino a
quien hoy se le rinde culto más allá de su apariencia cantinflesca y su
ideología vacía. Ahora se le rinden
homenajes póstumos por los políticos populistas de izquierda; se le
entregan títulos de medicina a pesar de la incapacitante condición de muerto;
se ponen calles con su nombre y se le
venera como a una figura parecida a la de Jesucristo, siendo que Ernesto “Che” Guevara no fue en vida
más que un caníbal que confesó ante las Naciones Unidas en una reunión de 1964:
“Sí,
hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando.”
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